'La isla de las tentaciones' ha sido un éxito inesperado para Mediaset. El programa, que llevaba esperando a ser emitido desde el verano de 2019, ha anotado unos muy buenos datos de audiencia y ha conseguido que todos los martes y jueves miles de espectadores se peguen a la pantalla para ver qué ocurre con las 5 parejas que han ido a poner a prueba su relación. La repercusión del reality ha sido tal gracias a momentos tan comentados como el de Chrístofer corriendo por la playa mientras grita desesperadamente el nombre de su novia Fani al verla besándose con una de las tentaciones: " ¡ESTEFANÍAAAAAA! ". Un momento que ha dado lugar al #EstefaníaChallenge que ha llegado incluso a colarse en programas de otra cadenas como la gala de los premios Goya 2020, 'OT 2020' o 'El Hormiguero'. Un momento que forma ya parte de la televisión en España.
Pero el programa no es igual una vez ocupa la pequeña que cuando se grabó y prueba de ello ha sido el testimonio de Mónica Naranjo. La cantante, que en este reality ejerce de maestra de ceremonias, conectó desde México con la tarde de 'Sálvame' para contar cómo vivió ella la experiencia desde dentro: "Finalmente la realidad supera finalmente la ficción", les reconocía a los colaboradores: " Durante el mes que estuvimos rodando muchas noche me iba a control porque me estaba volviendo loca con todo lo que se estaba viviendo ".
Pese a la edición del programa, la intérprete de 'Sobreviviré' asegura que los momentos de la hoguera eran realmente duros: " Ha habido muchos momentos en los que yo lo he pasado mal. Yo antes de empezar la hoguera veo las imágenes con el director. Y hay imágenes e imágenes...". Naranjo sabía a lo que iban a enfrentarse los concursantes y vivía con cierta tensión por la reacción que pudiesen tener al ver a sus parejas en ciertas circunstancias. Como así fue el momento que protagonizó Christofer al ver a su novia Fani besándose con Rubén. Un momento que, más allá de la comicidad creada en torno a él, en la isla se vivió como una situación realmente complicada.
" Entiendo que todo el mundo lo viva como una tragicomedia pero yo lo viví de forma muy trágica ", dice sobre la huida desesperada del concursante: "Vi las imágenes que se iba a emitir y ya me puse en retaguardia. La reacción de él fue muy dura. Me dieron ganas de ir detrás de él y decirle: 'Tranquilo, no estás solo'. Ese día pasé mucha tensión y mucho miedo por lo que podía haber pasado ", y añadía: " Christofer fuera de sí y no podíamos prever la reacción que iba a tener. Christofer llevaba varios días malito que no podía dormir. Estuvimos muy encima de él para lo que necesitara ".
Todo un aprendizaje personal para Mónica Naranjo
Pero más allá del culebrón que se montó en la isla con tanta infidelidad y coctelera de sentimientos, el reality ha sido toda una experiencia tanto personal como profesional para ella. " Estar haciendo la isla me ha enseñado a no juzgar, porque nunca sabes lo que sucede en una pareja. Me ha servido de espejo para saber qué quiero en una relación y que no quiero". Y Mónica Naranjo tiene claro lo que no quiere: inseguridades y cosas como las que vio en el programa, alejadas totalmente de cualquier tipo de relación sentimental sana. Y en esta filosofía de no juzgar, la cantante aseguró que no se puede tener la misma vara de medir con los concursantes como si todo lo que ocurrió hubiese tenido lugar en el mundo real, la isla ha sido para ellos como una realidad ajena a su vida: "Yo he visto personas que se han dejado llevar. He visto personas que ha entrado en una isla, en una especia de burbuja fantástica y se han dejado llevar. Claro, cuando han salido de ahí han vuelto a la realidad".