La Duquesa de Alba siempre mantuvo una relación muy especial con la más pequeña del clan y, lo cierto es que durante los últimos años de vida de la aristócrata, madre e hija eran inseparables tal y como demostraron las numerosas instantáneas de ambas disfrutando de las vacaciones en las aguas de Ibiza.
Por ello, y aunque la muerte de su madre fue uno de los momentos más duros, hoy es capaz de hablar de ello y recordar a su madre sin derrumbarse. " Lo que más echo de menos es su personalidad porque tenía unos golpes geniales. Y es que cuanto más mayor, se convierten en niños y al final tienes que cuidarles tú".
Ahora bien, parece que la aristócrata encontró una manera de homenajear a su madre y lo hizo como mejor sabe: a través de una colección de joyas. Esta la creó a partir de un camafeo propiedad de la familia y con un gran valor sentimental para la Duquesa de Alba a la que denominó Tanuca, pues así era como su abuelo se refería a su madre cuando esta era pequeña.
La familia es una piña
A pesar de las desavenencias que según numerosas publicaciones mantuvieron los hermanos con respecto al reparto de la herencia, finalmente Eugenia Martínez de Irujo se ha pronunciado y ha confirmado: "Con la herencia hubo sus más y sus menos", dejando entrever que lo publicado no había sido del todo desacertado.
Sin embargo, y dejando las rencillas a un lado, también ha querido aclarar que siente verdadera predilección por sus hermanos, aunque haya ciertos temas en los que no estén de acuerdo. Y es que parece ser que la caza es uno de ellos, una disciplina de la que ella se ha declarado contraria como amante de los animales: " Detesto la caza. Además, llevo sin ir a una plaza de toros 20 años. Cada vez me da más pena y lo paso muy mal".