Raquel Mosquera, viuda de Pedro Carrasco, ha echado el freno y ha decidido no hablar sobre todo lo que concierne a Rocío Carrasco. Y es que, tan solo hace unos días, la peluquera confesaba sentirse fuerte, pero triste después de todo lo dicho sobre Pedro Carrasco a raíz de la docuserie de Rocío. Sin embargo, la empresaria ha dado un paso atrás y ha decidido no dar declaraciones ni pronunciarse sobre las acusaciones vertidas sobre ella.
No obstante, aunque ahora haya tomado esa decisión, la viuda de Pedro Carrasco sí hizo algunas declaraciones en el año 2016, cuando en sus memorias exclusivas a la revista Semana, hizo varias confesiones. Confesiones en las que se detuvo, entre otros momentos, en la desaparición de su marido. Y es que, tras la muerte del boxeador y ya como viuda, la peluquera siguió viviendo durante un año y medio en el piso madrileño del Paseo de la Habana, una etapa que ella recuerda, además de con mucho dolor, con mucho terror.
" Por las noches recibía unas llamadas inquietantes: nadie respondía, solo se escuchaba una respiración. Desde luego no era lo más conveniente para mí y lo denuncié en comisaría, pero las llamadas se cortaban antes de poder localizarlas. Ignoro quién las haría, si sería alguien que quisiera crearme inquietud y confieso que llegó a conseguirlo, dado como yo me encontraba, psicológicamente frágil y en tratamiento", dijo entonces Raquel Mosquera a la citada revista.
Estos hechos fueron los que llevaron a la viuda de Pedro Carrasco a tomar la decisión de abandonar la casa en la que vivió junto a su marido sus últimos años de vida, una decisión que no habría querido tomar, según explicó la propia Mosquera a la revista. Y es que, Raquel Mosquera aseguró que allí se sentía cerca de él y estaba hecha a la casa, por lo que "de corazón" no quería dejar atrás esa vivienda, "era como cortar mi vida con Pedro", apuntó entonces Raquel Mosquera.
Se vio obligada a abandonar el piso
Sin embargo, el terror que sentía ante estas llamadas en plena noche la llevaron a decir adiós para siempre a la casa en la que fue tan feliz junto a su difunto marido. Y, a pesar de que había acordado un usufructo de la casa de seis años cuando, según su versión, le correspondían 16, al poco tiempo comunicó su salida del piso del Paseo de la Habana. "Empecé a plantearme la posibilidad de irme, porque iba a tener que salir en poco tiempo, según en lo estipulado. Me decidí al saber por mi amiga María que al lado de su casa se quedaba un chalet a muy buen precio, que vendía una pareja que se separaba. Lo compré y el piso de La Habana así se quedaba libre para que su dueña, Rocío Carrasco, hiciera uso de él. Nunca, en ningún momento, se alquiló el piso de Pedro", explicó la empresaria en sus memorias.
Y es que, según contó Raquel Mosquera, la hija de Rocío Jurado le dijo que su intención era que se lo quedaran sus hijos, Rocío y David Flores. Sin embargo, a los pocos meses lo vendió. " Me sentí como una auténtica idiota y me cogí una rabieta porque llegué a creer que lo quería para ellos", confesó Mosquera sobre aquel momento.