ENTREVISTA BEKIA

Diego Carcedo: "Cuando fui director de informativos de TVE tuve problemas con los partidos

El veterano periodista ha hablado con Bekia sobre su libro 'Sobrevivir al miedo' y para repasar su intensa carrera.

Guillermo Álvarez 28 Febrero 2019 en Bekia

Todas las vidas son dignas de ser vividas, desde la que pueda parecer menos interesante, pasando por aquellas plagada de aventuras. Dentro de este último grupo se encuentra Diego Carcedo, periodista asturiano que ha vivido varias vidas en una. Nacido en Cangas de Onís en 1940, estudió Historia, pero el periodismo empezaba a llamarle tanto que no dudó en intentar ingresar en la escuela de Periodismo, que es lo que había entonces. Consiguió entrar, empezando así una carrera que no ha sido fácil, pero sí muy satisfactoria.

Diego Carcedo, que aunque cubrió siete guerras no se considera corresponsal de guerra, participó en el programa de TVE 'Los Reporteros', fue corresponsal de la cadena pública en Portugal, director de los Servicios Informativos de TVE entre 1989 y en 1991 y director de Radio Nacional de España. Ha sido también miembro del consejo de administración de RTVE y Presidente de la Asociación de Periodistas Europeos. Pero su vida entre despachos no es la más emocionante, sino sus hazañas y aventuras como reportero y corresponsal. De eso trata 'Sobrevivir al miedo', un libro autobiográfico en el que narra su paso por la Guerra de Vietnam, sus surrealistas encuentros con el tirano Idi Amin en Uganda o la angustia que sintió cuando estuvo a punto de morir en Tegucigalpa. Diego Carcedo accedió a charlar con Bekia sobre este libro y sobre su carrera a través de una entrevista en la que deja claro que su vida ha sido de todo menos normal y corriente, con todo lo bueno y lo malo que eso conlleva.

Bekia: ¿Cómo se sobrevive al miedo?

Diego Carcedo: Con suerte. Todos sentimos miedo... En el libro hay una serie de relatos que están unidos por un factor común que fue el miedo que pasé en esos momentos, que son muy variados. Todo el mundo piensa que son guerras o terremotos y no, hay otros muchos hechos con momentos en los que pasé miedo. Ahora tiene gracia porque tengo un gripazo y pienso... ¿sobreviví al miedo, a las bombas y a los cañonazos y no voy a ser capaz de sobrevivir a los microbios?

B: Con todo lo que ha vivido, seguro que podrá sobrevivir también al gripazo

D.C: Bueno, bueno, en esta profesión te vas apañando buscando formas para llegar a los sitios y para enviar la crónica, y luego hay momentos que son difíciles y en los que pasas mucho miedo. Te tiemblan las piernas un rato, pero generalmente ese miedo acaba pasando. La suerte es haber superado el miedo y sobre todo el peligro. Lo mismo en una guerra que en un terremoto o que en una carretera... te pega el coche un trompazo y has corrido más peligro que en una guerra.

B: En la introducción habla del miedo y de lo que nos avergüenza...

D.C: En el libro distingo tres tipos de miedo. Uno es el que todos conocemos, que es el miedo a la violencia, a las bombas, a que te pongan una pistola en el pecho, es decir, miedos que cualquiera puede tener. Otros miedos te duran más y a mí por ejemplo lo que más miedo me da es a hacer el ridículo porque soy muy tímido. Luego está el miedo a la conciencia, a que algo que hagas o que no hagas y que te quede grabado en la conciencia; la palabra es remordimiento. Aquí está con lo que viví en un terremoto en Perú de 1970 (70.000 muertos) con una mujer que me quería entregar a un niño de pocos meses moribundo que no tenía para alimentarlo porque estaban hacinados en un campamento de refugiados y no tenían nada que comer. La mujer me decía: 'Lléveselo, que a mí se me muere. No tengo leche', y sacó un pecho para que viera que era verdad. Estaba ya con un pie en el helicóptero que nos llevaba a Lima y me dijo que cuando estuviera allí que dejara al niño en el primer portal que encontrara y que tocara al timbre, que el que salga no le iba a dejar morirse. Le dije que fuera a la Cruz Roja, pero no tenía leche, era un puestecillo que no tenía nada... Yo no cogí al niño, pero escribí sobre esa historia en su momento y me acuerdo muchas veces. Me quisieron presentar a un premio periodístico por esta historia, pero yo me negué porque con aquello no quería ganar un premio.

B: ¿Se arrepiente de no haber cogido al niño? ¿Cómo actuaría ahora?

D.C: No lo sé... pero creo que no le cogería porque la situación era imposible. Yo no sabía si el piloto del helicóptero me hubiese dejado, si se hubiese muerto el niño en el helicóptero. Hay quien me pregunta qué habrá sido de ese niño... Quiero pensar que haya sobrevivido.

B: ¿Qué se siente al conocer a dictadores?

D.C: Ninguna simpatía, más bien todo lo contrario. Lo que ocurre es si eres periodista y tienes que entrevistar a un dictador, tienes que comportarte como periodista. Yo tengo bien claro que el periodista, es periodista, no es ni policía, ni juez, ni fiscal... que le acuse el que tenga esa misión. El periodista tiene la misión de preguntar, de obtener información y de transmitirla; evidentemente hay que evitar que esa información se convierta en propaganda, pero a ese dictador hay que tratarle, en principio con normalidad. El dictador más importante al que entrevisté fue a Idi Amin, estuve con él con cordialidad. Empecé con preguntas más suaves y fui subiendo el tono y las más delicadas las dejé para el final. Si se enfada y se marcha, al menos las preguntas quedan ahí.

B: ¿Cómo se arreglaba con la censura en tiempos de Franco? ¿Sufrió la censura en Democracia?

D.C: En tiempos de Franco me tocó ejercer poco. Era una etapa de la dictadura mas liviana con respecto como tiempo atrás, ya no iban los censores a las redacciones, ni los directores tenían que ser aprobados por el Ministerio, pero sí, sufrí las consecuencias de la censura. Empecé como periodista en Asturias, mi tierra, de corresponsal de Europa Press. Mandaba muchas noticias porque tenía mucha relación con los mineros y con los de Comisiones Obreras y los de UGT, así que tenía muchas noticias de las huelgas y los conflictos, de los cuales no se publicaba nada. En Asturias no podía publicar nada, pero colábamos algo en otros idiomas. En Madrid tuve otros problemas, una vez el Ministerio llamó al director y le dijo que yo no podía volver a firmar, así que empezó a mandarse al extranjero y ya desde allí, la censura era menor porque les preocupaban las cosas de dentro. Lo de fuera no lo leían, salvo que encontrasen una apología de la democracia o algo así. De todos modos tengo que decir que de España escribí muy poco. Con motivo del 40 aniversario de la Constitución Española en 2018, se pidió a periodistas que cubrieron el proceso que escribieran un artículo; me lo pidieron a mí y yo contesté que no estuve allí porque en aquel momento era corresponsal de TVE en Portugal, pero me comentaron que querían que diera la visión de cómo se vivió fuera. Más adelante tuve problemas cuando fui director de Informativos de Televisión Española (1989-1991), pero no fue por la censura, que ya no había, fue con los partidos políticos, que todos querían salir y que no saliese el contrario o que si salía, que fuera para mal. Ahí el director de Informativos de TVE era el pim pam pum, era surrealista porque el Telediario lo veían 10 millones de personas y todo el mundo quería entrar. Cada vez que no dabas una noticia de un partido porque no podías darlo todo... No podías hacerlo solo para complacer a los partidos... y ahí tuve problemas y con todos los partidos. Los tuve con el PSOE, que era el que me había nombrado, y los tuve con el PP y aunque menos, también con Izquierda Unida, con el PNV, con la entonces Convergència, que Miquel Roca, un hombre con el que se podía hablar muy bien, también vino a quejarse. Los problemas gordos me los dieron el PP y el PSOE.

B: No sufrió censura en Democracia, pero tuvo problemas porque todos querían salir en el Telediario...

D.C: Sí; todo el mundo veía Televisión Española. Ya existían TV3, ETB y Telemadrid, acababan de empezar Antena 3 y Telecinco... pero tenían una audiencia pequeña. La audiencia fuerte la tenía Televisión Española. En aquel momento un Telediario lo veían 10 millones de personas... Me sorprende que siga existiendo pugna por Televisión Española, ya que ahora un Telediario lo ven unos 2 millones de personas. Aunque sea con menos intensidad, hay pugna porque las públicas siempre son más atacadas en ese sentido. No hay que olvidar que las públicas tienen que cuidar mucho la pluralidad.

B: ¿Cómo fue su etapa en los despachos de TVE? ¿Llevaba peor el no salir al exterior o tener enfrentarse a lo que había en el interior?

D.C: Era consciente de que lo de estar de corresponsal por ahí era una etapa intermedia. Fueron más de 12 años de corresponsal permanente, estuve unos meses en Buenos Aires y luego en Portugal y después en Estados Unidos. Ahí fue cuando volví a los despachos. Así como otros compañeros se meten en periodismo de guerra y otras cosas, yo desde el principio vi que era periodismo coyuntural. Te mandan a cubrir una guerra a Siria, a Yemen, a Sudán del Sur... vas unos días o meses, como estuve yo en Vietnam, y cuando vuelves te tocan otras cosas en la redacción. Me gustaba escribir columnas y me di cuenta de que podría desempeñar otros ámbitos del periodismo. Eso sí, cuando había un hecho muy importante y era el director, pensaba en lo que me gustaría poder ir yo a cubrirlo en vez de quedarme en el sillón. Ahora mismo me encantaría que un medio me enviara a Venezuela.

B: ¿Cómo ve el periodismo de estos tiempos?

D.C: Lo veo mal, con muchas complicaciones. Estamos en una etapa de crisis e incertidumbre sobre su futuro bastante fuerte. Pero también yo soy optimista viendo la historia del periodismo y sé que no es la primera crisis que pasa. El periodismo siempre existirá porque hay que contar las noticias y la gente quiere saber. Lo que están en crisis son los medios, pero han atravesado crisis históricas otras veces. Hace 30 o 40 años fue la radio, a la que se la dio por muerta al entrar la televisión con fuerza, pero afortunadamente las nuevas tecnologías la resucitaron, y mira la fuerza que tiene la radio ahora, que es el medio que tiene menos problemas y el que tiene más garantizada su supervivencia de cara al futuro porque tiene la ventaja de que se puede seguir haciendo otras muchas cosas.

B: ¿Cree que hay periodismo de primera y de segunda? Entendiendo de primera como el informativo y de segunda como corazón y deportes

D.C: En el periodismo he hecho de todo, menos toros, que no me gustan nada. Deportes, un poco. He hecho mucho, elecciones, golpes de estado, debates parlamentarios, información local.. Yo no entro a calificar y a valorar lo que hacen los compañeros. Respeto todo mucho. Evidentemente el periodismo del corazón si está bien hecho es respetable, si está hecho de morbo y bazofia, no me gusta y ni yo lo haría, ni se haría en un medio que yo dirigiera. En cuanto a los deportes, en mi pequeña experiencia comprobé siempre que los periodistas deportivos son rigurosos y que el periodismo deportivo exige mucho respeto a la verdad.