Layla-Rose Emenekli fue trasladada rápidamente al Hospital Real de Oldham (Reino Unido) debido a que tenía fiebre, dolor de cabeza y dolor de estómago. La niña tuvo que esperar tres horas a que el médico la atendiese y una vez en consulta aseguró que la erupción que esta presentaba en la cadera era "una simple contusión".
El doctor consideró que la pequeña solo sufría un virus y le dio el alta, pero al seguir encontrándose mal acudió al pediatra. Media hora después un tercer especialista atendió a Emenekli que le insertó una cánula, le realizo un análisis de sangre y le proporcionó antibióticos para curar la septicemia que le habían diagnosticado.
Desgraciadamente, las ronchas del cuerpo de la niña comenzaron a multiplicarse a gran velocidad y sufrió un paro cardiaco que le produjo la muerte. Aunque los médicos habían encontrado el origen de su malestar ya era muy tarde y el tiempo perdido hizo que la que infección se extendiese rápidamente sin posibilidad de hacer nada más.
Layla-Rose Emenekli Forever Fund
El Hospital ha realizado un informe para evaluar la atención que recibió la niña y cree que el primer médico que atendió a la pequeña no vio el sarpullido porque no estaba especificado en el informe que se entregó antes de la consulta y de esta manera se perdieron "oportunidades de tratamiento". También alega " incapacidad para identificar la naturaleza de la septicemia y tratarla en consecuencia" e "incapacidad para reconocer un moratón que en realidad era una erupción, lo que hubiera sido un indicador claro de que la niña sufría una septicemia meningocócica."
Una familia solidaria
La familia de la fallecida ha recaudado ya más de 10.000 libras que destinarán a que otros enfermos superen esta enfermedad y han realizado una campaña para que todos los niños menores de 16 años se vacunen de meningococica D. "Fue una amada, brillante y hermosa hija y hermana. Tenía muchos amigos y le gustaba mucho bailar", han dicho sus padres a modo de despedida.