Lo cierto es que a la mansión no le faltaba detalle. Lejos de ser una humilde casa para dos, el casoplón contaba con 1.100 metros cuadrados construidos en planta hexagonal. Entre las estancias de la morada, se encuentran 8 dormitorios, varios salones interiores y al aire libre, una biblioteca, un gran comedor, piscina y hasta un apartamento anexo para el servicio. Además, las vistas privilegiadas hacen de la casa un lugar perfecto para vivir, siempre y cuando se pueda pagar la fortuna que vale.
Felicidad efímera
Por desgracia, Adolfo Suárez solo pudo pasar tres años de su vida entre las paredes de su lujosa mansión. En el año 2000, el cáncer que padecía su mujer empeoró gravemente, por lo que tuvieron que regresar a Madrid para que recibiera tratamiento. Entonces, después de ponerla en venta, la casa pasó a ser propiedad de otro. El nuevo inquilino renovó los interiores y realizó algunas reformas parciales, aunque conservó el estilo señorial de una morada propia de un icono de la Transición. Dieciocho años después, la casa vuelve a estar en el mercado, estando a disponibilidad de todo aquel que pueda permitirse gastarse 13 millones de euros.