La audiencia decidió echar a la antigua reportera de 'Sálvame'. Aída Nizar se convertía en la cuarta expulsada del programa y acudió al plató para conceder una entrevista que no dejaría indiferente a nadie. Pero minutos antes de que se supiese quién era el concursante expulsado, los protagonistas de la gala fueron dos de los defensores que se encontraban en el estudio de Telecinco.
Mari Ángeles, madre de Aída Nizar, y Tonino Lamorghini, progenitor de Elettra Lamborghini, comenzaron una vergonzosa discusión que no acabaría del todo bien. Todo comenzaba cuando el programa emitió una discusión bastante desagradable y acalorada entre los participantes del programa. Cuando el vídeo terminó, Jordi González ofreció la palabra al defensor y padre de Elettra Lamorghini para que pudiese explicarse y así pedir disculpas a la audiencia por la actitud de su hija. El empresario lejos de calmar el asunto comenzó a gritar y a hablar en italiano mientras el presentador intentaba traducirle y calmarle al mismo tiempo.
Por su parte, Mari Ángeles en vez de permanecer callada y así mantener la educación que su rival no estaba teniendo comenzó a chillar también e intentó defender la actitud inexplicable de su hija. Al escuchar estos gritos y estas diferentes acusaciones, Tonino se encendió más y elevó el tono de voz. La mujer del empresario intentó calmar a su marido y justo en ese momento se produjo el momento más desagradable de toda la gala. Tonino propinó un manotazo a su mujer que gracias a las cámaras del programa la audiencia pudo ver.
Actitud injustificada
En las redes sociales tampoco pasó desapercibida ni la discusión entre los defensores ni el manotazo que propinó el padre de Elettra Lamborghini a su mujer. Varios usuarios no entendieron cómo los regidores del programa tan solo cambiaron de sitio a Mari Ángeles y no decidieron expulsar a Tonino del plató por cometer este acto injustificable contra su mujer. Además, otro sector de usuarios también pidió la expulsión de los dos defensores, pero finalmente la dirección prefirió hacer oídos sordos y no cometer ninguna modificación.