Si hace apenas 24 horas salían a la luz unas declaraciones de uno de los creadores de los míticos personajes infantiles, Mark Saltzman, en las que reconocía que se había inspirado en él y en su novio para crear los famosos muñecos y por lo tanto el los consideraba una pareja homosexual; ahora la organización sin ánimo de lucro que vio nacer a Epi y Blas, Sesame Workshop ha lanzado un comunicado en el que niega estas informaciones. Unas palabras muy similares a las que ya pronunciaron hace años atrás cuando el tema de la posible homosexualidad de los muñecos.
" Como siempre hemos dicho, Bert y Ernie [los nombres originales de Epi y Blas] son mejores amigos ", comenzaba el mensaje: "Estos fueron creados para enseñar a los niños en edad preescolar que las personas pueden ser buenas amigas de aquellos que son muy diferentes. Aunque sean identificados como personajes masculinos y posean muchas características y rasgos humanos, como la mayoría de las marionetas de 'Barrio Sésamo', siguen siendo marionetas y no tienen orientación sexual ".
También uno de los cocreadores de los personajes, Frank Oz, quiso intervenir para desmentir las palabras de que fue su compañero durante el proceso creativo: "Parece que a Mark Saltzman le pregunto si Bert y Ernie son gais. Está bien si él lo cree. No lo son, por supuesto. Pero ¿por qué esta pregunta? ¿Importa en realidad? ¿Por qué la necesidad de definir a la gente solo como gais? Hay mucho más en un ser humano que heterosexualidad y homosexualidad", era su opinión al respecto.
Tachados de retrógrados
De esta manera se pone fin así a una pequeña celebración que el colectivo LGTBIQ+ llevaba festejando desde que se había confirmado así su homosexualidad reconociendo la importancia de todo tipo de representaciones en los programas infantiles. Tras la publicación del comunicado, muchos fueron los que decidieron recriminar esta necesidad de negarlo: " Es decir, ¿los teleñecos tienen todas y cada una de los rasgos humanos menos la habilidad de amarse entre ellos de una forma romántica? ", escribía Charlotte Clymer, promotora de la campaña por los Derechos Humanos en Estado Unidos.