Marianne Behn y Olav Bjorshol han contado que "la enfermedad se apoderó por completo de él".
Está a punto de cumplirse un año desde que Ari Behn, el exmarido de la princesa Marta Luisa de Noruega, se quitara la vida. El 25 de diciembre de 2019 fue cuando el artista y escritor, padre de tres hijas adolescentes, se suicidó a la edad de 47 años. Su muerte causó una gran conmoción no solo en su familia ni en la Casa Real Noruega, a la que había pertenecido durante sus años de matrimonio con la Princesa, sino en toda la sociedad noruega que puso el foco en las enfermedades mentales y en el intento de evitar más sucesos como este.
A pesar de que ha pasado un año del suceso, su recuerdo está muy vivo, en parte por las palabras que su hija mayor Maud Angelica, le dedicó en el funeral y, también, porque sus padres también han contado abiertamente y de forma transparente las terribles circunstancias en que tuvo lugar la muerte de su hijo.Y es que, Marianne Behn y Olav Bjorshol, los padres del fallecido, han querido recordar cómo fueron los últimos días con vida del carismático autor.Sus padres han ofrecido una entrevista a la revista noruega 'Se og Hor' un año depsués del terrible suceso y en ella cuentan con detalle cómo fueron los últimos días de vida de Ari. Durante la entrevista cuentan que el mes de diciembre de 2019 no fue nada bueno para el escritor. Pocos días antes de su muerte tuvo que ser hospitalizado por una afección neurológica y durante unos días no pudo ni comer ni dormir. Tanto Marianne como Olav creen que su hijo padeció un problema neuronal que vino tras una fuerte depresión.
Un terrible final
"La enfermedad se apoderó de Ari por completo. Tenía un fuerte dolor de cabeza y sentía que no podía con su cuerpo. Duele pensar eso", dice Marianne en la entrevista. Además, cuentan que durante el día de Nochebuena pasaron un día genial en el que cocinaron y charlaron. Sin embargo, el día 25 habían quedado con Marianne y con el resto de la familia. El padre del fallecido estuvo buscándolo por la casa durante bastante tiempo sin éxito alguno, hasta que se dirigió al estudio donde trabajaba Ari. Desde dentro este le contesto que "solo necesitaba algo de tiempo para estar consigo mismo".
Unos minutos después, Olav volvió a por él y llamó a la puerta pasa asegurarse de que seguía allí pero no obtuvo respuesta. "La puerta estaba cerrada y estuve bastante tiempo intentando abrirla. No pensé que se hubiera quitado la vida. Todavía estoy en shock", cuenta su padre. Después de nueve meses de su fallecimiento, las cenizas del escritor recibieron sepultura en el cementerio de Nuestro Salvador de Oslo, tal y como siempre deseó el escritor.