El sorteo de la Lotería de Navidad es una de esas ocasiones en las que todo el mundo sueña con acabar con sus problemas económicos de un plumazo. Ahora bien, una vez que comprobamos que nuestro boleto es el agraciado, hay que tener en cuenta ciertos puntos para evitar disgustos posteriores.
Ahora bien, no olvides que en los puntos de venta de Loterías y Apuestas del Estado únicamente podrás cobrar los premios inferiores a 3.000 euros. Si la cantidad es superior, deberás acudir con el décimo premiado a las entidades financieras encargadas de hacer los pagos. Entidades todas ellas que están obligadas a emitir el pago del premio íntegramente, sin posibilidad alguna de efectuar algún tipo de comisión.
Qué hacer con los décimos compartidos
¿Hay qué pagar impuestos por ganar la Lotería?
Una vez que se procede al cobro del décimo de la Lotería, hay que tener en cuenta dos falsos mitos. El primero, que el Gordo de la Lotería, al igual que ocurre con el resto de sorteos de la Administración, está exento de pagar impuestos. Y el segundo, y mucho más extendido, es totalmente falso que los premios del sorteo sólo estén libres de pagar impuestos durante el primer año.
Lo que no significa que los afortunados con un pellizco de la Lotería de Navidad continúen pagando los mismos impuestos que antes del premio. Un experto en la materia ha explicado a la agencia de noticias Europa Press que "en la obtención se declara que no tributa, pero una vez que ya lo ha obtenido, habitualmente ese dinero se suele depositar en una cuenta o se suele obtener alguna rentabilidad de ese dinero y eso ya sí está sujeto al impuesto".
En qué gastarse el décimo premiado
Y ahora sí que sí, con todos los puntos anteriores claros, llega el momento de comenzar a gastar nuestro ansiado premio. En años anteriores, la lista de en qué gastarías el Gordo de Navidad estaba repleta de viajes y caprichos después de 'tapar agujeros'.
Pero con la llegada de la crisis los sueños e ilusiones se dejan a un lado para dejar paso a comprar una casa y dejar de vivir de alquiler, destinarlo a la formación de tus familiares, o terminar de pagar al banco lo que se le debe; y ya, si sobra algo, poder darse un caprichito.