Rocío Carrasco no puede evitar emocionarse al recordar a su hermana: "Era una niña muy linda. La Gloria que yo recuerda era pizpireta, graciosa, muy lista, inteligente, una niña muy zalamera en el buen sentido de la palabra, se quedaba con la gente (...) Ella siempre me respetó y tuvo conmigo un comportamiento muy correcto y cariñoso". Pero las cosas empezaron a torcerse a medida que Gloria Camila fue creciendo y el papel de "el ser" estaba cada vez más presente. De hecho, recuerda que la última vez que se vieron fue "a finales de mayo principios de junio" de 2012, un día que visitó su casa, casualmente apenas un par de meses antes de que ocurriese la agresión de Rocío Flores a su madre.
2012, el año de fin
A partir de ese momento, recuerda, la tensión no dejó de escalar. Meses después de estos hechos, Rocío Carrasco recuerda que Ortega Cano la llama para pedirle ayuda con Gloria Camila, quien estaba teniendo "una adolescencia quizá un poco más difícil de las circunstancias normales, pero no tenía nada que ver con lo que a mí me pasó". "Estuve hablando con ella, una conversación entre una hermana mayor y una pequeña. Yo le hago mucho hincapié en que a mamá le hubiera gustado que ella estudiase, se comportase... Ella reacciona bien y termina con una Gloria diciendo 'vale hermana, te voy a hacer caso'", recuerda de aquella llamada.
En cambio, sería demasiado tarde para una compresión por su parte tras años bajo el paraguas de Antonio David Flores. Algo que reconoce por vivencias propias ya que, pese a tomar distancia, ocurrieron más desencuentros en privado con Gloria Camila que marcaron distancia entre ellas. Concretamente cuando en 2016 se presenta el sello de Rocío Jurado: "Yo llamo a José y le digo 'tal día es la presentación del sello, me gustaría que fueras y se los dijeras a los niños'".
"Ella empieza a pegarme voces"
Una invitación que fue recibida por Gloria Camila de la peor de las maneras: "En medio me llama Gloria Camila, no habíamos hablado durante este tiempo (...) Ella empieza pegarme voces, que no tengo vergüenza, 'que si quieres que vaya algún sitio me llamas a mí, no tienes que llamar a mi padre'. Una llamada muy desagradable, chillando". Esta actitud que a Rocío Carrasco le hacía ponerse en la peor de las situaciones: "Cuando me llama tengo la sensación de que la tiene en manos libres, que hay alguien escuchando, o bien que se está grabando".
Una situación que no hacía más que agradar su malestar. Por ello, ante la pregunta de un posible acercamiento con su hermana pequeña, Rocío Carrasco deja claro: "Yo creo que tengo que estar preparada. Quien no lo entiende no ha tenido nunca una enfermedad mental, un ataque de pánico. No estoy preparada para tener una conversación con ella. Esa conversación es estéril desde el punto en el que hay un núcleo que es el ser. Yo no puedo tener relación con nadie donde esté esa persona".
E igual que con su hermana, con cualquier otro miembro de su familia mediática, incluida su propia hija. Por ello, no duda en reconocer su hartazgo por las constantes insistencias públicas para que esto ocurra: "A mí no se me puede pedir que yo tenga relación con alguien que niega la evidencia, que no se arrepiente y además sigue ejerciendo lo que no debe (...) Es verdad la que soy yo la que no quiero que formen parte de mi vida, pero eso de que la familia ha estado de parte de un acercamiento es mentira. Si lo hubiese habido, tampoco lo hubiese querido, igual que tampoco lo quiero ahora. No quiero nada con ellos", sentencia.