A pesar de que 'El juego del calamar haya conseguido eclipsar a la audiencia de Netflix, hay otra serie que ha conseguido colarse entre las más vistas de la plataforma y esa es 'La asistenta'. Lo cierto es que su trama dista mucho de la de la primera ficción, pero sin duda su visionado debería ser obligatorio para entender la precariedad que muchas mujeres atraviesan en el momento en el que deciden liberarse del yugo del patriarcado.
La protagonista es Alex, una joven de 25 años a la la actriz Margaret Qualley da vida de una manera impecable. Es inteligente, simpática, optimista, pero vive con un hombre que ha conseguido anularla. Su hija y ella viven del trabajo de él, puesto que Alex se ha centrado en cuidar a la pequeña Maddy. Pero poco a poco irá viendo cómo es alejada de su entorno por su pareja y cómo depender de él la está arrastrando al abismo.
El alcohol se convierte en un gran problema en la vida de Sean, comportándose de una manera muy abusiva con su pareja. El maltrato psicológico está a punto de convertirse en físico, y es en ese momento cuando Alex decide huir con su pequeña, para encontrar un futuro mejor para ambas, pero las trabas del sistema lo harán prácticamente imposible.
Lo primero que hace es acudir a asuntos sociales, pero las piedras en su camino se van acumulando. Mientras tanto, no cuenta con apoyo de nadie de su familia, y es que su madre, a la que da vida Andie MacDowell y que además es la madre de la actriz en la vida real, no es un pilar en el que sustentarse, sino todo lo contrario, se convierte en un problema añadido en su día a día por su inestabilidad mental e inmadurez. A su vez, las distancias con su padre son más que evidentes e incluso consigue se abren varias heridas del pasado.
'La asistenta' está inspirada en una autobiografía de Stephanie Land, una mujer que dejó de lado sus sueños para salir de una relación abusiva y sacar adelante a su hija. Su experiencia la fue escribiendo en un cuaderno y en un blog, que terminaron siendo publicados en el 'New York Times' como 'Maid: Hard Work, Low Pay, and a Mother's Will to Survive' ('La asistenta: trabajo duro, poco salario y el deseo de una madre de sobrevivir').
La violencia invisible
Es la violencia que no se ve, la psicológica, la que se refleja en esta ficción, con ataques de ira de Sean, que en ocasiones vienen motivados por su alcoholismo, pero que en ninguno de los casos tiene justificación. La protagonista se da cuenta de la realidad de su situación cuando él revienta una jarra y tiene que retirar cristales del pelo de su hija.
Y es que su relación es abusiva en muchos sentidos, por el hecho de que la intimida con sus palabras, pero también por el deseo del maltratador de que su pareja dependa en todos los sentidos de él, sobre todo en el económico, pensando que no tiene más opciones para conseguir una vida digna. Y ella lo intenta, aunque como era de esperar, en un primer momento es una decisión complicada de tomar. Lo primero porque a pesar de su huida no le denuncia, es más, no lo hace porque no considera que la haya maltratado, asumiendo que violencia es solo la física y no todo lo demás que ella está sufriendo en su propia piel.
Una vez ha huido, deberá luchar por salir de la indigencia, por conseguir que su hija tenga una vida digna, ofreciéndole comida, un techo y cuidados. Pero todo se le hace cuesta arriba y la única salida que encuentra es ponerse a trabajar por un sueldo precario e insuficiente.
Eso sí, la serie no está exenta de humor frente a su desesperación, y es que a pesar de la crudeza de sus circunstancias, es asombroso cómo intenta sacar fuerzas para salir adelante pensando siempre en el bien de su hija, anteponiendo la vida de su pequeña a la propia, aparcando sus sueños para trabajar todo el tiempo que le sea posible.
La precariedad laboral de las mujeres
La protagonista solo puede aspirar a un trabajo mal pagado que no le da para vivir a menos que reciba ayudas. Su jefa no tiene ningún tipo de piedad, no tiene consideración con ella y sus circunstancias y le exige más de lo que pudiera permitirse. Y además de que haya conseguido un trabajo poco digno, también tiene que asumir los gastos de los productos de limpieza, pagar su gasolina y trasladarse en ferry a una de las zonas más caras de Estados Unidos para limpiar las casas de personas adineradas y con vidas muy diferentes a la suya.
Las cuentas no salen y uno de sus mayores problemas con tanta precariedad es encontrar un hogar para su hija y para ella. Además, sabe que no puede contar con los cuidados de su madre, por lo que no tiene a nadie que se pueda hacer cargo de Maddy, así que deberá acudir a una guardería, un gasto añadido a sus circunstancias que tampoco podrá afrontar.
Por suerte un amigo del pasado la va salvando de algunos de sus problemas, le regala un coche después de que perdiera el suyo en un accidente e incluso le presta su casa, aunque la relación entre ellos no termina de la mejor de las maneras por las malas decisiones de Alex.
Mientras lidia con sus problemas económicos y personales, encuentra un resquicio de calma en la escritura y es a través del papel donde va contando cómo es su día a día en las diversas casas que va limpiando. Eso sí, su talento está frustrado y esta es la única manera de que vea un poco la luz.
La maternidad desde varias esferas posibles
Más allá del reflejo de la lucha de una madre por conseguir el bienestar de su hija, también se cuenta cómo son sus vínculos personales y cómo la maternidad se puede vivir de maneras muy distintas. Mientras que ella vive por y para su hija, la visión de su madre, Paula -interpretada por MacDowell-, es muy diferente. La única manera que ha encontrado para seguir hacia delante ha sido negar sus problemas, sin ser consciente de su propia realidad o de las consecuencias de sus decisiones.
Ese vinculo de madre e hija que podría ayudarla a seguir hacia adelante se convierte en todo lo contrario, es más, la inestabilidad de su madre se convierte en un grave y asfixiante problema para poder avanzar. Lo que está claro es que a pesar de que la pequeña Maddy haya nacido tras un embarazo no deseado, la protagonista no muestra en ningún momento un ápice de arrepentimiento, sino todo lo contrario, demostrando que su hija es su razón de vivir.
Además, y mientras entabla una relación personal con una de las dueñas de las casas que limpia, se puede apreciar ese increíble amor que siente por la pequeña Maddy, cuando Regina, una mujer rica y sin ningún aparente problema, asumirá su maternidad de una manera muy diferente.
La frustración por no poder concebir a su propio hijo se transforma en otra que sale a relucir cuando siente que no podrá amar a su hijo nacido a través de la gestación subrogada. Y es Alex, con todos sus problemas, con sus dramas, con la impotencia y con el dolor, la que la ayuda a asumir su nuevo rol como madre y a enseñarle lo que significa ser madre.
Una obligada reflexión
En conclusión, se trata de una serie que profundiza en un problema que se da en la sociedad más de lo que desgraciadamente debería, no obstante, hay quienes no encuentran a personas en su camino que les faciliten las cosas a través de un abogado o coche gratis, sino que por mucho que luchen nunca conseguirán librarse de una situación al borde de la indigencia.
Lo cierto es que sí que nos demuestra algunos aspectos básicos con los que debemos quedarnos y es que la violencia se puede dar de muchas maneras y que no hay que esperar al primer bofetón para intentar salir de una situación llena de amenazas y humillación. Otra de las cosas a anotar es que una red se personas es muy importante para que la víctima lo supere. Aunque en este caso la ayuda familiar es prácticamente inexistente, hay quienes sí tienen la suerte de contar con una familia que se convierta en su apoyo. Y por último, que tenemos el derecho de venirnos abajo en situaciones extremas, pero también tenemos que encontrar la fortaleza para empujar nuestras vidas y lograr salir adelante sin sucumbir a la tristeza o debilidad.