SERIE COREANA

'El juego del calamar': un espectáculo sádico a lo 'Saw' y 'Los juegos del hambre'

La serie se ha convertido en todo un fenómeno después de haber triunfado en la plataforma de streaming a lo largo y ancho del planeta.

Tamara García Copado 09 Octubre 2021 en Bekia

Sorpresa. 'El juego del calamar' está muy cerca de convertirse en la serie más exitosa de Netflix, y es que el drama surcoreano se ha popularizado de una manera increíble en todo el mundo. Parece que Corea del Sur se ha convertido en la gran apuesta para la plataforma, sobre todo teniendo en cuenta que en 2021 ha invertido la misma cantidad que ha invertido los cinco años atrás en producciones creadas en dicho país. El éxito de esta serie, que deja la puerta abierta a una continuación en un futuro, seguro que ayuda a que se afiance Netflix en el país asiático.

Mientras se conoce si habrá una segunda parte, aunque su creador se muestre reticente a que la haya, podemos disfrutar de la primera, de su trama atípica, pero tan atractiva que pocas veces hemos visto no solo en Netflix, sino en otras plataformas de streaming, y que consigue que salgamos de ese círculo vicioso de series con tramas parecidas, recurrentes y superficiales.

Y vale, puede que no sea todo lo nueva que nos gustaría, porque referencias tiene de manera directa -quizás el director se haya inspirado- o indirecta, pero se merece la atención de los espectadores que consumen siempre el mismo tipo de contenido sin plantearse que existen otras muchas formas de contar historias llenas de enganche.

El creador de 'El juego del calamar', Hwang Dong-Hyuk, ha explicado que su historia también tiene su origen en los cómics manga que tratan juegos de supervivencia, un género que le encanta. En una entrevista en Variety, Dong-hyuk, guionista y director de la serie, ha explicado cómo los primeros esbozos de esta historia se remontan a 2008, aunque su idea fue concebida para convertirse en una película.

"En mis comienzos, pasaba apuros económicos y pasaba mucho tiempo en cafeterías leyendo cómics como 'Battle Royale'. Me imaginaba cómo me sentiría si yo mismo participara en esos juegos. Pero los encontraba demasiado complejos, y por eso preferí usar juegos para niños", ha dicho en esta intervención. Y es en el inicio de la serie cuando se conoce el motivo por el que la serie se llama de esta manera, por un famoso juego infantil de Corea del Sur al que el director jugaba cuando era un niño.

La trama: deudas y la incansable búsqueda de la felicidad

El protagonista de la serie es Seong Gi-hun, un hombre lleno de deudas que es perseguido por sus acreedores. No tiene trabajo, ha fracasado en su matrimonio y cada vez está más alejado de su hija, quien vive con su madre y su padrastro. Mientras tanto, él comparte casa con su madre, una mujer trabajadora y anciana a la que roba dinero para sucumbir sus deseos de participar en diversas apuestas. Su vida va en picado, y es en ese momento cuando en el andén del metro un hombre le ofrece ganar una importante suma de dinero jugando con él ahí mismo a algo muy sencillo.

En caso de fallar en el juego lo único que recibe es un tortazo en la cara, así que en realidad no tiene mucho que perder. Después de varios intentos a los que se suman sus respectivas bofetadas, consigue el dinero y una invitación a unirse a un juego de mayor envergadura con el que conseguir un premio cuantioso. Sin saberlo, comienza a formar parte de una competición con otros 455 participantes, todos con grandes deudas sobre sus espaldas como él. El premio son 45.600 millones de wones (cerca de 33 millones de eros), pero lo que ninguno se imagina es que en realidad sus vidas estén en juego.

Dos referencias clave: 'Saw' y 'Los juegos del hambre'

Nos sumergimos en la serie por el morbo, por la tensión que se siente al no conocer cuál será el destino de los personajes y por esa intriga creada al no saber tampoco cuál será el siguiente juego. La historia está llena de momentos de violencia, donde al final más allá del premio, prima la supervivencia. El juego se convierte en una inverosímil batalla a vida o muerte, regada por la absurdez y englobada en un entorno en el que al final prima la idea de la ambición. Sí, es una crítica social al mundo capitalista, en el que los intereses económicos consiguen estar por encima de los humanos.

En la misma entrevista, el director ha dicho: "Quería escribir una historia que fuera una alegoría o una fábula sobre la sociedad capitalista moderna, algo que representa una competición extrema, algo así como la competencia extrema de la vida. Pero quería usar el tipo de personajes que todos conocemos en la vida real. Los juegos son extremadamente simples y fáciles de entender. Eso permite a los espectadores centrarse en los personajes, más que estar distraídos intentando entender las reglas".

En cuanto a sus referentes dentro del mundo audiovisual, fácilmente rescatamos la idea de supervivencia de 'Los juegos del hambre', donde unos se matan a los otros y solo una persona puede llegar viva al final. Se expone la confrontación de ideas entre lo que está bien y mal, y cómo eso puede llegar a repercutir en la vida de una persona.

La otra clara referencia en el cine es la saga 'Saw', thillers en los que prima el sufrimiento y la tortura, aunque es un psicópata peligroso y anónimo el que propicia el dolor. La muerte, presente en todo momento en la trama, consigue atrapar a través de esa intriga y desconfianza creada alrededor de cualquiera de los personajes, parece que nadie podrá salvarse de sucumbir al deseo de conseguir el premio.

Un enorme atractivo audiovisual: lo diferente impacta

Sus escenarios, tan atípicos como su trama, se convierten en uno de los grandes atractivos visuales de la serie. Uno de ellos son esas escaleras que parecen infinitas y y que son de colores rosados, mentas y verdes, sin hacer presagiar todo lo que ocurre al otro lado de sus paredes, cuando van a las salas, también peculiares, donde compiten en diferentes juegos infantiles para conseguir llegar hasta el final.

Quizás este escenario, el de las escaleras, sea una manera de rendir homenaje a M.C. Escher, el artista neerlandés conocido por sus grabados al mezzotinto, sus grabados xilográficos y dibujos de mundos imaginarios y figuras imposibles. Y entre los colores empleados y la violencia que se refleja en sus escenas, hay una clara mezcla entre lo infantil y perverso, la oscuridad dentro de un clima aparentemente feliz.

Del mismo modo, no solo es una serie que ha conseguido atrapar a los espectadores por su temática y por su estética, sino también por su manera de contar las cosas, muy diferente, pero no por eso menos efectiva. Lo cierto es que en películas de este estilo, siempre se genera una intriga alrededor del pasado de los protagonistas, como sucede con 'The walking dead', pero aquí no se explora la vida a través de la técnica de flashbacks, sino que se conoce la realidad de cada uno cuando abandonan el concurso por voluntad propia, para posteriormente regresar sin ser coaccionados o presionados.

El mensaje: una crítica social al capitalismo

No olvidemos que esta serie ha sido creada en Corea del Sur y que quizás el sentir de los habitantes de este país asiático sea más o menos el mismo para con el dinero y con el sistema capitalista al que pertenecemos. La serie, más allá de su estética, de su trama maestra o de sus estilo rompedor, también incluye un mensaje que no puede pasar para nada desapercibido y es cómo de importante es el dinero en nuestras vidas y hasta dónde estaríamos dispuestos a llegar para salvaguardar nuestro futuro, olvidándonos de todos los problemas derivados de una mala economía.

Si te pierdes un poco, quizás deberías ver otra producción muy exitosa de este país, 'Parásitos', que a grandes rasgos también critica el sistema. Este filme claramente es anticapitalista, es más, en ocasiones parece antisistema, eso sí, denuncia con mucho humor y con situaciones prácticamente inverosímiles, como sucede en la serie, rozando el absurdo, una realidad que a veces nos empeñamos en no ver. Deudas, trabajos estresantes o inexistentes, precariedad y falta de felicidad como temas principales tanto de 'Parásitos' como de 'El juego del calamar'.

Como curiosidad, estas dos ficciones comparten el mismo compositor de banda sonora, Jung Jae-il. Las interpretaciones en cierto modo se acercan a la parodia, sin perder el rumbo y sin olvidar los problemas reales a los que se están enfrentando los protagonistas. La desesperación humana nos arrastra hacia situaciones en las que jamás nos gustaría encontrarnos y a comportarnos como si la mente se nos nublara, desdibujando el bien del mal cuando el dinero entra en juego y se convierte en la llave que abre la puerta hacia la aparente felicidad.