Ágatha Ruiz de la Prada se ha convertido en una de las invitadas del programa de Samanta Villar para hacer un repaso sobre algunos momentos significativos de su vida, partiendo desde su infancia. En este recorrido no solo ha hablado de su vida personal, sino también profesional, combinándolas en todo lo que ha ido contando sobre sus inicios.
La primera parada de esta entrevista ha sido para visitar a dos de sus tías, Mercedes y Dela, quienes han contado cómo era la diseñadora de pequeña, juguetona y dicharachera. Esta visita la ha llevado a cabo en Torre Arnús, enseñando el jardín en el que jugaba de niña. Y esta no ha sido la única propiedad que ha visitado, sino que también ha ido a Brea del Tajo, en Madrid, enseñando el lugar donde tiene sus perros, más de 150 gallinas y una burra. Ha sido aquí donde ha aparecido una de sus mascotas llamada Perro Jota, haciendo un guiño al nombre de su exmarido -Pedro Jota-, aunque sigue siendo 'innombrable' como ella misma ha dicho en más de una ocasión.
La diseñadora ha confesado a Samanta Villar dos momentos muy emocionantes y especiales en su vida: su primer desfile y cuando fue mamá de sus hijos. "El primer desfile es una maravilla. Creo que no hay nada más emocionante que el primer desfile. Bueno, solamente cuando nació Tristán, que yo tenía como 26 años. Fue la pera. Y luego nació Cósima, creo que es lo más emocionante que le puede pasar a una mujer", ha contado mientras pintaba un cuadro.
Y sus raíces aristocráticas han tenido mucho peso en su vida, por lo que también ha hecho un repaso a su árbol genealógico. Por otro lado, ha aprovechado para recordar a su padre, uno de los socios fundadores del Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca, quien tenía una buena colección de arte, algo que le mantenía muy ocupado.
Ágatha Ruiz de la Prada ha contado que tenían un museo privado en casa al que solo dejaban acceder a un grupo muy reducido de personas y en sus diseños ha influido mucho el arte del que ha bebido toda su vida. "Mi padre era un visionario del mundo de la arquitectura y el arte. Vio lo que iba a hacer Antonio López y nos tenía en su casa cambiando los cuadros continuamente. Llegó a comprar una de sus pinturas muy barata y después la revendió por unos cien millones de pesetas. Mi madre nunca entendió que le gustara tanto la pintura ", ha dicho, añadiendo que aunque aprendió mucho de arte a través de él, no fue un buen padre para ella.
Los momentos más duros para ella
Y recordando a su familia ha recordado dos de los momentos más dolorosos para ella: "La depresión de mi madre y pelearme con mis hermanas ", ha confesado. En su primer estudio trabajó junto a sus dos hermanas, pero después de 7 años trabajando juntas la cosa acabó mal: "Me sentí traicionada", añadió.
Y sobre esto ha dado más detalles: "¿Me pelee con mis hermanas? Hubo una cosa que yo consideré una traición por parte de mis hermanas... Yo estoy en Barcelona, llamo, no me cogen, llamo, no me cogen. Veinte veces llamo o más. Lo dejo y vuelvo a llamar más tarde y me cogen: Oye pero que hacéis que he llamado cuarenta veces y no me habéis cogido el teléfono. Y entonces, me dice mi hermana ' Vengo de casarme '. Yo me quedé, me quedé en estado de shock, pero estado de shock. No lo entendí. Todo el día con tus hermanas, duermes con ellas, les cuentas todo... ", y después de esta experiencia ha dejado claro que ahora para ella su familia no es el centro de su universo.
La muerte de su madre también dejó huella en ella, aunque más la depresión que había conseguido consumirla, como ha concluido: "Más que la muerte, a mí lo que me da pena es la vida traumática de mi madre y ya te digo, sin ninguna necesidad. Tenía dinero, era guapa, tenía cinco hijos estupendos, tenía un montón de amigas, una familia espectacular... podía haber sido feliz. Yo lo intenté con todas mis fuerzas pero era imposible".