Pues bien, este año todos han sido un poquito más cobardicas y no se han arriesgado demasiado. Por un lado, hemos tenido la tensión y los nervios de los cortes de pelo. La primera en pasar por la mesa era Melyssa Pinto quien se caracteriza, precisamente, por su larguísima melena. La concursante tenía que decidir cuántos centímetros de melena cortarse para conseguir una hogaza de pan, un tarro de crema de cacao y una llamada de su hermana.
Después de ir viendo a todos sus compañeros pasar por la mesa, era la última en tomar la decisión y gracias a su madre no tuvo que cortar demasiado. Jorge Javier Vázquez le propuso cortar el pelo a ambas pero menos cantidad y así Melyssa podría tenerlo todo y, efectivamente, así sucedió. En cuanto a cortes de pelo, Olga Moreno fue la otra concursante que tuvo que renunciar a un poquito de su melena que, según ella, le ha costado 45 años conseguir.
Su tentación eran todo productos de su tierra, algo con lo que se le hizo la boca agua, pero a la hora de la verdad, Olga Moreno decidió cambiar y arriesgarse, asegurando que se cortaba el pelo por el hombro si lo que le daban era crema de cacao con pan como a Melyssa. La propuesta fue aceptada y la concursante terminó con media melena menos. El menos valiente de todos fue Gianmarco, a quien tentaron hasta con tres pizzas gigantes a cambio de raparse el pelo al 2 pero, por más que lo intentaron, el italiano no aceptó la propuesta porque era demasiado cambio para él.
Más penitencias a pagar
Lola tuvo la opción de cortarse el pelo por comerse una hamburguesa tremenda pero decidió dejar pasar esa oportunidad y lanzarse a lo que había bajo otra tapa. Fue entonces cuando le cayeron todas las penitencias que no ha tenido que pasar por haber sido desterrada: estar sin ver, atada, atada a un compañero y sin hablar, un día cada cosa. Y finalmente, el más divertido de todos fue Tom Brusse, a quien le tocó la misma penitencia que a Albert Barranco en su día: un taparrabos. A cambio, el concursante podrá hacer una llamada a Sandra Pica y comerse un gran sandwich. Sin duda, fue el momento de la noche, porque el taparrabos no tapó todo lo que debía tapar dejando al aire una parte de su cuerpo durante unos segundos.