"Al principio uno no se da cuenta de que se ha ido", decía al hablar de la muerte de su padre que le pilló durante un rodaje en Francia: "Cuando te topas con la realidad entras en shock y te das cuenta de todo lo vivido, toda esa primera parte de la vida que fue compensada". Una pérdida que se convierte en un dolor cada vez más grande, una ausencia que pesa, hasta que se normaliza y deja de doler: "Durante mucho tiempo esa cosa, ese vacío, una punzada que se va haciendo cada vez más grande, desoladora, angustiosa, no te deja respirar, pero de pronto se va".
Un dolor que reconoce haber sufrido también con la muerte de su madre, algo que ocurrió muchos años después, pero que le dolió igual. Pero es un sentimiento, una sensación, un pesar que Miguel Bosé compara con la pérdida de aquellos seres queridos que de una forma u otra te marcan y son importantes para ti: "También me pasó con los perros", reconocía: "Perdón mamá, perdón papá", decía por si fuera ofensivo.
Una sensación que Paola Dominguín, su hermana, asegura que pesó mucho para su hermano por la muerte de su padre porque tal y como había sido relación había muchas cosas que arreglar entre ellos y que su marcha nunca se lo permitió: "Lo que te hace sentirte mal cuando un ser querido se va son las cosas pendientes. Esa es la cosa que te queda. Si tú estás en paz y orden con esa persona, la muerte la aceptamos. Con mi padre sí dejó cosas pendientes. Lo qué, no lo sé, tengo esa sensación", reconocía en plató.
"Yo tengo lo peor de mi padre, el mal genio, el mal carácter"
Y es que la relación con su padre -tal y como recoge la serie- no fue precisamente buena entre ellos, ni buena para el propio Bosé, sobre todo en su juventud. Unos duros episodios que se relatan ahora a través de la ficción, pero que en su momento fueron una realidad hiriente que vivió en sus propias carnes: "La realidad supera cualquier ficción que tú puedas hacer. Cuando mi padre dice en la serie que yo no era deseado, que era un frustración, un fraude y no digno de ser un heredero para llevar ese apellido, me lo dijo".
Una figura que, como la de su madre, le marcó y le hizo ser quién es hoy en día, para bien y para mal: "Yo tengo lo peor de mi padre, el mal genio, el mal carácter. Tengo la torería, que como decía mi abuelo domingo: 'Ser torero no solo es una profesión, es una actitud en la vida' (...) Mi padre tenía cosas muy malas, pocas y muy fuertes; y mi madre tenía cosas muy molestas, no tan malas. Era dos personas magníficas, pero era difícil sobrevivirles".