Bekia: Has publicado la novela 'Una mujer y dos gatos', una novela que va sobre la pandemia y tus propias vivencias. Cuéntame por qué decidiste escribir una autoficción.
La decisión de escribirla surge porque empiezo a tomar unas notas como periodista más que nada sobre todo lo que estaba sucediendo alrededor que era verdaderamente insólito. Estaba escribiendo otra novela, que es la que sigo escribiendo a día de hoy, todavía no la he terminado y de pronto me di cuenta que estaba escribiendo otra novela. Todo lo que había ocurrido del confinamiento, la pandemia y demás, había cambiado de tal manera la vida y el paisaje que me vi en una situación que creo que no se me va a dar otra vez en la vida que es la de escribir dos novelas al tiempo, una por la mañana y otra por la tarde.
A.B.: La escritura siempre ha sido para mí una tabla de salvación y más en esa situación porque era verdaderamente una ventana hacia otros mundos. Ten en cuenta que por la mañana estaba en 2021 y por la tarde estaba en 1911, por lo tanto de pronto mi casa se convirtió en un contenedor fantástico en el que se mezclaba la ficción con la realidad y resultó una etapa muy creativa y al mismo tiempo muy angustiosa y muy surrealista todo también.
B: Creo que todos necesitamos hacer eso en el momento de la pandemia.
A.B.: Sí, es cierto, lo que pasa que hay una línea en la que uno no puede confesar ciertas cosas y bueno, yo decidí decirlo todo.
B: Cuéntame entonces qué buscabas transmitir con 'Una mujer y dos gatos'. ¿Qué buscabas que sintiéramos los lectores?
A.B.: Intentaba atrapar las emociones tan dispares que estaban zarandeándome todo el tiempo. Me hacían llorar, reír, desesperarme, incluso tener una cierta agresividad, un enfado y que me hacían no aceptar de ninguna manera lo que consideraba inaceptable. Entonces me pareció un batiburrillo tal de emociones que me pareció muy interesante intentar plasmarlo en unas páginas y por eso también elegí un estilo en el que a la misma vez que me desnudaba yo desnudaba las palabras, porque si te fijas leyéndolo es esencial, no hay un adjetivo de más, ni una coma.
Es esencial, quería que fuera absolutamente limpio, que tuviera esa sencillez que llega al corazón, que es lo que yo sentía en ese momento. Es encontrar la palabra exacta en medio de la hojarasca, porque se ha hablado tanto, se han dicho tantas cosas, hemos imaginado también tantas cosas que es intentar encontrar algo que sea exacto en medio de esa confusión.
B: Centrándonos un poco en los temas que tratas en la novela, por un lado hablas del tema de la soledad al haber pasado el confinamiento sola. Ha habido mucha gente que también ha pasado así el confinamiento y parece que no se le da voz al tema. ¿Crees que habría que darle un poco más de visibilidad a este aspecto?
A.B.: Lo de la visibilidad... Es que luego se banaliza todo tanto que casi mejor no dar visibilidad a nada y quedarnos agazapados invisibles. Es cierto que ha habido muchísimas personas que se han quedado muy solas. Yo tengo un programa de radio por las noches, 'A media luz', y en esa época abrí los micros porque era un magazín cultural y me quedé sin contenidos, entonces abrí los micros y cuál fue mi sorpresa al principio cuando me empezaron a llamar todos los 'viejitos' de España, toda la gente mayor que se quedó sola en casa.
En algunas ocasiones las familias aprovecharon ya para desaparecer del todo y es una situación que todavía se mantiene ahora con la excusa de esta enfermedad. Así que todo lo que ha ocurrido con los mayores, que es también un tema que abordo en el tema, me ha resultado muy triste, pero mi soledad, al fin y al cabo, en una casa maravillosa, es una bobada en comparación con lo que han vivido nuestros mayores. Es un tema que va mucho más allá de la pandemia.
B: Con el personaje de la tía Carlotta reflejas esa situación también en los hospitales, lo difícil que ha sido. ¿Crees que es fundamental que la gente sepa lo que ha pasado en realidad? Porque parece que se pasa el tiempo y las cosas se olvidan.
A.B.: Por supuesto y creo que hay que contar las experiencias personales vividas. Todas son válidas, no es que yo haga un juicio de nada, ha sido todo muy complicado y cada cuál ha hecho lo que ha podido. Lo que yo he hecho es tomar unas decisiones que podían no estar dentro de la legalidad de ese momento, que podían ser criticadas pero que respondían exactamente a lo que me dictaba el corazón. Yo, Ayanta, no voy a dejar morir sola en un hospital a una persona tan importante para mí como la tía Carlotta, y me da igual que me digan si se puede hacer o no.
B: Hablábamos de los mayores, ¿tú consideras que no se les valora lo suficiente?
A.B.: A los mayores no se les escucha ni siquiera, entonces a partir de ahí todo lo demás. Con todas las diferencias. Estamos haciendo un discurso general pero es verdad que deberían tener otro lugar en la sociedad, pero no lo van a tener. Ha habido mil pandemias en el mundo. Esta pandemia no tiene ninguna importancia en la historia del mundo. Se olvidan las cosas antes de que se acaben. No va a cambiar nada.
B: También tratas el tema de las tecnologías. ¿Crees que al final nos hemos enganchado más al tema de las tecnologías o que, por el contrario, las hemos terminado odiando?
A.B.: Por un lado, yo no, el mundo se ha enganchado más si cabe y, por otro, es verdad que hay un hartazgo muy grande. El problema es que la tecnología es adictiva y ahora mismo estamos hablando de una adicción que sufren millones de personas. Es importante por lo menos tomar conciencia de ello e intentar desintoxicarse. Yo, hay varias veces al día, que me impongo salir a la calle sin móvil, para estar un rato sin él, sin saber.
B: A lo largo de la novela haces cierta crítica a decisiones políticas que se fueron tomando pero siempre tiras del humor y del sarcasmo. Esto es algo que nos ha ayudado mucho durante la pandemia, ¿no crees?
A.B.: Mucho. Realmente, si uno se tomaba en serio todo, no hago una valoración política, pero si uno se toma en serio los políticos, me da igual de qué lado sean, me parecería una falta de inteligencia como poco.
B: En alguno de los capítulos has reflejado muy bien el miedo, la incertidumbre, que era algo que nos aprisionaba a todos. ¿Cómo consideras que ha afectado esto a la salud mental?
A.B.: La manera de vivir esta pandemia, al final, es una pandemia pequeño burguesa aquí en Occidente. El problema de la pandemia lo hemos sufrido aquí durante un tiempo pero el problema de la pandemia está en los países del tercer mundo o del segundo mundo. Todo lo que ha ocurrido aquí ha sido un sufrimiento, no le estoy quitando importancia, pero como siempre no tiene ni punto de comparación con nada de lo que ocurra en otros lados. Lo que pasa que no vemos más allá de lo que ocurre delante de nuestras narices y esa es la misma razón por la que pensamos que esta pandemia es la primera en la historia y no, no lo es.
B: El otro personaje que cobra mucho protagonismo es 'el hombre que siempre me gustó'. Cuéntame por qué decidiste meter ese personaje en tu novela.
A.B.: Decidí meter este personaje porque existe y se ha convertido en una gran metáfora, esa metáfora del amor imposible de encontrar, incluso del amor que lleva al lado toda tu vida, tú has ido saltando de un amor a otro y ni siquiera te has dado cuenta de que realmente era el que importaba. Viene a significar esa incapacidad mía y, quizás de otras personas, de ver dónde está el amor porque el amor también es escurridizo, hasta el punto de que ya no sé ni siquiera si existe. Siempre hablo por mí. Este hombre existe y es el asombro de decir 'pero bueno, he tenido toda esta vida tan compleja desde el punto de vista de las relaciones sentimentales y no lo supe ver teniéndole delante'. Esto es algo que te puede ocurrir no solo en las relaciones sentimentales sino en tantas otras cosas.
B: ¿Crees que el amor tiene que estar siempre presente en las novelas?
A.B.: No, en absoluto, lo que pasa que en lo que a mí respecta siempre está presente el amor, porque es un problema, el de pareja, capital en mi vida. Nunca he conseguido controlar de ninguna manera esto.
B: Transmites muy bien ese sentimiento de rebeldía. ¿Sentías esa necesidad de saltarte las normas todo el tiempo como nos pasaba a todos?
A.B.: Todo el tiempo pero si lo decías parecía que eras una persona poco solidaria, mala pero era mi estado de ánimo, no lo podía evitar. De hecho, hablar con amigos, personas cercanas, que me decían que era una responsable me ponía enferma. ¿No podemos hablar de cómo estamos? ¿No se puede hablar aparte de que no nos podamos besar?
B: ¿Por qué recomendarías tu novela?
A.B.: La recomiendo porque está escrita con el corazón, con la verdad, con todos los errores que puedo cometer y todos los aciertos que puedo cometer. En ese sentido creo que es una novela que se puede compartir fácilmente y en la que todos nos podemos sentir uno, acompañados, creo que eso es algo que busco en la literatura y que, por lo tanto, busco como escritora y que me gusta transmitir a los lectores.