En pleno centro del barrio de Salamanca en Madrid se encuentra la impresionante casa de Rappel. Entre el edificio de Hacienda y el del Ministerio del Interior encontramos 1500 metros de terraza, una piscina climatizada y ninguna privación en la decoración. Cerámicas y estampados que conviven con colores vivos y homenajes a la naturaleza. Una casa "llena de recuerdos" tal y como describió el propio Rappel. A Bertín Osborne lo recibió con una de sus famosas túnicas y con un "ritual para que haya suerte y armonía".
Rafael Francisco Payá Pinilla, que ese es un verdadero nombre, recuerda de su infancia que "era un niño normal", "tranquilo". Más de construcciones que de fútbol. Le gustaba "crear, dibujar" y ya sabía que la moda era lo suyo. Recuerda vestir una estatua de Apolo que había en la puerta de la tienda de su familia con algunas telas y que algunas mujeres que entraban le decían a su padre "yo quiero eso".
Sin embargo ya en el colegio le llamaban "adivino". La mayoría de las veces porque acertaba en las notas que iban a sacar los demás. Pero cuando realmente comenzó en ese mundo fue después de que una adivina, que estaba en la puerta de su colegio, le enseñara como leer las cartas después de que Rappel le ofreciera dinero por ello. Comenzó entonces a echar las cartas a parte del servicio de su edificio. Aunque esta afición le duró poco tiempo ya que su madre le lo prohibió.
El punto de inflexión que le hizo meterse de lleno en el mundo de la adivinación fue cuando presagió que su segundo hijo moriría antes de cumplir un año. Cuando nació, Rappel expresó "que pena de criatura esta niño se nos va a morir de algo de la cabeza". Efectivamente así ocurrió, le dio un derrame cerebral del que parecía que se había curado pero que le hizo fallecer a un mes de cumplir el año.
Sus mayores clientes
Así se centro en la adivinación que tal y como defendió Rappel "era mi gran aficción, mi gran hobbie". Entre sus clientes más importantes y de más peso se encontró el mismísimo Francisco Franco. Cuando Rappel le leyó las cartas estas anunciaban aspectos sobre su familia. Entonces Franco le paró emocionado y le dijo "no me digas nada más, me has hecho el hombre más feliz".
También le leyó la mano a la Pasionaria ya que esta era muy seguidora del programa de radio de Rappel. En su predicción descubrió que tenía "una R que le había marcado en su vida" por una tragedia. La Pasionaria se echó a llorar recordando a un hijo suyo, "Rubén " que había fallecido en la guerra. Otro de los que se emocionó con la predicción de Rappel fue el mismo Bertín Osborne ya que le vino a la mente la muerte de su madre.
Cuenta Rappel que en la radio era toda una estrella y que la gente se agolpaba en la puerta del estudio "para verme salir con los famosos", ya que llevaba siempre a diferentes personalidades. Entre sus predicciones más sonadas recuerda la de la boda de LolitaFlores. Una boda que relata como un caos por completo. También predijo en la Feria de Sevilla la segunda boda de María Jiménez con Pepe Sancho. "Te voy a decir una cosa, tú te vuelves a casar, pero tu te vuelves a encontrar con Pepe y te vuelves a casa con el mismo". La sevillana no daba crédito pero así fue.
Sin duda la parte en la que lo vimos más emocionado fue al recordar la muerte de su madre. En el momento en el que falleció Rappel se encontraba en Italia haciendo un programa con Raffaella Carrà y no podía dejarla tirada. Su hermana le dijo, no te preocupes "mamá desde el cielo va a hacer que sea un éxito". Por ello salió en directo mientras que su madre se encontraba en el tanatorio. Sin embargo al contárselo a Carrà y terminar el programa ella le dijo "está todo arreglado, vas para España". Le organizó todo el transporte para ir al entierro de su madre y al día siguiente ya estaba de vuelta para el programa. "Para mí es algo que me ha marcado mi vida", dijo el modisto.
Comienza el cocinado
Después de la charla en el sofá se trasladaron los dos a la cocina. De menú: migas con conejo y una buena copa de vino tinto. No faltaron los motivos por los que brindar: por ellos, por los espectadores, por España, por la paz y la alegría. Entonces comenzaron a hablar de los lugares donde él había leído el futuro. Entre los más extraños destaca "el aura de los pezones de una señora".
La adivinación puede verse en diferentes sitios defendía el madrileño. "En los rasgos de la cara, en los lunares", etc. Aunque en las manos es donde se ve mejor. Incluso podemos saber como es una persona por su físico. Fue entonces cuando defendió que "el hombre que tiene lunares en el pene es infiel".
Ni la ciencia ni la Iglesia han ido nunca en su contra. Rappel defiende que incluso miembros de la Iglesia iban a visitarle. Además añadió que "soy creyente, soy practicante". Con respecto a la ciencia tuvo una de de las consultas más especiales de su carrera. Fue la del médico Severo Ochoa, premio Nobel de Fisiología y Medicina. Este al adivinarle varios aspectos de su vida le dijo "me gustaría poderte abrirte un poco la cabeza y ver como estás por dentro". Según Rappel ha sido "uno de los piropos mas bonitos que me han dicho en mi vida".
Para la comida de Rappel todo fueron halagos. Un momento que Osborne y Rappel compartieron con su hija Tatiana, que también defiende tener dotes de adivinación y su hermana Carmen. Fue precisamente su hermana testigo de muchas adivinaciones como cuando Rappel predijo la muerte de su padre. Un día le dio un infarto a su padre y el médico le dijo a su madre que seguramente moriría allí. Sin embargo Rappel le dijo " doctor con todos los respetos mi padre se va a dormir en casa durmiendo la siesta" y así fue.
Adivinación a Bertín Osborne
Lo siguiente fue un cambio de escenario. Ambos protagonistas se fueron a la piscina donde Osborne se puso una túnica de Rappel y este le leyó los posos del café. Esto sirve, explicó, para ver el presente actual. Le dijo que tendría éxito profesional y que "se proyecta fuera de España". Le anunció dos bodas de sus hijas, y le dijo con respecto a lo de comprar una casa: "para mi que tu te acabas construyendo una casa" y precisamente esto lo corroboró Osborne. "¿Tu crees que de verdad me va a aguantar Fabiola todos estos años" le preguntó el andaluz y Rappel sin duda le contestó que sí.
Al final Rappel le regaló un cuadro como recuerdo de su casa y su amistad. Como pregunta definitiva Osborne le pregunto si había pensado en dejarlo alguna vez. A esto muy seguro le respondió "dejarlo nunca, esto es como una droga".