Jota Linares ha escrito y dirigido cortos y largometrajes. ¿Te suena '¿A quién te llevarías a una isla desierta?' Si no te suena, ponle remedio. Es obra suya y debería sentirse orgulloso, como orgulloso se siente de la novela 'El último verano antes de todo', publicada por Planeta. El gaditano se ha abierto en canal para construir una trama basada en sus propias vivencias, en su propia historia, a la que ha incluido elementos de ficción como un crimen que marca a los protagonistas del que ha supuesto su debut literario, una novela de la que habló con Bekia en esta entrevista que derivó en una conversación en la que quien preguntó y quien contestó charlaron también sobre obras de teatro que permanecen en un cajón, sobre Oviedo o sobre los lugares a los que volver.
Bekia: ¿Cómó surgió 'El último verano antes de todo'?
Jota Linares: Surgió por dos motivos. Uno fue porque durante el velatorio de mi madre, mis tíos me regalaron unos diarios que yo no sabía que existían que eran sus diarios de adolescente. Mi madre me tuvo muy jovencita, con 17 años. Fue madre soltera en un pueblo muy pequeño y esos diarios ocupaban desde que ella tenía 14 hasta la última página del diario, que es cuando le dijeron que yo iba a ser un niño. Ahí descubrí a una mujer que yo prácticamente nunca había conocido, que era una adolescente llena de sueños, de inquietudes... Que todo cambió para ella cuando se quedó embarazada de mí tan joven y quería hacer justicia con ella. Ella murió muy joven, con 54 años, y a mí me apetecía mucho hacer que su nombre nunca muriera. Quería contar esa historia y no sabía cómo hacerlo. En ese momento yo pensaba que quería hacer una peli o quería hacer un guion, pero un par de meses después, cuando estrené mi segunda peli, que fue '¿A quién te llevarías una isla desierta?', recibí una llamada de Emilio Albir y Raquel Gisbert de Planeta. Les había gustado mucho la película y me preguntaron si tenía alguna historia que me apeteciera contar en un libro. Ellos en ese momento no sabían que era uno de los sueños de mi vida, pero me daba también mucho respeto porque soy muy lector y me daba miedo no hacerlo bien. Les hablé de los diarios que me habían regalado de mi madre y que me parecía que ahí había una historia. Poco a poco fue creciendo, fui probando y esa historia de esa adolescente que se queda embarazada de un niño se mezcló con un recuerdo yo tenía muy vívido, que era el último verano que yo pasé en el pueblo antes de marcharme a estudiar Periodismo a la universidad, que fue el verano del año 2000. Con el tiempo, cuando miro hacia atrás, vi que fue como el último verano de inocencia de mi generación. Era una generación en la que éramos muy niños con 18 años. No teníamos móviles, no había internet.. a ver Internet era muy de un cibercafé, pero no lo teníamos de fácil acceso. Todavía no había ocurrido lo de las Torres Gemelas, que fue el verano siguiente, con lo cual creíamos que vivíamos en un lugar seguro donde nada malo podía pasar, no había crisis económica... Y nos despedimos de nuestras familias ese verano porque nos marchamos todos a la universidad, y entonces decidí enmarcarlo ahí porque fue el verano en el que terminaron muchas cosas y empezaron otras muchas. Y lo hilé a través de un crimen ficticio, que es un crimen basado en muchos crímenes reales de mi zona, en la sierra de Cádiz, y que marca para siempre la vida de todos los protagonistas del libro.
B: ¿Sabes por qué tu madre dejó de escribir cuando le dijeron que esperaba un niño?
J.L: Sí y no, me lo puedo imaginar. Creo que al final no tuvo una vida fácil. Yo soy de clase baja, en mi familia eran agricultores y ella se dedicó a limpiar desde que me tuvo porque tenía que salir adelante. Creo que al final gran parte de lo que quería era hacerle justicia en el libro porque desgraciadamente tuvo que dejar sus sueños aparcados al lado porque había que sobrevivir.
B: Has utilizado tu historia, le has dado una vuelta y has creado esta novela. ¿Te ha costado hablar de ti mismo y de tu vida?
J.L: Me ha costado mucho. Me pilló el confinamiento, con lo cual pude tener mucho tiempo para dedicarle a la novela y sobre todo para analizarme a mí mismo y pasar por sitios muy oscuros por los que paso en la historia de Ismael, que siempre supe, y es verdad, que la novela funcionaba si yo iba por todas y si yo me mostraba corazón abierto. Eso implicaba mirar las luces y mirar las sombras de quién soy yo y de quién era mi familia, de quién es mi familia, quién era mi madre, y eso implicaba no pasarlo bien porque había que transitar por sitios oscuros y había que transitar por situaciones que no eran agradables, entre ellas todo el capítulo donde muere mi madre, que prácticamente es real todo lo que cuento en ese capítulo. Costó mucho, pero sabía también que era la única manera de que esto saliera bien o de que yo pudiera terminar la novela y sentirme orgulloso. Yo lo que quería era estar orgulloso de la novela y para eso, yo tenía que ir a por todas y eso implicaba pasar por sitios feos, por así decirlo.
B: ¿Lo ha leído ya tu familia?
J.L: Están en ello. Les cuesta y lo entiendo. Pero hay un vínculo muy especial y yo creo que van a estar muy orgullosos. Ellos no se dedican a esto. Mi hermano es agricultor, mi tía es limpiadora, con lo cual también yo les cuento siempre mucho el poder de la ficción o cómo se usa la ficción para transformar la realidad en otra cosa. Pero siempre les he puesto la importancia de que a lo mejor la historia de mi madre, que tuvo que dejar aparcado sus sueños, dejar esa historia en una novela que le permita tener una eternidad, por así decirlo un alcance universal, era muy importante para mí. Ellos siempre lo han entendido.
B: En la novela se muestra cómo han cambiado las cosas para las madres solteras y las personas LGTBI. Entiendo que querías reflejar en 'El último verano antes de todo' cómo se sufría antes y cómo ha habido un avance en la sociedad
J.L: Hemos avanzado un poquito. Eso también lo quería reflejar en la novela, que está contada en dos tiempos, el verano del año 2000 y el invierno de 2018, y quería reflejar en el invierno de 2018 cómo se ha avanzado un poquito, y creo que es real. En el pueblo real de donde yo soy, Algodonales, ahora cuelga la bandera LGTBI durante el Orgullo. Yo recuerdo que cuando yo era adolescente, con 17 o 18 años, ninguno nos atrevíamos a decir que éramos gays, y sin embargo ahora en el pueblo veo mucha libertad, muchos chavales jóvenes que se me acercan, que saben que soy del pueblo y que he hecho cine y me preguntan, y lo hablan abiertamente y tienen sus novios, y las chicas tienen sus novias. Me alegra mucho cuando veo esa expresión de libertad. Aún queda por hacer porque hay también mucho bullying, y yo, por ejemplo, cuando he tenido la oportunidad de ir al instituto de Algodonales a dar una charla a los chavales que veo que sufren, porque los ves, ves la mirada y los reconoces al momento, siempre les digo que estén tranquilos, porque esto es de paso, estos años son de paso y luego van a ir a otro lugar donde van a empezar a crecer y a poder vivir más libres y luego volverán al pueblo y lo verán de otra manera. Pero sí, yo creo que ha cambiado mucho la cosa, también con respecto a las madres solteras. Tengo amigas que son madres solteras porque ellas han querido, lo han decidido ellas. Afortunadamente parece que hemos avanzado algo y espero que eso no implique que ahora perdamos cosas que hemos conseguido.
B: ¿Se ve menos quizás ese término que se ha acuñado 'gayxilio', personas que se iban del pueblo para poder vivir con libertad y sin miedo?
J.L: Sí, hay un capítulo la novela, que es uno de mis tres favoritos, que es el de Jero, donde te cuenta eso justo, cómo en los 80 era diferente a ahora y como mucha gente se tuvo que ir a Madrid simplemente para poder ser quien quería ser y ponerlo como una especie de juego de espejo con Raúl, que con 18 años está deseando irse del pueblo, pero que acaba en el invierno de 2018 viviendo en ese pueblo y ayudando a los chavales jóvenes a que puedan ser como ellos quieren ser.
B: ¿Qué personaje te costó más escribir y de quién te sientes más orgulloso?
J.L: El que más me costó fue el de Ismael, porque al final es una especie de alter ego mío y volqué muchos de mis miedos en él y no es fácil verbalizar, pues por ejemplo, el sentimiento de fracaso que tiene Ismael con su primera película, que es lo que me ocurrió a mí, o volcar cómo se siente muy egoísta porque se ha preocupado tanto de su carrera que ha descuidado a su madre y entonces obviamente eso no es fácil. Me siento muy orgulloso de Raúl porque es un personaje con el que disfruté mucho escribiéndolo, porque aparte a través de él viví cosas que me hubiera gustado vivir y sobre todo porque quería darle mucha luz. Quería que fuera un personaje superluminoso dentro del drama que vivió Ismael, quería que fuera un personaje que le aportara oxígeno, que le aportara luz, que le dijera las cosas van a ir bien y es un personaje que tengo muchísimo cariño. Dentro de mi top 3, mi top one de capítulos favoritos es el que hablo de Raúl y del secreto que guarda.
B: Me has contado que has dado charlas en el colegio de tu pueblo. ¿Sobre qué eran esas charlas?
J.L: Era sobre todo que si quieres ser algo en la vida, puede serlo. Dicho esto sin intención de de ser pretencioso, pero bueno, al final es verdad que mi profesión es muy aparatosa para venir de un pueblo tan pequeño. Yo soy director de cine.
B: Y entiendo que sin contactos de ningún tipo...
J.L: Claro. Pues por ejemplo de cómo llegué a dirigir mi primera película y viniendo de una familia de clase baja, de agricultores y limpiadoras, y eso entiendo que llama mucho la atención en un pueblo tan pequeño, y sobre todo decir a los chavales la vida que había después del instituto y cómo el hecho de nacer en un pueblo tan pequeño no te tiene por qué marcar negativamente. Puedes llevarlo como parte de tu identidad y llegar a donde quieras llegar. Aparte yo siempre intento llevarlo al tema de la diversidad porque si voy a un instituto o al instituto de mi pueblo natal, hay muchos chavales que están despertando la vida y que alguien que ha pasado por eso les cuente su experiencia es bueno, porque en ese momento te sientes muy perdido. Te sientes muy solo... Ahora es verdad que con acceso a Internet las cosas son diferentes y también más peligrosas, es un arma de doble filo.
B: Además tú puedes aportar un referente, una persona que ha estado ahí en su lugar y que ha logrado lo que quería
J.L: El término referente a mí no me suele gustar, pero sí es verdad que creo que ayuda mucho simplemente que alguien que ha pasado por lo que tú estás pasando en ese momento te diga simplemente que pasó por eso mismo, que te des cuenta que no estás solo en tus emociones, que no estás solo en tu camino y sobre todo que te diga cómo fue su experiencia cuando salió, porque entiendo que ser de un pueblo marca, mucho más que ser de ciudad, y ser de un pueblo tan pequeño marca para bien y para mal. Hay veces donde las cosas no son fáciles y también quería ser muy honesto en la novela con las raíces. La historia de Ismael también es una historia de abrazar el origen y aprender a amarlo, pero empieza la novela muy rebotado contra su pueblo y también quería ser honesto con eso. Quería decir que lo había pasado muy mal allí y aprendí a amarlo y valorarlo. Eso te lo da el paso de los años y está bien relativizarlo y y darte cuenta de que quizá luego te enfrentas a cosas mucho peores y las afrontas desde una fortaleza que no hubieras tenido si no hubieras pasado antes por ahí. Y es muy guay tener un sitio al que volver. Estoy casado con un madrileño y le digo que es una pena que no tenga un sitio al que volver.
B: ¿Ha sido más complicado escribir un guion o una novela?
J.L: Para mí es mucho más difícil una novela en determinados aspectos y en otros es mucho más difícil un guion. Al final el guion no deja de ser una herramienta para llegar a la película. Escribir un guion a veces es incluso muy frío y te limitas a decir 'tal personaje entra'. Pero también es muy difícil sintetizar todo, tener como una especie de de mapa mental en el que las secuencias tienen que durar x, porque un libro, si quieres, puede tener 1500 páginas, pero no puedes hacer una película de cuatro horas. En mi siguiente película hemos sido muy estrictos con el tiempo porque veníamos de 'Las niñas de cristal', que sabíamos que iba a ser una película larga porque tenía muchos números musicales, pero el siguiente guion ha sido un trabajo de contención para que no durara más de 80 páginas, porque si no me pasa un poco lo mismo. Lo primero que te enseñan cuando empiezas a escribir guiones es que una página de guion equivale a un minuto de pantalla, que no sé quién sacó eso pero es mentira, nunca ocurre. Pero escribir novela y guion es muy diferente. Hay un momento en el que digo 'esta es la novela' y ya depende cómo se hace efectiva, pero esta es la novela. Tú cuando escribes un guion, luego vuelves a escribirlo cuando ruedas la película y luego otra vez en la sala de montaje, que se dice que es donde se termina un guion, porque al final es como una herramienta más dentro del proceso enorme de hacer una película. En la novela ya está, es el manuscrito final y así se queda la historia.