Ana María Aldón ha vuelto a poner de actualidad algunos de los momentos más duros de su vida después de someterse a una hipnosis en pleno directo en 'Fiesta'. Uno de ellos fue la complicada maternidad de su segundo hijo, que coincidió con el ingreso en prisión de Ortega Cano, algo que dificultó mucho las cosas y por lo que acusó una llamativa soledad en un momento tan importante. Una denuncia pública que no sentó nada bien en el seno de la familia Ortega Cano, que rápidamente llamaban a Beatriz Cortazar, colaboradora del programa, para hacérselo saber y que se lo transmitiese a la diseñadora en directo.
"No está bien, no está nada contento con las cosas que se han dicho, con cómo se ha descrito la soledad que Ana María sintió durante el tiempo que él estuvo en Zaragoza", decía la colaboradora tras colgar la llamada telefónica con el diestro: "Él, por encima de todo, siempre repite que siente adoración por su hijo. Ni él ni su familia están nada conformes con cómo se ha descrito la situación ".
Además, tanto Ortega Cano como la persona que se encontraba junto a él durante la llamada, Aniceto, aseguran que la soledad de Ana María no habría sido tal como ella la ha descrito porque, según ellos, nunca se le dejó sola: " Esa soledad que se describe no ha sido tal, ella ha estado acompañada de una persona de confianza, que Aniceto también ha estado", aseguraba la periodista hablando por el que fuera marido de Rocío Carrasco.
Unos reproches que indignaban todavía más a Ana María Aldón que volvía de nuevo a ser negada por la familia de su todavía marido a la hora de contar sus vivencias: "Yo en ningún momento me he referido a nadie. Lo que he dicho es que yo me sentía sola sin el padre y sin mi familia (...) Cuando yo hablo de soledad me refiero a otra vez sola con un niño y sin el padre. Estuve los 3 primeros meses sola con mis dos hijos. Perdónenme la vida si no tengo derecho a sentirme sola".
"Cuando ha tenido que haber una reacción sobre otras palabras no las ha habido"
Una negación de sus sentimientos detrás de la cual, para Ana María, se esconde algo mucho mayor que un simple disgusto: "Yo no puedo hablar, no tengo derecho, porque todo sienta mal, pero yo estoy un poco cansada. Porque después de todo el respeto que estoy teniendo, me estoy cansando, a no tener derecho a nada (...) Podría haber sido otra persona con otros nombres y apellidos, pero lo que sienta mal es la figura. Si tengo que solucionar algo es con mi marido, no con toda la familia", y no dudaba en volver a reprocharle a Ortega Cano que, cuando se trata de sus palabras, rápidamente responde y las niega, algo que nunca hizo cuando quien hablaba eran los de su familia: "Cuando ha tenido que haber una reacción sobre otras palabras no las ha habido".