"Detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer" es una de las formas con las que en multitud de ocasiones se han referido a las casi cincuenta mujeres que han sido Primera Dama de Estados Unidos. Aunque el foco mediático lo acaparaban sus maridos, la vida de ellas también ha sido siempre de conocimiento público. Tanto lo bueno como lo malo.
Algunas de ellas se sucedieron en el puesto sin ningún tipo de conflicto, sin embargo, hay dos que consiguieron convertirse en 'Enemigas Íntimas' tras el cambio de nombres en la Casa Blanca. Se trata de Barbara Bush y Nancy Reagan que, gracias a la publicación de las memorias de la primera, pudimos saber que no se llevaban nada bien, aunque sus maridos fueran grandes amigos.
La sucesión de la Primera Dama
Barbara Bush empezó a acercarse a la Casa Blanca cuando su marido, George H. W. Bush, se convirtió en el vicepresidente de Ronald Reagan en 1981. Fue entonces cuando la de Houston empezó a coincidir con la que con el tiempo se convertiría en una de sus grandes enemigas, Nancy Reagan que por aquel entonces era la Primera Dama de Estados Unidos. Casi diez años después sería Barbara quien ocuparía ese puesto. Esto pudo crear la rivalidad entre ellas, aunque según se ha podido saber con la publicación de las memorias de Barbara Bush venía de antes.
Fue en la etapa de Ronald Reagan como presidente cuando comenzaron los desplantes hacia los Bush. George y Barbara no fueron invitados a ciertos eventos a los que deberían haber asistido como Vicepresidente y consorte, incluso se descubrió una lista de invitados de una cena de 1985 junto a los Príncipes de Gales, Carlos y Diana, en la que los nombres de los Bush aparecían tachados.
La envidia de Nancy Reagan
Es probable que el ranking de Primeras Damas con el paso de Michelle Obama y Melania Trump por la Casa Blanca los datos hayan cambiado. Pero hubo un momento en el que Nancy Reagan era la peor valorada por los estadounidenses, mientras que a Barbara Bush solo le superaba Jackie Kennedy. Esto, a pesar de lo mal considerada que tenía Nancy a Barbara hizo crecer la tensión entre ellas.
Nancy Reagan siempre pensó que Barbara Bush debía mejorar su peinado, cuidar su maquillaje y elegir mejor su estilismo. Aún así, la que se presentó como "la abuela de Estados Unidos" consiguió el cariño de los ciudadanos, algo que molestó mucho a Nancy. "Era muy insegura", aseguró Barbara Bush al ser preguntada por su archienemiga años después.
La envidia de Barbara Bush
A pesar de que Nancy Reagan detestaba el mal estilo de Barbara Bush, esta última envidiaba el de la primera. En una ocasión llegó a decir que cuando estaba con ella "no podía apartar la mirada". Además, la de Texas envidiaba la relación que el expresidente tenía con su mujer. A diferencia del débil matrimonio de los Bush sobre el que siempre hubo rumores de infidelidad, Ronald Reagan sentía devoción por su mujer y uno de sus planes favoritos era quedarse en casa junto a ella. Esto hizo que Barbara tuviera cierto resentimiento con Nancy Reagan sobre la que aseguró que "no fue capaz de tener una buena relación con sus hijos".
Un conflicto de altura
A pesar de las diferencias que existían entre ellas y los posibles motivos para tenerse poco aprecio, el matrimonio Bush aseguró en varias ocasiones no tener nada en contra de Nancy Reagan, que se refería a ellos como "los arbustos". Aún así, semanas después de hacer estas declaraciones, unos reporteros pillaron a Barbara Bush imitando a Nancy Reagan en un avión, algo que no sentó nada bien a la de Los Ángeles cuando se enteró.
La venganza de Nancy
Pero si hubo un momento en el que Nancy Reagan demostró tener algo contra Barbara Bush fue cuando salió a la luz la supuesta relación extramatrimonial de George W. H. Bush con Jennifer Fitzgerald. En el que fue un duro momento para la de Texas, su archienemiga aprovechó para echar más leña al fuego. Reagan no dudó en revelar detalles sobre la infidelidad del entonces Vicepresidente haciendo que su relación con su mujer pasase por uno de sus peores momentos.
"¡No vuelvas a llamarme nunca!"
El último episodio de esta historia llegaría en 1993. Cuando George W. H. Bush, ya enfermo, abandonó la Casa Blanca tras las elecciones en las que Bill Clinton se convirtió en el cuadrogésimo cuarto Presidente de los Estados Unidos, su mujer recibió una muy intencionada llamada que prefirió no contestar. Sin embargo, al tercer día optó por coger el teléfono a su inesperada interlocutora, Nancy Reagan.
Con cierto tono irónico esta última se lamentaba de que su archienemiga hubiese tenido que cambiar de casa y tener que empaquetar sus cosas, recordándole que ella también había tenido que hacerlo años atrás. Ante el descaro de esta llamada en la que Barbara Bush interpretó que Nancy estaba intentando calmar los rumores de su enfrentamiento, la recién destronada como Primera Dama sentenció: "¡No vuelvas a llamarme nunca!" poniendo fin así a una disputa que se había alargado durante más años de lo esperado.