Como cada domingo, Toñi Moreno se pone al mando del programa 'Viva la vida', donde varios invitados acuden a hablar precisamente de eso, de su vida, y esta pasado 8 de abril fue el turno de Maxim Huerta, quien se sinceró hablando de su infancia como un niño aterrado y de la dura pérdida de su padre con Alzheimer.
El escritor no quiso decir exactamente cuál fue el motivo de esa infancia a la que no dedica especialmente palabras bonitas, pero sus declaraciones eran bastante claras al respecto: " A mí la infancia no me gustó. Yo tenía ganas de crecer, hacerme mayor, y de correr, y salir de esa infancia que era eterna", dijo ante las cámaras del programa.
Aseguró que "pertenezco a una época que... bueno, no quiero decir", pero siguió argumentando con palabras bastante significativas y cargadas de intenciones: " La infancia debería de ser maravillosa para todos, pero hay infancias que no son bonitas y no pasa nada. Pero yo estoy muy orgulloso de cómo he crecido". Toñi Moreno quiso quitar carga emocional al momento preguntando si él también era de esos que les "llega un punto en los 40 que ajusta cuentas con su infancia", y el también periodista añadió "también perdonas".
Huertas acudió al programa para presentar su último libro, 'Firmamento', y asegura que fue su pasión por escribir la que le salvaba muchas veces de los momentos complicados de su infancia: " Yo escribo porque quería inventarme una vida. Y yo creo que leía porque quería escaparme a otros lugares. Y me inventaba paraísos", asegura que, pese a todo, "no tengo rencor hacia el pasado, y no tengo recuerdos feos. Soy de los que saben borrar bien las cosas. De quedarme con la parte buena".
La reciente muerte de su padre
El que había sido presentador durante muchos años de Telecinco perdió hace uno meses a su padre a causa del Alzheimer y ha querido compartir sus sentimientos más profundos al recordarlo: "Yo agradezco a la vida los últimos tres años de Alzheimer de mi padre porque él se fue en paz y yo también".
Muy emocionado, recuerda los bonitos momentos que le brindó su padre a esa infancia tan dura de la que ya había hablando: "Mi padre me quiso dar todo lo que él no tuvo: mi padre era un hombre de campo, un hombre camionero, un hombre de viñas... soy hijo de un hombre rudo, de los que les cuesta soltar los sentimientos. Él me quiso comprar todo lo que no tuvo. Él me apuntó a mecanografía porque quería que escribiese y que fuese médico y todas estas cosas". También reconoció que lo que más echó en falta fue que su padre le hubiese dicho todo el orgullo que sentía por él: "Yo sé que me quería. Incluso alguna prima de Utiel [su pueblo natal] dice: '¿saber como hablaba de ti?' y ojalá me lo hubiera dicho ".