El 22 de julio de 2001 Antena 3 despedía a la que sería toda una serie de culto, 'Manos a la obra'. Durante más de 6 temporadas los espectadores reían a carcajadas con la peculiar forma de trabajar que tenían los albañiles Manolo (Ángel de Andrés) y Benito (Carlos Iglesias).
Con secuela incluida, con sus grandes guiones e interpretaciones hicieron que el barrio de Madrid en el que actuaba "Manolo y compañía" fuera el más divertido. No pasaba desapercibida las pocas ganas de trabajar que tenían, la forma en que se comportaban y las chapuzas que terminaban haciendo. Las historias de estos dos se complementaban a la perfección con la aparición de personajes como Tato (Jorge Calvo), Carmina (Carmen Rossi), Adela (Nuria González) o Tania (Kim Manning).
Para conmemorar el último capítulo de la etapa más recordada, la primera, de 'Manos a la obra', repasamos 15 de sus muchos, y desternillantes, momentos. Las frases y los chascarrillos de todo este barrio de Madrid pasaron a la posteridad y se ganaron el cariño de todo el público, que no duda en auparla al olimpo televisivo español.
- 1. Una cabecera a la altura
Como toda ficción, la apertura de cada capítulo es muy importante. Y en 'Manos a la obra' se demuestra, una vez más, que la letra no siempre es lo más pegadizo. Es imposible olvidarse de uno de los silbidos con ritmos más famosos de la televisión que ya desde el primer momento permite vislumbrar ese toque cómico tan característico.
- 2.La furgoneta más destartalada del barrio
"Manolo y compañía", como una gran empresa, se movían por las calles de Madrid con vehículo propio. Pero, lejos de lo que se pudiera uno imaginar, todo está acorde con su personalidad. De color blanco en su totalidad y su "reformas en general" en la parte delantera por bandera, la furgoneta llamaba la atención siempre ya fuera, por ejemplo, por la suciedad de la que hacía gala o por cualquier avería que presentara.
- 3.Ni una obra bien hecha
Reconozcámoslo, si queremos tener una obra terminada a quien menos llamaríamos sería a esta compañía. Si no era un tabique, era una puerta o algo mal enyesado, la cosa era que nada saliera a la perfección. A la torpeza de Benito se suma la poca paciencia de Manolo y esto hacia un cóctel peligroso. Y, ¿cuál era el resultado de todo esto? Sin duda, el desastre. ¿Quién no recuerda alguna de las obras que solo enredaron más? Momentos desternillantes.
- 4.Sus explícitas y claras presentaciones
Si algo caracterizaba a Manolo y Benito, eso era la naturalidad. Y esto quedaba más que demostrado cada vez que se presentaban a alguien. Para que no se olvidara con quiénes estaban hablando, ni Manolo Jumilla Pandero, ni Benito Lopera Perrote, dudaban en dar santo y seña. Y mientras que el primero se definía a sí mismo como "albañil y pensador", el segundo no dudaba en atribuirse una de las tendencias estéticas en hogares de la época: "introductor del gotelé".
- 5."La pasta siempre sin agua"
Parte de la culpa de que las obras no salieran como tenían que ser era por los despistes que cometían. El más conocido por todos, y el más repetido por Manolo, era hacer la pasta principal de las obras sin agua: "El tío va, y hace la pasta...¡sin agua!". Benito parecía incapaz de hacer bien su trabajo y como resultado salían momentos como este.
- 6. El bocadillo de chistorra
Entre horas, los dos albañiles protagonistas de esta historia tenían que reponer fuerzas como fuera. Para Manolo, en muchas ocasiones, este momento era como un dejavú pues siempre terminaba tomando un bocadillo de chistorra que le preparaban en casa. Para su compañero, Benito, este "castigo", o así lo veía él, de Adela no pasaba desapercibido y siempre bromeaba haciendo que adivinaba de qué era cada día el tentempié.
- 7.Benito, el ojito derecho de Carmina
Por mucho que la pobre Carmina quisiera que su hijo saliera adelante, este parecía negarse. Los momentos que compartía Benito junto a su madre, con la que vivía de lo más cómodo, eran para enmarcar. El albañil no está ni mucho menos dispuesto a abandonarla y su dependencia, y su vaguería, llamaban mucho la atención. Recordados son, por ejemplo, sus desayunos, como Benito le decía "madre" o como este se escondía para asustarla.
- 8. Detective Tato
Entre la familia de "Manolo y compañía" había algo más que ladrillos. Fue con la llegada de Tato, el sobrino de Manolo, unas temporadas después del comienzo, cuando comenzó a quedar más claro. El joven, que ayudaba en la empresa, soñaba con ser detective, algo que conseguiría al final. Pero antes tuvo que pasar por las risas generalizadas de su tío y su compañero: "Elemental, querido Tato". Unas burlas que, sin embargo, no le borraban las alas de definirse, a diestro y siniestro, como "Tato Leal Jumilla, de Cachorrilla, detective privado".
- 9.Las historias familiares de Benito
Para Benito todo era un drama, y era algo que a los espectadores nos encantaba. Cualquiera que fuera la ocasión, el albañil solo tenía a alguien en mente: su padre. Aunque Manolo siempre le recordara que era algo repetitivo, él se armaba de sus "lágrimas" y contaba a diestro y siniestro cómo lo perdió en una plaza de toros. Las caras que ponía al hacerlo eran de lo más divertido.
- 10.La vaguería por bandera
Por mucho que aparentaran, era muy poco lo que realmente trabajaban. En especial, o el que más intentaba disimularlo al menos, era Benito. De hecho, aprovechaba una pequeña dolencia que decía sufrir para justificarse. Más que habitual era oírle escabullirse de cualquier tarea pronunciando una sencilla, pero clara, frase: "estoy fatal de lo mío". Esto, además, iba acompañado de un gesto en la zona lumbar, por si no quedaba claro que "sufría" mucho.