La última entrega de 'Mi casa es la tuya' ha tenido como invitado a alguien muy especial, Pablo Alborán, que tras dos años retirado de los escenarios, se ha atrevido a pisar el programa de Bertín y dar una explicación a la audiencia y a sus fans. En este trance no estuvo solo, sino que María Esteve, hija de Marisol e íntima amiga del cantante, le acompañó durante la velada. Además, fue ella la encargada de preparar la comida, que estuvo conformada por una hamburguesas y unas brochetas de carne. Fabiola Martínez, mujer de Bertín, también se unió a la cita, para proponer uno de los juegos más atrevidos que se hayan visto en el programa, el conocido 'yo nunca', donde los comensales desvelaron varios secretos íntimos.
Además, el programa contó con los testimonios de varios allegados del artista, como sus amigos Sandra, Begoña y Juanma; Celia Flores, cantante y hermana de María Esteve; y el cantante Pablo López.
Dos años off the record
Si había un tema primordial en la visita del malagueño era su salida de los escenarios. Bertín no tardó en ir al meollo del asunto, y preguntó directamente al cantante el porqué de este parón: "Llegó un momento en el que dejé de disfrutar. Me di cuenta después de un concierto, cuando reparé en que algo en mi vida no estaba bien, en que se estaba mecanizando todo a mi alrededor. Pensé 'se acabó'. Simplemente no me sentía yo".
El cantante abrió su corazón y sus secretos más íntimos para los espectadores, y confesó haber tenido problemas con el control con su vida: "Antes intentaba controlarlo todo, si algo no iba como quería me afectaba, hasta las cosas más pequeñas ". El presentador quiso saber si ese exceso de control se debía a la faceta de 'niño perfecto' que siempre se le ha atribuido, a lo que el cantante espetó: "Yo no soy ningún niño perfecto. A ver yo soy un niño bueno, pero he hecho las mismas tonterías que todo el mundo ".
No obstante, el cantante si que admitió haberse perdido locuras que hubiera querido hacer al margen de la fama, cosas que ha podido llevar a cabo durante los dos últimos años sabáticos: "He podido ir a la playa y que nadie se diera cuenta de que era yo, ser libre", apuntó Alborán. Y es que, el compositor echaba de menos el anonimato: " Se me había olvidado lo que era tomar algo tranquilamente, sin que me mirasen o me sacasen una foto ", apuntó. Así mismo, extrañaba el cariño desinteresado, el entablar relaciones libres de intereses: "Una vez que eres conocido no sabes si la gente es amable contigo, o es interesada y tiene algo detrás", explicaba.
Los problemas del estrellato
"Hubo una época de mi vida en el que mis momentos de paz solo estaban en el escenario, cuando salía de allí mi vida era horrible". Así explicaba el malagueño una de las peores etapas de su vida, la que le impulsó a tomarse un descanso.
Igualmente, reconoció haber necesitado apoyo psicológico para todo lo que se le estaba viniendo encima: " Fui al psicólogo, para que me echara un cable. Hubo un tiempo en el que llegaba a casa y se me caía el mundo encima. Eran muchos contrastes diarios, de repente tenías un escenario apoyándote y cuando llegabas a casa había un silencio absoluto ".
Sin embargo, estos dos años de pausa le han servido para reflexionar, para disfrutar del anonimato, de la libertad, de su familia y amigos. De lo único que no ha podido disfrutar es del amor, puesto que según afirmó no lo ha encontrado, pero aún así apostillo: " Me lo he pasado muy bien ".