Esto es algo que ya habían hecho en la edición anterior y precisamente el gallego (junto Alfred) se había ganado un cameo en la segunda temporada de la serie de Netflix. Ese era también el motivo de su vida a la Academia que, a diferencia de lo que hicieron sus compañeros de concurso, no volvía a su casa para presentar sus éxitos musicales si no para vivir con ellos unas horas mucho más intensas. Y vaya si lo fueron.
Como les pasó a todos lo demás, volver a pisar la que fue su casa durante varios meses no era tarea la fácil y los sentimientos de Roi estaban a flor de piel: "Estoy muy nervioso, lo siento. Me soltaré", reconocía nada más entrar y volver a ponerse delante de las cámaras del concurso. Con total profesionalidad, el cantante reprimió sus sentimientos para centrarse en lo realmente importante: ayudar a los Javis y a los triunfitos a tener una magnífica clase de interpretación.
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Pero no fue fácil, más aún teniendo a la pareja de directores al lado cuya mayor capacidad es la de sacar todo lo que los concursantes tienen dentro hasta el punto de romper a llorar por la montaña rusa de sentimientos. Y Roi no fue menos. De hecho fue el primero que dejó brotar las lágrimas al sentirse de nuevo como hacía un año, cuando en ese mismo sitio ensayaba las canciones para las galas de la mano de los que ya son sus grandes amigos como Cepeda, Ana Guerra o Aitana: "Me identifico. Ya me siento mucho más del grupo", decía Roi tras recomponerse un poco.