Generalmente, cuando lanzamos una entrega de 'Hermanísimos', lo hacemos para hablar de buenas relaciones entre hermanos, como los Efron, o de sagas que comparten profesión como los Skardsgars, o incluso de parejas que comparten mucho más que lazos de sangre, como las hermanas Wachonski. Si bien, y al igual que en la vida real, es imposible que todos los hermanos se lleven bien, y así hemos tenido ejemplos como los Gallagher o Joan Fontaine y Olivia de Havilland, dos hermanas enfrentadas hasta la muerte. Muy similar a la historia de las anteriores podría ser la de los hermanos Dassler, aunque su resentimiento duró mucho más allá de la muerte, y fue capaz, incluso, de dividir a un pueblo entero. Así fueron y así se llevaron los hermanos Dassler.
Los primeros años: Los hermanos Dassler codo con codo
Los primeros años del uno no se pueden entender sin el otro. Situémonos en 1920, Alemania acababa de salir de la I Guerra Mundial y millones de jóvenes volvían del frente para continuar con sus vidas. Ese fue el caso de los hermanos Dassler, los cuales regresaron a su pueblo natal, Herzogenaurach, para retomar la rutina que habían abandonado años antes. Ambos decidieron ayudar a su padre en el negocio familiar, una zapatería. Adi, sobrenombre con el que se referían cariñosamente a Adolf, comenzó entonces a innovar en el calzado, desarrollando nuevos materiales y nuevas formas. Su hermano, Rudolf, reparó en el gran trabajo de su Adi y decidió asociarse con él, fundando en 1924 la Gebrüder Dassler Schuffabrik, la fábrica de zapatos de los hermanos Dassler.
Los diseños de los hermanos Dassler no tardaron en cobrar popularidad, ya que fueron los primeros en diseñar unas zapatillas estratégicamente diseñadas para correr en pistas de atletismo. Además, las condiciones contextuales que se vivían en Alemania por aquel entonces también les fueron favorables. Hablamos ya de 1936, cuando el país tuvo el honor de recibir los Juegos Olímpicos de ese año. Fue en esa competición donde el atleta Jesse Owens derrotó ideológicamente todos los fundamentos en los que se basaba la raza aria, pero además hizo otra cosa, ganó los juegos llevando unas zapatillas Dassler, haciendo de la marca todo un icono mundial.Durante unos años, la situación de Alemania les fue propicia, pero con el estallido de la II Guerra Mundial todo cambió. Ambos comulgaban con el adoctrinamiento del partido Nazi, pero solo uno de los hermanos estuvo dispuesto a luchar por su país, Rudolf, que se alistó como voluntario en la Wehrmacht. Mientras, Adi se quedó en la fábrica cuidando de las instalaciones, que fueron cedidas al Reich para la fabricación de armas y tanques.
Rudolf nunca llegó a comprender como su hermano no fue capaz de implicarse activamente en el conflicto, pero eso no fue lo que prendió la llama entre los dos hermanos. El momento del fin llegó con la celebración de un juicio por parte de los Aliados para determinar el nivel de compromiso de los hermanos con el nazismo, y mientras que Adi salió libre, Rudolf fue condenado a un año de prisión. Este último siempre culpó a su hermano y a la mujer de éste, Kathe, de haberle delatado, y a su salida de prisión cesó todo tipo de relación con su hermano, dando inicio a un conflicto que nunca terminó.
Rudolf Dassler y el nacimiento de Puma
Rudolf salió de su encarcelamiento en 1948. Nada más salir cogió lo necesario del taller que antaño fue suyo y se trasladó con un puñado de empleados fieles al otro lado del río que dividía el pueblo, el Aurach. Fue ese lado de Herzogenaurach el que vislumbró el nacimiento de Puma.
Con el traslado de Rudolf el odio quedaba más que claro, y este odio no solo afectó a familiares y amigos, sino que se trasladó al pueblo entero, que tomó el río Aurach como frontera natural. De hecho, la región comenzó a denominarse jocosamente " la ciudad de los cuellos doblados ", porque era usual que la gente doblara el cuello al pasar para ver que zapatillas llevaba cada uno.
En 1974 Rudolf falleció de un cáncer, habiendo cruzado al otro lado con una gran carga, partir sin hablarse con su hermano. Su hijo, Armin Dassler, no hizo mucho por solucionar esta situación y retomó las hostilidades que existían entre ambas familias.
Armin se encargó de que el odio siguiera latente, pero también fue el artífice del despegue de la firma. Su estrategia hoy en día puede parecer algo normal, pero por aquel entonces fue digna de todo un jaque mate. En el campeonato del mundo de fútbol de 1970, el dueño de Puma se puso en contacto con Pelé, el jugador el momento, y le ofreció una gran suma de dinero para que llevase una zapatillas Puma. Aquello fue todo un fulgor para la marca, y abrió también la veda a la compra de personalidades famosas para patrocinar los productos.
Los años 90 fueron unos años duros para ambas marcas y Puma fue directamente a la quiebra. Sin embargo, pudo superar el bache gracias a que fue comprada por la firma de la multinacional francesa PPR, figurando a día de hoy como una de las firmas deportivas más importantes del mundo.
Adolf Dassler y el nacimiento de Adidas
Cuando Rudolf decidió abandonar el taller Adolf tomó el control total. Lo primero que hizo fue cambiar el nombre de la empresa, utilizando para ello la unión de su diminutivo, Adi, con el inicio de su apellido, Das, conformando el nombre de Adidas.
Cuatro años después de la muerte de su hermano, en 1978, Adolf Dassler fallecía, dejando su empresa, al igual que Rudolf, a su hijo, Horst Dassler. Éste tenía buen ojo para el mundo de la publicidad y la promoción, llevando a la marca a ocupar un lugar de prestigio en el panorama internacional. Lo primero que hizo fue lograr que la selección alemana de fútbol usara zapatillas Adidas en el Mundial de 1954, y más tarde continuó con esta estrategia regalando unas zapatillas a los miembros del equipo alemán de atletismo en los Juegos de Melbourne. Estas tácticas no se habían empleado hasta la fecha, e hicieron de Adidas todo un referente en cuanto a marketing deportivo se refiere.
No obstante, al igual que ocurrió con Puma, en la década de los 90 ambas marcas perdieron su popularidad en detrimento del surgimiento de los grandes americanos, Nike y Reebok. Si bien, aunque siempre han llevado caminos separados, el destino les ha llevado por los mismos derroteros, y al igual que su marca enemiga, Adidas resurgió tras su compra por una empresa alemana, llegando a nuestros días como una de las marcas deportivas más importantes del mundo.