Durante el episodio 0 se refería a su familia mediática como "una jauría", un término muy no muy alejado de aquel "alimañas" que ya les dedicó durante 'Montealto: regreso a casa'. Una palabra que Rocío Carrasco no definía ahora como un insulto, sino una definición: "Son una jauría que van a la presa más fácil, la más indefensa, la que está herida y que saben que pueden atacar y que saben que no tiene a la que está arriba, que es la que les ponía límite. Estoy describiendo un comportamiento", decía por lo que ha tenido que vivir ella misma durante todos estos años que ha guardado silencio.
"Esa fachada tenía que seguir funcionando y hasta su último aliento ellos tenían que seguir así"
La televisiva reconoce que más le gustaría a ella no tener que hablar de parte de su familia en esos términos, pero la situación es la que es: "Si fueran maravillosos, si fueran ángeles, si fueran normales, serían mi familia. Ellos no pueden ir en contra de ella, por lo tanto van en contra de la persona a la que más quería en vida". Pero para ella es algo que viene de lejos, ya cuando su madre estaba viva, porque era todo un conflicto de intereses la relación familiar que mantenía: "Ellos no fueron generosos con ella. Considero que cuando una persona es generosa con otra, es a cambio de nada y sin esperar nada".
Una acción que no es desinteresada del mismo modo que tampoco lo fue la forma de vida que eligieron una vez murió 'La más grande': "Ella desparece, y antes de que ella desapareciera, ya estaban buscando sus posiciones. Con eso queda bastante claro que, al final, lo han tenido viviendo ella y ahora cuando no está, pues también la tienen", reconociendo que vieron el silencio de Rocío Carrasco la maquinaria perfecta para seguir ganando dinero. En cambio, eso se les ha acabado ahora que ella ha encontrado las fuerzas para plantarles cara. Y advierte, esta serie documental puede acabar incluso con ese núcleo duro de la familia: "Seguramente habrá conflicto entre hermanos, pero seguramente no nos enteraremos, no se verá", reconoce.