Bekia: ¿Cómo surgió 'El Barrio'?
Diego Da Costa: El Barrio nació de una pulsión, me imaginé un día como sería hacer una performance en la que dos hombres prototípicos de barrio, con el estereotipo que hay socialmente, cantaran la canción de 'Antes de morirme, de C. Tangana y Rosalía, cómo se recibiría y qué preguntas formaría. Después, poco a poco, me vi escribiendo escenas y diálogos que me iban viniendo, en cualquier sitio, en casa, en el metro, mientras volvía del trabajo, en todos sitios. Así se armó el puzzle en el que sobre todo me preguntaba sobre los referentes de masculinidad que tuve yo cuando fui adolescente y si eso era algo común. A partir de ahí, fuimos tirando del hilo para ir de lo más general hasta lo más interno, con preguntas como '¿Influye el barrio en la manera de ser de un hombre?', '¿siendo los barrios obreros muy activos en la lucha social, cómo es su relación con el colectivo LGBTIQ?', '¿cómo son las relaciones afectivas entre los chicos de barrio?'. Lógicamente, nos hemos decantado por una vertiente concreta del barrio, pero me parece interesante que indaguemos y sobre todo lo compartamos con el público para remover y formular los debates que se extraen de la obra.
D.D.C: Me da la impresión que la mayor parte de relatos surgen en otro tipo de lugares, como el centro de Madrid o las zonas más cosmopolitas de Barcelona. También se ha empezado a dar mayor espacio a otras ciudades, pero todavía sigue habiendo poca representación de los barrios obreros. Además, hay muchas veces que cuando se hace un retrato de la gente que vive ahí solo se centran en las drogas, en la violencia, en la decadencia... Cuando creo que hay muchas más aristas. Claro que hay un tema sobre la posición socioeconómica de la gente que vive en Goya o vive en La Elipa, pero eso no quita que todo deba ser blanco o negro. Por ello, me parecía interesante hablar de los hombres de barrio y hablarlo desde un prisma que no se suele hacer ni representar. También me gustaría que cada vez la gente de los barrios se viera identificada culturalmente y eso de alguna forma ayude a que se animen a acudir a las salas de teatro. Y por qué La Elipa, finalmente, fue el barrio donde viví durante mi adolescencia y en los primeros años de la Universidad, lo cual me permitió beber de vivencias de la propia historia del barrio y de la esencia que hay al vivir en él, y por qué no, un homenaje a este barrio que es ya un icono de la historia madrileña.
D.D.C: En el proceso de creación, estaba claro el tema sobre la masculinidad tóxica, no solo por lo que he comentado antes, sino también por el avance del movimiento feminista que está habiendo en la actualidad. He visto muchas veces que varios hombres consideran que el feminismo no tiene nada que ver con ellos y creo que, al contrario, el feminismo nos afecta a todos. Entonces, al igual que se han buscado hacer obras para darles una visión feminista con heroínas que antaño fueron víctimas, me parecía interesante, siendo un hombre, preguntar por cómo es la masculinidad, las relaciones entre los hombres y su sexualidad y la falta de expresividad de emociones en muchas ocasiones. Por ello, hacerlo en un ambiente de barrio me parecía fundamental, dado que muchas veces se habla de Madrid como el oasis del colectivo LGBTQ+, pero Madrid no es Chueca, sino es mucho más y creo que queda todavía mucho por hacer para reivindicar a esos hombres que quieren avanzar y romper con la imagen hegemónica que se ha tenido del hombre a lo largo de la historia. ¿El barrio te marca? Yo creo que sí, pero también puedes decidir o por lo menos intentar hasta qué punto y reaprender.
B: La obra es de temática LGTBI. ¿Notas que como autor y director es más necesario que nunca crear este tipo contenido para que el colectivo LGTBI sea visible y esté representado?
D.D.C: Yo creo que es importante que se vea que haya personajes LGBTQ o temáticas LGBTQ. No es algo que sea temporal o responda a una problemática concreta, sino que es una representación de personas que hemos existido, existimos y existiremos siempre. Por tanto, más que necesario, pienso que debemos seguir produciendo y creando personajes LGBTQ+, que responde a una realidad que es así. Cada vez hay más obras que introducen personajes LGBTQ+ sin que tengan que explicar o explorar su descubrimiento sexual ni sea su trama principal y eso es a lo que debemos aspirar, a darle la naturalidad con la que se es. Yo cada vez que quedo con mis amigos, con mi familia o en el trabajo no estoy saliendo del armario constantemente, y me suceden problemas y alegrías como a cualquier persona, por lo que debe ser importante tomar estos espacios. No obstante, creo que todavía queda mucho por hacer en cuanto a representación, se ha visto un avance visible, pero no podemos obviar que ha habido una proliferación de mensajes de odio por sectores de la población realmente LGBTQfóbicos y eso no debe hacer que nos escondamos, sino al contrario, decir con más fuerza y con más ganas que aquí estamos y estaremos, no vamos a dejar de existir.
B: ¿Quiénes son y cómo son los tres personajes de la obra?
D.D.C: Los tres personajes son Darío, Daniel y Adrián. Los tres viven su masculinidad y el barrio de forma muy distinta. Darío vuelve a él, después de varios años de ausencia y viviendo en Madrid, con cuentas pendientes y heridas que no han terminado de curar. Él piensa que está totalmente liberado, pero todavía está muy pendiente de lo que piensen los demás, por lo que, se encuentra liberado, pero a medias. Daniel, el que fuera el mejor amigo de Darío en su adolescencia, tenía una relación algo ambigua con Darío, pero no quiere esclarecer ni preguntar qué es por miedo a defraudar la imagen que él cree que debe tener por ser de barrio. Para él, la masculinidad correcta es la que le marca el barrio, y eso es fundamental. Por último, Adrián se encuentra totalmente liberado y vive su masculinidad como quiere, él es feliz como es, no siente rechazo por el barrio, y tampoco una adoración invasiva. Con Darío tuvo una historia de adolescentes, donde ambos se declararon de forma encubierta, pero debido a las circunstancias, ni uno ni otro aceptaba que le gustaban los hombres. Aun así, ha aceptado las heridas del pasado y las asume, por lo que, se puede decir que es el personaje más luminoso en este triángulo emocional.
B: ¿Qué destacarías de Jaime Macanás, Rober Pascual y Alfonso Muñoz como actores?
D.D.C: Ha sido una maravilla trabajar con los tres, además, de ser el primer elenco que no conocía personalmente, por lo que nació la relación desde lo profesional meramente. Actualmente, les quiero mucho y hemos vivido un proceso muy bonito, su entrega ha sido absoluta, hemos investigado juntos, hemos reído, llorado, nos hemos emocionado... Ha sido un auténtico viaje, sin duda, son grandes actores, pero también bellísimas personas. Además, buscábamos fomentar la conexión entre ellos tres y así ha sido, desde que se suben al escenario hasta entre bambalinas, se ve la confianza que hay. Tengo muchísimas ganas de que los veáis, cada uno pone toda la carne en el asador, os lo aseguro.
B: ¿Con qué mensaje te gustaría que se quedara el público?
D.D.C: Por un lado, es rememorar esa adolescencia y que se pregunte si realmente se ha superado toda esa etapa, pero no con respecto a nadie o algo, sino con uno mismo. Hay veces que nos cuesta sanarnos y abrazar a ese yo de entonces. Ese sería uno de los mensajes. El otro es que se abra el debate sobre cómo es la relación entre los hombres, si ser capaces de expresar más sentimientos y la liberación de vivir sus experiencias les permitiría saber qué es lo que les ocurre. Sin duda, los sentimientos y el ser fuerte por no mostrarles es un buen debate para comenzar. Aun así, soy muy fan de encontrarme con opiniones y percepciones del público que me sorprendan, así que prefiero que sean ellos los que completen esta respuesta.
B: ¿Qué te inspira a la hora de escribir para el teatro?
D.D.C: Tanto con 'Ayer intenté suicidarme' como con 'El Barrio', necesito la motivación de abordar algo que me remueva, que me llene, que me formule preguntas, que no siempre tienen que tener respuestas, que se fomente un diálogo. Me inspira observar el mundo que me rodea, pero también escuchar realidades que me creen incógnitas. Luego, yo tengo un método que no es tan ortodoxo como sentarme todos los días a escribir a una hora concreta, sino que cuando empiezo no puedo parar de crear y puedo escribir desde casi cualquier sitio, un móvil, un ordenador, notas en una agenda, en un albarán de entrega de Amazon... Después, ya inicia el proceso de matizar y tocar ese guion, pero el impulso y el inicio sería algo así.
B: ¿Cómo ha sido tu experiencia en el mundo del teatro? ¿Qué es lo más complicado?
D.D.C: Por suerte, antes de lanzarme a realizar mis propias obras de teatro, durante ya varios años he ejercido y ejerzo todavía de crítico teatral. Entonces, he conocido profesionales que me han ayudado a formar un retrato cercano y realista de lo que es ser parte del teatro. Por tanto, mi experiencia ha sido realmente enriquecedora, he aprendido muchísimo entre una y otra obra, ha habido muchísimo trabajo detrás, no lo voy a negar, pero también remarco la ayuda que hemos tenido de medios de comunicación, amigos del mundo cultural, amigos que no lo son pero lo dan todo y, como no, de mi familia, la cual, con 'Ayer intenté suicidarme' fueron a todas las funciones y cuando digo todas, son todas. Entonces, lo más complicado es ir cerrando cada etapa del proyecto, cada detalle, escenografía, vestuario, diseño de iluminación, y al mismo tiempo no descuidar comunicación, ensayos, etc., la gestión, la producción, eso me parece lo más complicado.
B: ¿Quiénes son tus referentes en el mundo de la dramaturgia?
D.D.C: Si hablamos de autores clásicos, Federico García Lorca es uno de los dramaturgos que más tiempo ha estado en mi vida y fue el primer libro de teatro que leí, y, por su estilo y su particular vida, Valle-Inclán es otro de los grandes que tengo de cabecera. Luego, José Sanchis Sinisterra también me gusta mucho y es ya historia del teatro español. Después, de la escena actual, uno de los autores que más me ha impactado y me encanta su mirada es Pablo Messiez, me parece un artista en todos los sentidos, con un cuidado tanto en forma y contenido, que me fascina. 'La voluntad de creer' me parece de las mejores obras que he disfrutado y he leído. También Nao Albet y Marcel Borràs me parecen dos titanes, unas locuras que son indescriptibles, hay que vivirlas. Nando López es otro dramaturgo que me gusta mucho, sobre todo por su compromiso por el colectivo LGBTQ+ y una escritura que reivindica a los jóvenes y adolescentes, que necesitan esa voz y ese amparo en una etapa que, realmente, es complicada. Y como tampoco me quiero alargar mucho, voy a mencionar algunos autores y algunas autoras que creo que son extraordinarios: Luis Sorolla, Javier Ballesteros, Lucía Trentini, Fernando Delgado-Hierro, Paula Guida, Pelayo Muñiz, Paco Bezerra, Mabel del Pozo, Marcos Fernández Alonso... Y me dejo a muchísimos compañeros y profesionales.
B: Dramaturgo, director y con una compañía, La Joie de la Colina. ¿Cómo has logrado tanto con lo joven que eres y en un mundo tan complicado como el del espectáculo?
D.D.C: Yo pienso que todavía me queda mucho por hacer, estoy todavía asomando la cabecilla, como quien dice. Yo creo que lo primero es, lógicamente, tener la pasión y saber que crear forma parte de ti y, luego, sonará a tópico, pero mucho trabajo detrás. Aunque estrené mi primera obra en 2022, mi relación con la cultura lleva muchísimo más tiempo. Por ejemplo, haber estado y haberme formado en eCartelera o FórmulaTV me ha dado tablas para desenvolverme en el medio y más en un mundo como es el del espectáculo. Después, seguir trabajando como crítico y lanzarme al teatro me ha permitido aprender y moverme de forma que haya sido posible. También el saber trabajar en equipo y liderarlos, algo que me ha aportado mi labor como ingeniero audiovisual y responsable técnico en Ricoh España, me ha dado las herramientas para ejecutar los planes creativos que hay en cada proyecto. Por lo que, yo diría que lo que hemos logrado a día de hoy ha sido trabajando y trabajando.
B: Además tienes otra obra, 'Ayer intenté suicidarme'. ¿Fue más complicado escribirla que 'El Barrio'?
D.D.C: Es complicado, creo que ambas han tenido un recorrido diferente. 'Ayer intenté suicidarme' fue una codramaturgia con Julio Viñuela Gavela, por lo que, escribimos a cuatro manos. En el caso de las dos obras, el compromiso ha sido absoluto y el cuidado hacia las temáticas elegidas también. No podría decirte cuál ha sido más difícil.