Un desencuentro que llevó a la italiana a irse a dormir a otro punto de la isla, distanciándose físicamente del uruguayo, que rápidamente acudió a su encuentro para interesarse por cómo estaba y conocer la razón de ese desplazamiento. Ella, muy sincera, no dudó en exponer que considera que le había hablado "como la mierda".
"No tergiverses las cosas como haces a veces. No estés escuchando para después apuntarme con el dedo. No eres la abogada del diablo para decir lo que tengo que hacer. Me molesta porque ese tema no es tuyo", respondía Hugo, mientras que Ivana insistía en que no se le podía "decir nada" y que no acepta ninguna opinión contraria a la suya.
"Yo soy así, o lo tomas o lo dejas, pero no me enjuicies todo el día con lo que hago", sentenciaba el aventurero, que considera que cuando su chica le dice algo parece que se lo está imponiendo y él eso no lo va a consentir: "Yo me siento así. Tú puedes decir una cosa y ya está, pero no imponerme nada".
Avilés sigue con su teoría del montaje
Y mientras el noviazgo de Hugo e Ivana atraviesa por sus horas más bajas desde que se dieran su primer beso, José Antonio Avilés sigue asegurando en su playa junto a Elena que todo se trata de un montaje que ya venía construido desde antes de irse a Honduras.
"Para ganar el maletín muchos venden su alma al diablo. Es mucha casualidad que encuentres el amor así, cuando encima su hermano le estaba escribiendo antes", aseguraba el periodista, mientas que Elena defendía a su exyerno considerando que "lo que haya hecho su hermano estoy segura que él ni lo sabe". Sin embargo, Avilés aseguraba que él lo sabía porque, de hecho, asegura que se lo contó a él el propio Hugo.