"Después de la boda llega la luna de miel. Teníamos vendida la exclusiva con Hola y dentro de esa exclusiva iba la luna de miel. Ese dinero de esa exclusiva se usó solo y exclusivamente para pagar la boda, que fue un dineral. No recuerdo la cifra exacta pero era alrededor de treinta y pico millones de pesetas lo que costó la boda y lo que no fue la boda también", comienza diciendo Rocío Carrasco, tras lo que explica la forma de trabajar que tenía Amador Mohedano con sus temas: "Me refiero a que la persona que estaba haciendo de intermediario y de interlocutor tenía un beneficio de eso también. Era Amador".
En cuanto a la luna de miel, todo fue bastante cómico, puesto que era dos jóvenes de 18 años recién casados que no organizaban nada y que iban guiados por diferentes miembros de la familia: "La luna de miel nosotros no sabíamos dónde íbamos hasta que no montamos en el avión. Esto era algo que sabían Amador y Javier Osborne, el director de la revista. Iba con mi tío Juan porque mi madre no quería que me pasara nada y no estuviéramos solos. Me monté en el avión como la que va de yincana porque todo era secreto. Aquello me hizo gracia y me gustó".
Un poquito interesado
La entrevistada decidió que no iba a trabajar con Amador Mohedano por nada del mundo a raíz de estos dos episodios que ha contado: "Yo a mi madre se lo digo de soslayo pero con él tengo una conversación. Lo corroboró con una persona responsable de la publicación y tengo una conversación con él que no termina muy bien. Él quería ser mi representante. Yo me doy cuenta de lo que me doy cuenta y entonces llego a la conclusión de que eso no lo quiero y que como no lo quiero pues sigue siendo mi tío pero que no iba a trabajar con él".