la Fiscalía de Suecia quitó los cargos en mayo de 2017, pero en cambio la Policía británica había asegurado que le detendrían en cuanto saliera de la embajada por violar las condiciones de su libertad condicional. Lo que no quiere este australiano es terminar siendo extraditado en última instancia a Estados Unidos, por lo que tendría que rendir cuentas a la justicia norteamericana por las filtraciones de WikiLeaks sobre las guerras de Afganistán e Irak y los correos electrónicos de la Secretaría de Estado.
Ya WikiLeaks adelantó su salida de la embajada la semana anterior, tras hacerse público que el presidente ecuatoriano, Lenin Moreno, le había retirado el asilo por repetidas violaciones de las convenciones internacionales. La tensión entre el australiano y el Gobierno de Ecuador comenzaron hace dos años, tras la interferencias de las WikiLeaks en las elecciones norteamericanas con informaciones sobre Hillary Clinton y en el proceso independentista en Cataluña, con repetidas intervenciones en redes sociales.
Los rumores se han convertido en una realidad
Eso sí, poco después de la información volcada por WikiLeaks, el Ministro de Exteriores de Ecuador lo desmintió, diciendo que no expulsaría a Assange de la legación diplomática y que solo se trataba de rumores, aunque se ha demostrado que no era así.