"Hoy a las 17:50 he cogido el AVE, a mi lado un señor americano con pinta de pocos amigos, sin duda no era el compañero ideal para cuatro horas viaje, nada más verme me chequea de arriba a abajo y se ríe, me pongo nerviosa, saludo y me siento", comenzaba narrando la joven periodista. Serrat no se equivocaba y más pronto que tarde el señor empezó a demostrar de qué calaña estaba hecho: "El señor se pone a ver 'Cincuenta sombras de Grey' y me pide que la vea con él, su torpeza con el castellano me sirve de excusa y digo que no le entiendo, él insiste y yo me giro. En cada escena de sexo, se ríe, me mira, me siento intimidada y a él le gusta".
Aterrada y muerta de miedo, Luna Serrat decidió ponerse "contra la ventana, tapada por mi bolso y chaqueta, lo más alejada que podía de él, sin escuchar música y sin leer por miedo a quedarme dormida". Aún así, el hombre continuaba mirándola y "gritando en cada escena en la que aparecía la chica en la cama. Me ponía caras y me invitaba a ver la película con él", aunque ella repitió muy contundente: "Te he dicho que no". Por fortuna, un revisor del tren pasó por el vagón para preguntar por una maleta y la periodista aprovechó la ocasión para contarle lo que estaba sucediendo, "sin detalles" porque le "daba mucha vergüenza".
La importancia de contarlo
La periodista ha reivindicado la importancia de visibilizar estos sucesos para que no se normalicen y para que todas las mujeres que se enfrenten a estas situaciones sean capaces de reaccionar. "Siento la necesidad de contarlo. No me perdonaría que le pasase a mi hermana pequeña y que, por vergüenza, no me lo dijese. Por primera vez, me he sentido víctima y tengo el deber de contaros mi historia", terminaba la periodista, que por fortuna se encontró con su madre, "la única persona que quería ver", en la Estación de Atocha: "No sé cómo lo hace, pero siempre está".