A Abbey Ahern, en su quinto mes de embarazo, le dieron la peor noticia que se le puede dar a una madre: a su hija Annie le habían detectado un problema. Después de varios análisis, el diagnóstico fue claro. La pequeña sufría anencefalia, una enfermedad que no permite el desarrollo del cerebro, así como el cráneo y el cuero cabelludo.
Pero la madre lo tuvo claro desde el principio. Iba a dar a luz a la pequeña, cuya supervivencia eran de unas horas únicamente, para donar sus órganos a otros bebés con malformaciones, tal y como ha recogido la web de Telecinco.
Un parto muy solidario
Después del nacimiento de Annie el 23 de junio de 2016, la pequeña solo estuvo viva durante 14 horas y 58 minutos. Después de su fallecimiento, tal y como era el deseo de los padres Abbey y Robert, donarían sus órganos para otros bebés, aunque en este caso, solo se pudieron donar sus válvulas cardíacas debido a los bajos niveles de oxígeno de su cuerpo.