Nada más arrancar la entrevista, José María Franco se ha mostrado de lo más apenado por la situación: "Me arrepiento del daño. Cuando me enteré sí. Cuando salió el tema de los malos tratos en Chipiona y en Argentona, ya me había dado cuenta. Fui manipulado por él. Le he hecho bastante daño a Rocío pero ella no me dijo nada, solo me decía 'David no es como tú piensas'. He tenido mala conciencia. He llorado muchas veces", decía emocionándose.
Al arrancar el programa, Rocío Carrasco no podía contener tampoco las lágrimas: "Esto podía haber sido antes y no hubiese pasado muchísimas cosas de las que han pasado. Yo pensaba que me iba a enfrentar a esto de otra manera y que me iba a poder más la ira pero al final me he dado cuenta de que no. Yo he tenido conocimiento hace algunos meses ya de ese cambio de opinión de él y me he enfrentado a eso pero el hecho de verlo me lleva a un montón de cosas horrorosas y me he dado cuenta que a lo mejor soy menos fuerte de lo que me pensaba".
Las situaciones terribles y el esperado perdón
"Me gustaría que lo dijera en sede judicial", decía Rocío Carrasco compungida. El chófer seguía con el relato: "Lo digo donde tú quieras. Salí corriendo a sujetarlo como todos los demás. Otra situación. Rocío me llama a las siete de la tarde, me dice que vaya porque va Antonio David. Cuando llego, está cagada. Ella se va al cuarto, me quedo en el salón, que estaba en pijama que salí corriendo a su casa. Le dijo a Antonio David que no llorara al dejar a la niña en su cuarto porque más trauma iba a coger y, de buenas a primeras, le dice '¿tú sabes por qué lloro? Porque eres una hija de puta, tú te quedas con mis hijos y yo me tengo que marchar'. Yo me puse delante y le echamos".
Por último, ha llegado el esperado perdón, algo muy necesario: "Siento haber sido tan mala persona contigo. El tío este es un embaucador que siempre iba llorando a casa por cualquier tontería y mi mujer y yo hemos caído como idiotas. Lo siento mucho, de verdad". Rocío Carrasco le respondía: "Yo te lo agradezco y al final recapacitar y tener la valentía de decirlo públicamente y afirmarlo en sede judicial pues también creo que tiene un valor. Yo te lo agradezco". " Cuando quieras, aquí estoy. Te lo he dicho por escrito también", concluía José María Franco.