Está claro que no todos los participantes de 'Ven a cenar conmigo' deben ser unos grandes y expertos cocineros, pero si hay algo que se les exige es que trabajen a fondo su menú y que participen en su elaboración. Todo lo contrario de lo que ha hecho Suso Álvarez en la segunda entrega de la undécima edición de la versión gourmet. El exconcursante de 'Gran Hermano' les ha vendido a Topacio Fresh, Enrique San Francisco y María José Cantudo una serie de elaboraciones que se han llevado la alabanza de todos sus comensales y en las que, sin embargo, el anfitrión apenas ha participado.
Su primer plato ha sido una pasta rellena que ha mezclado con nata solo unos minutos antes de servirla y, sin embargo, se lo ha vendido al resto de concursantes como un plato de cocina gourmet. La misma estrategia ha seguido con el segundo plato, un pato al horno acompañado de una salsa de vinagre y mermelada que obviamente él no ha cocinado, puesto que el pato ya venía hecho y la única elaboración ha sido mezclar el vinagre y mermelada.
Un descaro del que el propio Suso ha presumido en las entrevistas personales diciendo de sí mismo que es "un vende humos" y "un gran mago". Y es que, les ha vendido como nadie su menú, a pesar de que incluso ni los entrantes había preparado. Ha presumido de haber hecho el gazpacho que ha ofrecido, cuando de hecho luego ha terminado por reconocer que era comprado.
Una vez más le sale bien la estrategia
Y, como no podía ser de otra forma, su plan ha funcionado. Ha logrado un siete de cada uno de sus invitados, lo que le ha permitido colocarse a la cabeza de la clasificación con 21 puntos. Ahora bien, él, ni corto ni perezoso ha reconocido que su papel como cocinero ha sido una auténtica mentira y que "se puede mentir a gente de mucha edad", para lo que ha matizado: "Solo hace falta creérselo".