Pese a su gesta, Martha Gellhorn es recordada por muchos como de las esposas que tuvo Ernest Hemingway y no como una de las mejores corresponsables de guerra. Por ello, Rosario Raro quiso hacerle justicia poética "ya que de la otra ya no es posible" a través de 'Prohibida en Normandía', novela que presentó en 'Ha venido a hablar de su libro', el programa de entrevistas literarias de Bekia.
"Me sorprendió muchísimo que no les dejaran acreditarse por el solo hecho de que eran mujeres, cuando se jugaba la vida como todos los demás. Los aliados dieron permiso a una serie de corresponsales extranjeros para contar el momento clave de la Segunda Guerra Mundial, pero solo se permitían ser hombres. Los periodistas hombres tenían trato prácticamente de oficiales del ejército y a ellas les hacían sentir que molestaban, las ninguneaban".
Recuerda Rosario Raro cómo Martha Gellhorn "se sintió bastante traicionada por Hemingway, que era su marido en ese momento, porque la revista para la que ella trabajaba que era Collier's Weekly, a ella no quiso darle la credencial y a él se la dio de una forma automática". Además, "ella no quería pasar la historia como una nota a pie de página de la vida de otra persona y eso fue lo que ocurrió, porque esa relación de apenas cinco años de matrimonio la eclipsó por completo y pasó a ser una más de las esposas de Hemingway".
Hitler veía películas de Hollywood mientras perdía la guerra
La autora cuenta en 'Prohibida en Normandía' el papel de Hollywood en la Operación Overlord, con la que se logró engañar a los nazis haciéndoles creer que la invasión a Francia entraría por Calais, en lugar de por las playas de Normandía: "Montaron un enorme plató de Hollywood en Dover, al sur de Inglaterra, para fingir. Era un truco de magia, yo creo que es el mayor truco de prestidigitación de la historia en el sentido de que querían que los alemanes miraran en esa dirección, para mientras desembarcar en las playas de Normandía".
"Tuvieron que llevar allí todos los artificios de los años 40, crear un trampantojo, un enorme espejismo. Llegaban cientos de trenes vacíos para hacer creer que estaban trasladando tropas porque querían que pensaran que había 100.000 soldados allí apostados, esperando a cruzar desde Dover a Calais. Se llevaron a 1.100 hombres de Hollywood, de los estudios y de escuelas de arte de Los Angeles. Desde técnicos de sonido, hasta camarógrafos, decoradores, los que hacen todo el atrezzo. Había tanques hinchables, un aeródromo falso, un puerto también de pega...
Y lo consiguieron, porque a la playa de Omaha le acabaron llamando la sangrienta Omaha por el número altísimo de víctimas que hubo, pero si no hubieran pillado a los alemanes con la guardia baja y hubieran estado enfrente con todos los efectivos, y sobre todo con los tanques de Rommel, hubiera sido bastante peor, incluso podría haber fracasado el Desembarco", apuntó la escritora.
Parece claro que Hollywood ayudó a los aliados a ganar la guerra. Mientras tanto, su cine entretenía a Hitler en su refugio. "Hitler era muy cinéfilo, la víspera del Desembarco estuvo hasta las 4 de la mañana despierto porque todas las noches veía una película en el Nido del Águila, en los Alpes Bávaros. Estaba con Goebbels la mayoría de las noches, el Ministro de Propaganda, con Hoffman, que era su fotógrafo, y luego comentaban la película. De puertas afuera decían que eran las de la UFA, es decir, la productora gubernamental alemana, pero veían películas de Hollywood, veían de Errol Flynn, de Clark Gable, repetía muchas veces 'King Kong', y luego películas de Disney también. Sobre todo las de Mickey Mouse".
Es decir, que mientras Alemania perdía la guerra, Hitler estaba encerrado viendo películas: "En esos momentos Hitler ya sabía que seguramente iba a perder la guerra y estaba allí bastante desconectado, pero todas las órdenes tenían que pasar por él. Entonces, en el Desembarco, cuando ya estaba todo en marcha, nadie se atrevía a despertarlo. Cuando ya amaneció para él, a las 12 de la mañana más o menos, las maniobras ya estaban tan avanzadas que la capacidad de reacción ya se mermó. El cine, en este caso, teniéndolo a él como espectador, influyó en que la reacción alemana se retrasara seis horas", añadió Rosario Raro en esta entrevista.