El miércoles 5 de diciembre en la catedral de Washington D. C se reunía a los cinco presidentes vivos de EEUU en un mismo lugar. El motivo, el funeral de Estado de George W. H. Bush, que murió el viernes 30 de noviembre a los 94 años. Este funeral consiguió que las familias Trump, Obama y Clinton estuvieran en un mismo lugar, juntas, sin ningún problema aparente. Aunque las tensiones fueron evidentes.
El último en llegar fue el actual presidente de EEUU, Donald Trump, junto a la primera dama, Melania Trump. Al llegar y sentarse junto a Barack Obama y Michelle Obama, se saludaron de forma cordial pero claramente fría. A quien no saludó Donald Trump fue a Hillary Clinton, que estaba junto a la ex Primera dama.
Pero los líderes estadounidenses no fueron los únicos en acudir al funeral de George W. H Bush. La canciller alemana, Angela Merkel, el Rey Abdalá de Jordania y el Príncipe Carlos también asistieron al evento. Junto a numerosas personas dieron el último adiós al ex Presidente.
El discurso de George W. Bush
Sin lugar a dudas, uno de los momentos más emotivos y duros del funeral fue el discurso que dio el hijo del difunto, George W. Bush. El expresidente saludó a los líderes nacionales allí presento, a todos y cada uno de ellos. Al parecer le entregó un caramelo a Michelle Obama, tal y como hizo en el funeral de John McCain.
El exmandatario subió al altar y comenzó, visiblemente destrozado, a hablar de la visión optimista que siempre tenía su padre. El republicano contó que fue su padre quien le enseñó el significado de ser Presidente. Afirmó que buscaba hacer un mundo mejor basándose en la honestidad, el honor y la ética de trabajo.
Hizo referencia a la derrota de George W. H. Bush en 1992: "En la victoria, compartía el mérito. Cuando perdía, cargaba con la culpa. Aceptaba que el fracaso es parte de un vida plena". El republicano consiguió finalizar su discurso justo antes de romper en llanto tras afirmar que fue el mejor padre que unos hijos pueden tener y que al fin está descansando junto al amor de su vida.