Una posible condena a cadena perpetua
Pero al mismo tiempo que Harvey Weinstein llegaba a Manhattan -empujando su ya característico andador que ahora necesita para poder caminar tras ser operado de la espalda a finales de 2019 tras un accidente de tráfico-, la Fiscalía de Los Ángeles presentó cuatro nuevos cargos contra él por dos agresiones sexuales llevadas a cabo -presuntamente- en 2013. Los hechos denunciados hacen referencia a dos encuentros con dos mujeres distintas en 18 y 19 de febrero en una habitación de un hotel de Los Ángeles. Estos casos habían sido presentados ya tras destaparse el escándalo en septiembre de 2017.
Estos cuatro cargos serían: violación, sexo oral forzado, penetración forzada y retención forzada; unos delitos que sumarían hasta 28 años de prisión. Esta condena se sumaría también a la que podría enfrentarse una vez termine el juicio que ya dio comienzo en Nueva York y que se estima que dure unos dos meses. Allí se le ha acusado también de "conducta depredadora", un agravante que intenta demostrar una forma de actuar deliberada y continuada en el tiempo a través de las acusaciones que se han hecho públicas hasta ahora y que fechaban desde mediados de 90 y se repetían en su procedimiento como un abuso de poder sobre actrices jóvenes. "Utilizó su poder para acercarse a estas mujeres y luego cometió delitos violentos sobre ellas", dijo anteriormente Jackey Lacey, fiscal del distrito de Nueva York. De finalmente ser condenado por ello, podría enfrentarse a la cadena perpetua.
Juicio en la sala, protestas en la calle
Y mientras dentro de la Corte de la Gran Manzana daba comienzo el juicio -una primera jornada de apenas hora y media que se reduce a simples trámites procedimentales-, a las puestas de esta se agolpaban y protestaban diferentes mujeres que habían denunciado públicamente haber sido víctimas del productor de cine venido a menos. Entre ellas, dos des las grandes voces del movimiento generado en contra de Weinstein: Rosanna Arquette y Rose McGowan. "Se acabó el tiempo del acoso sexual en el trabajo", gritaba la primera. "Se acabó el culpar a las supervivientes. Se acabó la generalizada cultura del silencio que ha permitido abusadores como Weinstein", decía la segunda. Todas ellas levantaban pancartas en las que se podía leer 'Justice For Survivors' (Justicia para las supervivientes).