B: Hay una frase del libro que dice que los amigos del poder siempre se apoyan entre ellos
S.O: Yo creo que si llegamos a este punto en el que las calles se llenaron de descontento fue precisamente porque los poderosos y los corruptos han tenido coartadas y esas coartadas muchas veces las han tejido los mismos poderosos. Si hubieran sido menos condescendientes con ese tipo de fechorías, probablemente las calles de este país no se hubieran incendiado. Cuando perdemos el respeto por todo, ocurre lo que ocurre. Todavía no nos hemos recuperado de esa gran crisis, no se han terminado de juzgar las grandes tramas de corrupción y ya estamos envueltos en otra, en una crisis distinta pero que nos va a obligar a reordenarnos una vez más como sociedad, como ciudadanos de un mundo global que se ha visto sacudido por una pandemia.
B: ¿Cuál es tu personaje favorito y por qué?
B: Dices que la culpa es un sentimiento muy femenino. ¿Por qué se sienten más culpables las mujeres?
S.O: Lo que quiero decir con que la culpa es un sentimiento muy femenino es que la culpa sacude a las mujeres más que a los hombres. Parece que forma parte de nuestra partida de nacimiento. La culpa paraliza a las mujeres, las lleva a renunciar y nos impide transitar por el mundo con la misma ligereza que los hombres. Dicho eso, que lo digo con absoluta convicción, en esta novela también el sentimiento de la culpa ha contagiado al padre Mauro, que siente una culpa terrible por haberse dejado invadir por una pasión, por la pasión del cuerpo y de una mujer. En este caso la culpa es transversal, pero no me apeo de lo que te he dicho de que es un sentimiento muy femenino.
B: ¿Cómo se puede deshacer alguien de la culpa?
S.O: Mientras nadie se atreva a incluir una línea en la Constitución que obligue a desprenderse de la culpa como mandato constitucional es un ejercicio individual que tenemos que hacer cada uno de nosotros previa detección. A mí me costó poner palabras a eso que me estaba pasando cuando fui madre, que era un sentimiento de culpa por irme a trabajar, por llegar tarde y por desatender a veces a mis hijos en las extraescolares o no poder ir a la puerta del colegio. Si me pides una receta para superar la culpa, primero hay que detectarla y después hay que corregirla con un esfuerzo individual importante.
B: 'La Gran Estafa' es el nombre del caso en el que Costanza ejerce como abogada defensora de uno de los acusados. ¿Ha habido algún caso real que te haya inspirado para construir el personaje de Gerardo Barrios y 'La Gran Estafa'?
S.O: Todos y ninguno en particular. Los banqueros que se han acercado a los informativos de televisión y a las portadas de los periódicos están condensados en la figura de Gerardo Barrios. En este país se ha abusado de una promesa falsa: 'Usted puede ganar dinero fácimente'. Eso no es así. En nombre de la impunidad con la que han cometido delitos imperdonables se ha soliviantado al pueblo. Todo eso es Gerardo Barrios y el juicio de 'La Gran Estafa' es la rendición última de cuentas como escenario final en el que el poderoso, por muy soberbio que sea, acaba rindiendo cuentas.
B: También hay en la novela una referencia al principio de jerarquía del Ministerio Fiscal
S.O: Esta novela, que está construida con muchos ingredientes de mis vivencias, la parte de la Fiscalía la viví. Cuando los fiscales se ven obligados a acusar o a no acusar por orden del superior. Eso es también el orden establecido. Esas costuras de lo establecido también están presentes en la novela. Lo que pasa es que Costanza se rebela contra eso y eso es una parte atractiva de ella, que a mí me gustaba, rebelarse contra lo establecido en la medida de lo posible de cada uno. Cada uno con sus pequeñas actitudes sí puede ayudar a cambiar su entorno, y Costanza lo hace. Costanza se tiene que rebelar contra la jerarquía de la Fiscalía, pero acaba renunciando.
B: En el libro, Costanza hace un alegato a favor de la eutasania. ¿Estás de acuerdo con ella?
S.O: La novela plantea el derecho a elegir cómo morimos. Creo que es la gran asignatura pendiente de nuestra generación y de nuestro tiempo. No sé si con la que se avecina y con las consecuencias de esta pandemia habrá hueco para que nuestros políticos solucionen este asunto, pero sí, en lo sustancial estoy de acuerdo con que debe existir un derecho del ciudadano a elegir cómo morimos ante una enfermedad terminal o un padecimiento incurable. Es verdad que el personaje de Rosalinda vive una situación retorcida y llevada al límite, pero quería que estuviera presente como preocupación generacional.
B: Mencionas en 'Mil besos prohibidos' el libro 'El honor perdido de Katharina Bloom', obra en la que se critica determinada forma de hacer periodismo. ¿Cuáles son tus líneas rojas en tu trabajo? ¿Has tenido que traspasarlas alguna vez aunque no quisieras?
S.O: Creo que no, y desde luego si lo he hecho, pediré disculpas. Mi formación periodística ha sido en la Audiencia Nacional, donde tratábamos con malos poderosos, con malos no poderosos, con terroristas... y si hay algo que me llamaba la atención eran las madres de todos esos malos y las víctimas de los malos. Siempre ha habido que tratarlo con muchísimo cuidado, protegiendo a la víctima. La línea roja está en el respeto. Yo intento en la medida de lo posible calzar los zapatos de los personajes que o bien entrevisto o bien forman parte del testimonio de un reportaje o de una conexión en directo con un reportero en mi programa 'Ya es mediodía'. Intento en la medida de lo posible que lo que no me gustaría que me hicieran a mí, no hacérselo a los demás. Ahí indudablemente esté mi línea roja.
B: ¿Qué es para ti ser buen periodista?
S.O: Ser honesto con uno mismo y siendo honesto con la información también. Recordando siempre que todos los personajes, incluso los de los crímenes más abyectos tienen familia, tienen una madre y tienen un padre que dudarán del crimen de su hijo toda la vida. Eso lo vi con el 11-M por ejemplo las madres de los terroristas negaban que sus hijos hubieran subido al tren y eso se podrá entender desde la óptica de una madre, jamás desde la visión de una víctima.
B: ¿Cómo llegó a ti 'La Casa Fuerte' y por qué aceptaste?
S.O: Llegó por teléfono y acepté porque me parece un reto profesional impresionante en este momento y en cualquier otro. Yo ahora mismo no sentía ninguna necesidad de cambiar mi criatura preciosa que es 'Ya es mediodía', pero lo tomé como tal, como una oportunidad de explorar un formato distinto y de aprender a hacer entretenimiento. Desde luego si hay un sitio donde saben hacerlo es en Mediaset. Así que con esas ganas y con toda la ilusión de aprender... ¡Allá vamos!
B: ¿Te sorprendió el ofrecimiento?
S.O: Sin duda, sí. No pensaba yo que pudieran pensar en mi perfil profesional para hacer un reality y ahora solo espero estar a la altura de las expectativas de mis jefes y de una audiencia que sabe muchísimo más que yo de realities y que son realmente jueces de tu trabajo. Espero no decepcionar a nadie y no decepcionarme a mí misma.
B: ¿Una vez aceptaste te has planteado que por qué pensaron en ti?
S.O: Fue una conversación rápida que luego se desarrolló en otras conversaciones pero no me dio tiempo a casi nada. '¿Pero te apetece?' Bueno, sí. 'Vale, bien. ¿Podemos contar contigo?' Sí. 'Pues luego hablamos'. Yo tenía que irme al plató de 'Ya es mediodía' y luego ya me explicaron. Es un reality con mucho humor, mucha diversión, con personajes que refrescan el verano y ya te digo, a aprender.
B: ¿Te ves con fuerza para lidiar con los concursantes?
S.O: Con fuerza me veo, luego espero que pueda hacerlo. Voy con ganas de domar a las fieras, que también las tengo en 'Ya es mediodía'. Cuando Cristina Fallarás y Javier Negre se enzarzan no te quiero ni contar lo que me cuesta apaciguar ese plató y esa mesa de debate.
B: ¿Te molesta que se pueda considerar que los periodistas que se dedican a la información tienen más prestigio que los que se dedican al entretenimiento?
S.O: No es que me moleste, es que me parece injusto. A mí me merece el mismo respeto cualquiera de mis compañeros que se han dedicado a formatos de entretenimiento que los que hacen información pura y dura. Nada prejuzga a un periodista por acercarse a un formato o a otro. De la misma manera que no deberías prejuzgarse determinada literatura y se prejuzga. Los prejuicios forman parte de la condición humana y deberíamos sacudírnoslo porque creo que quien habla con reservas de determinados formatos, de la misma manera que quien lo hace de determinados libros, lo hace desde la ignorancia. El talento que hay en los equipos que dirigen los programas de entretenimiento es brutal y muchas de sus formas de trabajar me parecen envidiables. Incluso te diría que algunos programas como 'Sálvame' han inspirado otros programas de actualidad política. Y hasta ahí puedo leer.
B: ¿Alguna vez se te había ocurrido ver algún reality?
S.O: Me declaro fan incondicional de la primera edición de 'Gran Hermano' con Mercedes Milá. Entonces estaba trabajando de noche en CNN+ y llegaba tarde los jueves porque no me perdía ni una gala. Y ahora llevo desde 2018 en 'Ya es mediodía' con un pequeñito espacio de entretenimiento que se nutre de los realities de Telecinco y reconozco que es un momento de desahogo fundamental en la vida de cualquiera.
B: Se puede saber quién es Terelu Campos y al mismo tiempo conocer a todos los ministros y ministras del Gobierno
S.O: Naturalmente, pero es que simplemente hay que pararse a imaginar una cena de amigos en las que un ratito se dedica a la política, porque además nos desahoga criticar abiertamente a los gobiernos, sea del signo que sea, otro ratito se dedica a la familia y otro ratito se dedica a personajes que forman parte de la crónica social. La televisión es una conversación constante con un espectador y el espectador habla de todo. No nos creamos más por ver según qué cosas, sino que todo es compatible. A mí no me hace ni mejor ni peor persona, ni más ni menos comprometida con aquello en lo que creo por ver determinado programa de televisión.
B: ¿Ser hija de Fernando Ónega te ha abierto puertas en el periodismo, todo lo contrario o no ha sido determinante en nada?
S.O: Ser hija de mi padre me permite compartir un oficio y al principio de los tiempos recurría probablemente más a él que ahora. No por nada, sino porque la vida te va dando seguridad. Indudablemente si fuéramos médicos me habría ayudado a trabajar en un hospital y ya. Siempre he dicho que el puente estaba construido, es así y negarlo es ridículo, pero luego hay que pasarlo. Cada oportunidad que te dan la tienes que morder como si fuera la última que vas a recibir. Y no creo que me las hayan ofrecido por el apellido, sino porque probablemente en ese momento les parecí a mis jefes que podía ser útil para un determinado trabajo. Lo poco o lo mucho que haya conseguido en mi carrera profesional ha sido con muchísimo trabajo, con esfuerzo, con sacrificio y ya.
B: ¿Te molesta que se haga referencia a tu parentesco con Fernando Ónega?
S.O: No, no. Me preguntan muchísimo. Lo tengo asumido. No me acompleja para nada, todo lo contrario. No me molesta en absoluto. De la Reina sí, de la Reina no me preguntes.
B: Entonces solo una... ¿Por qué te molesta que se te pregunte por tu amistad con la Reina Letizia?
S.O: Porque forma parte de una parcela personal que he tratado de preservar del foco y quiero que siga siendo así. Tampoco aporta nada ni a mi forma de ser, ni a mi forma de escribir, ni a mi forma de hacer periodismo, ni a nada más. No me define como persona la amistad con la Reina Letizia. Es una amiga más y ya está.
B: ¿Qué te gustaría hacer en tu carrera que todavía no haya sido posible?
S.O: Nunca he tenido grandes sueños. Quizá los he tenido más con la literatura que con el periodismo porque todo lo que he hecho me ha satisfecho tanto que nunca he querido tener más, así que teniendo un programa de actualidad diario que me colma y la oportunidad de hacer un programa de entretenimiento, no le pido más a la vida. En todo caso que me conserve la ilusión de afrontarlo todo con ganas y la salud para torear los toros que vengan.
B: ¿Trabajas en otra novela? ¿De qué te gustaría escribir?
S.O: Estoy escribiendo desordenadamente sobre las parejas en general, pero no sé si esto que estoy escribiendo, que incluso tiene título, se convertirá en novela o entre medias se me cruzará una historia que me seduzca más. De momento estoy buscando la forma de contar lo que quiero contar.