Pedro Almodóvar ha querido despedirse por todo lo alto de una amiga y una de sus ídolos: Chavela Vargas, que falleció el pasado domingo a los 93 años en Cuernavaca, México, a causa de unos problemas de salud de los que no se pudo recuperar.
Es por ello que el cineasta ha querido despedirse con una emotiva y extensa carta en la que ha expresado su amor y cariño hacia una de las mejores intérpretes de las últimas décadas en el mundo de la música. Lo ha hecho a través de la página oficial de la productora 'El Deseo' en Facebook, la misma en la que el cantante tiene a todos sus seguidores al día de todo lo referente al rodaje de 'Los amantes pasajeros'.
Pedro Almodóvar escribe 'Adiós, volcán', un homenaje a Chavela Vargas
Estos son algunos de los fragmentos de la carta de Pedro Almodóvar dedicada a la gran Chavela, y que ha titulado como 'Adiós, volcán'.
"Durante veinte años la busqué en sus escenarios habituales y desde que la encontré en el diminuto backstage de la madrileña Sala Caracol llevo otros veinte años despidiéndome de ella, hasta esta larguísima despedida, bajo el sol abrasivo del agosto madrileño. Chavela Vargas hizo del abandono y la desolación una catedral en la que cabíamos todos y de la que se salía reconciliado con los propios errores, y dispuesto a seguir cometiéndolos, a intentarlo de nuevo.
Pedro Almodóvar: "Chavela encontró en España una complicidad que México le negó"
En su segunda vida, cuando ya tenía más de setenta años, el tiempo y Chavela caminaron de la mano, en España encontró una complicidad que México le negó. Y en el seno de esta complicidad Chavela alcanzó una plenitud serena, sus canciones ganaron en dulzura, y desarrolló todo el amor que también anidaba en su repertorio. A lo largo de los años noventa y parte de este siglo, Chavela vivió esta noche de amor, eterna y feliz con nuestro país, y como cada espectador, siento que esa noche de amor la vivió exclusivamente conmigo. Chavela te cantaba solo a ti, al oído, y cuando el torrente de su voz fue menos potente, (no hablo de declive, ella no lo conoció, hizo y cantó lo que quiso y como quiso) Chavela se volvió más íntima.
La presenté en decenas de ciudades, recuerdo cada una de ellas, los minutos previos al concierto en los camerinos, ella había dejado el alcohol y yo el tabaco y en esos instantes éramos como dos síndromes de abstinencia juntos, ella me comentaba lo bien que le vendría una copita de tequila, para calentar la voz, y yo le decía que me comería un paquete de cigarrillos para combatir la ansiedad, y acabábamos riéndonos, cogidos de la mano, besándonos. Nos hemos besado mucho, conozco muy bien su piel.
Hace cuatro años fui a conocer el lugar de Tepoztlán donde vivía, frente a un cerro de nombre impronunciable, el cerro de Chalchitépetl. En esos valles y cerros se rodó 'Los siete magníficos', que a su vez era la versión americana de 'Los siete samuráis' de Kurosawa. Chavela me cuenta que la leyenda dice que el cerro abrirá sus puertas cuando llegue el próximo Apocalipsis y solo se salvarán los que acierten a entrar en su seno. Me señaló el lugar concreto de la ladera del cerro donde parecían estar dibujadas dichas puertas.
En aquella visita también me dijo "estoy tranquila", y me lo volvió a repetir en Madrid, en sus labios la palabra tranquila cobra todo su significado, está serena, sin miedo, sin angustias, sin expectativas (o con todas, pero eso no se puede explicar), tranquila. También me dijo "una noche me detendré", y la palabra "detendré" cayó con peso y a la vez ligera, definitiva y a la vez casual. "Poco a poco", continuó, "sola, y lo disfrutaré". Eso dijo. Adiós Chavela, adiós volcán. Tu esposo, en este mundo, como te gustaba llamarme", finalizó Pedro Almodóvar.