Por ese mismo motivo el periodista Isaías Lafuente, con quien hemos podido hablar, ha vuelto a sumergirse en la historia de la política española para escribir un segundo libro sobre ella titulado 'Clara Victoria' y que subtitula como 'El debate que cambió la historia de las mujeres'. Con él hace referencia al debate que tuvo lugar en el Congreso de los Diputados aquel 30 de septiembre y 1 de octubre de 1931 y en el que la propia Clara Campoamor consiguió aprobar, tras mucho pelearlo, el sufragio universal. Una forma de describirlo en pocas palabras que un usuario de Twitter definió como "pretencioso", algo a lo que Isaías Lafuente respondió con un rotundo "no". Y con razón.
"Clara Campoamor no solo es relevante en la historia de España, lo es en la mundial"
"Si le parece que el hecho de introducir en todos los derechos a la mitad de la ciudadanía no cambia la historia...", reconoce el periodista señalando lo evidente y demostrando haber sido hasta modesto en sus palabras porque ese momento histórico lo fue dentro y fuera de las fronteras españolas: "No solo es relevante en la historia de España, lo es en la mundial. Es un debate que también pasa a la historia porque es inédito en sufragismo mundial. Clara es la única sufragista en el mundo que defiende este derecho desde la propia tribuna parlamentaria". En cambio, el hecho de que a alguien le parezca pretencioso hablar así de la historia de Clara Campoamor lo único que evidencia es una cosa, por desgracia, demasiado extendida en la sociedad: "El desconocimiento que hay sobre ella es realmente increíble", pero no es más que el fruto de una historia propia en la que las mujeres -entre otros colectivos- han sido relegados y oprimidos de manera intencionada.
Porque como demuestra 'Clara Victoria', Clara Campoamor es uno de los personajes más importantes de la historia en España, pero su presencia en los libros de historia es prácticamente anecdótica. No estaba en los de Isaías Lafuente cuando hizo 8 años de EGB, los 3 BUP, en el COU y ni en los 5 de licenciatura de Periodismo. Y aunque desde entonces pueda parecer que ha llovido mucho, por los libros de historia no han corrido tantos ríos de tinta como para que esto cambiase: "Yo tengo un hijo que tiene ahora 23 años y cuando la estudiaba le eché una ojeada a los libros y Clara aparecía en un anexo al final con una pequeña biografía de cuatro líneas, pero no se le contextualizaba ni se le daba relevancia en el cuerpo del libro".
Por ello, la ignorancia que se ha sembrado por la ausencia de la semilla de conocimiento sobre Clara Campoamor en la sociedad española ha hecho que germinase también en el escenario público y, sobre todo, en el político, una reescritura de la propia historia de esta mujer que poco o nada tiene que ver con lo que ocurrió. Este es también el motivo que llevó a Isaías Lafuente a volver a escribir sobre Campoamor: "Fue el cansancio de ver como todavía se siguen sembrando mentiras o medias verdades". Mentiras como la dicha por Alberto Ruiz-Gallardón: "Cuando era Ministro de Justicia le reprochó a Elena Valenciano (ex Diputada del Parlamento Europeo) que el PSOE se había opuesto al sufragio femenino cuando en realidad en aquella votación aportó más de la mitad de los votos".
"Con haberse acercado a la hemeroteca del Congreso no dirían las tonterías que en estos momentos todavía dicen"
Unas mentiras que se repiten una y otra vez porque quienes las pronuncian no tuvieron ni el mínimo interés en conocer la verdad aunque, tal y como evidencia Isaías Lafuente, esa información está para ellos igual de disponible que lo estuvo para él a la hora de documentarse para este libro. "Simplemente con haberse acercado a la hemeroteca del Congreso de los Diputados y haber leído el Diario de sesiones de lo que ocurrió el 30 de septiembre y el 1 de octubre no dirían las tonterías que en estos momentos todavía dicen". O hubiesen leído a Clara Campoamor en 'Mi pecado mortal', su otra fuente documental para 'Clara Victoria': "Es su propia versión donde describe precisamente los apoyos y los rechazos que tuvo en aquel momento y también la soledad en la que se encontró cuando los miembros de su partido y los diputados de los grandes partidos republicanos dieron marcha atrás".
Una soledad provocada por un miedo infundado única y exclusivamente en un machismo que impregnaba la sociedad a todos los niveles. "Los grandes partidos republicanos tenían miedo a que el voto de las mujeres estuviera sometido al designio de maridos conservadores y, sobre todo, que estuviera dirigido por la influencia del cura, de la Iglesia" y esto no hiciese otra cosa que "derechizar e incluso acabar con la República". Un miedo curioso porque, precisamente, cuando Clara y Victoria Kent entraron en el Congreso lo hicieron también ocho sacerdotes así que, la Iglesia, básicamente ya estaba decidiendo sin necesidad del voto de las mujeres españolas. Afortunadamente, Clara Campoamor fue inamovible en su pensamiento y no dudó en denunciar lo que para ella era evidente: "No podéis construir una República democrática sin contar con la mitad de la ciudadanía", llegó a decirle al resto de Diputados, porque "mientras unos mantenían el criterio de la oportunidad de conceder el voto, ella mantuvo el principio democrático", le reconoce.
"Algunas conquistas se tarda siglos en conseguirlas, pero se pueden dinamitar en 5 minutos"
Pero Isaías Lafuente señala que este desconocimiento puede producirse, en el mejor de los casos, "por una ignorancia supina", pero también "por una intención malévola de tergiversar la historia". Y es que también la historia de Clara Campoamor y lo que ella consiguió aquel año 31 es el mejor aprendizaje para la forma en la que se construye la historia hoy en día. "Esto nos demuestra como algunas conquistas se tarda siglos en conseguirlas, pero se pueden dinamitar en 5 minutos". Porque el derecho a voto de las mujeres tardó en conseguirse 120 años desde la Constitución de Cádiz, sin embargo, bastaron 5 desde su aprobación para que el Régimen de Franco se instaurase y la mujer española no volviese a ejercerlo hasta 1977.
Porque este libro pone también el foco algunas de las descabelladas cosas que llegaron a decirse en el Congreso de los Diputados donde se reunía por aquel entonces "lo mejor de la intelectualidad de la época como Unamuno, los hermanos Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Azaña", pero también a otros como Novoa Santos, "que decía que las mujeres no podía votar porque eran seres histéricos y no tenían la capacidad suficiente para hacerlo, ya que eran incapaces", o Manuel Hilario Ayuso, "que decía que las mujeres nacen incapaces, en cambio, esa incapacidad se diluye con la menopausia, llegando a proponer que los hombres votasen a los 23 años y las mujeres a los 45". Unas ideas que abrían miras a lo que luego ocurriría años más tarde y que establecería leyes como la 'Licencia marital' que estuvo vigente hasta 1975 y que consistía en "un permiso que la mujer necesitaba para cualquier cosa, desde viajar fuera de la ciudad, sacarse el carnet de conducir o disponer de su propio dinero".
"Estos momentos históricos nunca empiezan con los tanques"
Una mirada al pasado no tan lejano -en términos históricos, como dice Isaías Lafuente, "eso fue ayer"- que "nos puede enseñar que hay señales que si no sabemos ver a tiempo a lo mejor en un momento dado nos lleve a la catástrofe", dice en referencia a "los discursos de la ultraderecha y la derecha de hoy en día que se parecen mucho a cosas que se escucharon en el aquel momento en el año 31". Porque estos momentos históricos "nunca empiezan con los tanques" sino "creando un discurso, un relato, intentando posponer la consecución de algunos derechos, limitando derechos ya conquistados o echándolos marcha atrás". Aunque Isaías Lafuente también arroja esperanza: "Yo no creo que la historia se repita, pero a veces sí que, como la comida, se nos repite y se nos atraganta, porque empiezan algunos a regurgitar cosas que fueron del pasado".
Porque el presente hay que vivirlo para construir un futuro, pero en casos como el de España, con una historia tan reciente como la que tiene, con ojo siempre puesto en el pasado: "En estos momentos tenemos muchos derechos de los que nos sentimos legítimamente orgullosos como es el matrimonio homosexual, la eutanasia, el divorcio... Un montón de leyes que han consagrado derechos que mañana pueden ser tumbados porque venga un gobierno con una mayoría suficiente que derogue lo ya conquistado", ya que "ninguno de los derechos conquistados tiene suficientes diques de contención como para que no venga mañana alguien y los elimine".