Galería: La Familia Real Danesa en imágenes
Mary de Dinamarca encabeza la lista de las llamadas 'princesas top model', ese grupo de mujeres de la realeza guapas, elegantes y que saben posar. Su imagen es impecable, y no solo en el aspecto estético, sino también a nivel institucional. Casada desde 2004 con el Príncipe Federico de Dinamarca, es una mujer moderna, inteligente y capaz que se prepara para ser algún día reina consorte. Su vida es plena, aunque como le ocurre a todo el mundo, no todo ha sido un camino de rosas. Repasamos las mayores alegrías y tristezas que le ha tocado vivir a la Mary Donaldson.
1 Conocer a Federico de Dinamarca
Nacida el 5 de febrero de 1972, Mary Donaldson era una abogada natural de Tasmania, pero que residía en Sydney (Australia), donde compartía y ejercía su profesión. En el año 2000 sopló las velas de su 28 cumpleaños, la última vez que lo haría antes de conocer al amor de su vida, aunque eso ella todavía no lo sabía. Tras la inauguración de los Juegos Olímpicos de Sydney el 15 de septiembre de 2000, Beatrice Tarnawski había quedado con Bruno Gómez-Acebo, hijo de la Infanta Pilar y primo hermano de Felipe VI, al que había conocido a través de sus hermanas. Tarnawski llamó a sus amigos Mary Donaldson y Andrew Miles (que compartían piso) para que se unieran a ellos, así que los 3 pasaron a buscar al Borbón al hotel Regent de la ciudad australiana. De allí salieron no solo él, sino también Marta Luisa de Noruega, Nicolás de Grecia, Joaquín y Federico de Dinamarca.
El grupo se fue al pub Slip Inn, donde al principio Mary no sabía que estaba ante varios príncipes y princesas europeos. La abogada hizo muy buenas migas con Nicolás de Grecia, aunque al dirigirse a los bares de Darling Harbour, Federico de Dinamarca se acercó a Donaldson y empezó hablando de caballos, materia de la que ambos son apasionados. Pasaron toda la noche hablando, y al día siguiente se fueron todos al Star Bar, uniéndose a ellos Felipe de España. Los encuentros fueron divertidos, informales y los royals se lo pasaron muy bien con sus anfriones australianos, aunque dos de ellos, se lo pasaron mejor que nadie.
Comenzaba así una relación que se mantuvo pese a la distancia. Tras los Juegos Olímpicos, el heredero danés voló en cinco ocasiones a las Antípodas, visitando con Mary su tierra natal, Tasmania, Queenland y Nueva Gales del Sur. Durante su primer año lograron mantener en secreto un romance que provocó un escándalo en la corte al conocerse, ya que en un primer momento, a la Reina Margarita no le hizo ninguna gracia que el futuro Monarca de los daneses se hubiera prendado por una mujer del otro lado del mundo que era abogada de profesión. Se habló de que Margarita de Dinamarca veía interés más que amor en la que estaba llamada a ser su nuera, y que no le parecía apropiada, de hecho intentó que su hijo entrara en razón. Finalmente, la que entró en razón fue ella, y junto a Enrique de Dinamarca, dieron el visto bueno al compromiso.
En octubre de 2003, cuando Mary llevaba ya un año en Dinamarca para aprender el idioma, las costumbres y prepararse para ser princesa, se anunció el compromiso entre el Príncipe Federico y esa abogada australiana que había conquistado a los ciudadanos nórdicos. Él se jugaba mucho, pero ella, que había dejado atrás a su familia y amigos, su trabajo, a su país y toda su vida anterior, se lo jugaba todo.
2 La boda que dio la bienvenida a una nueva princesa
Era un viernes 14 de mayo de 2004, y todos los ojos estaban puestos en Copenhague, donde el Príncipe Heredero iba a desposar a Mary Donaldson. A las 16:10 horas de la tarde, la novia apareció del brazo de su padre, John Donaldson. Cuando entraron en la catedral de Nuestra Señora de Copenhague, la emoción embargó a Federico Glucksburg, que terminó derramando algunas lágrimas al ver a la mujer de su vida.
Mary no iba demasiado favorecida con un vestido de novia del danés Uffe Frank, pero su belleza y la felicidad que irradiaba provocaron que nadie se fijara en el traje, y más en las citadas lágrimas del Príncipe Federico, que no podía creer la suerte que tenía al haber encontrado al amor de su vida. Los novios se dieron el 'sí, quiero' con fuerza y ganas, con un 'Ja' poderoso.
La ya Princesa Mary pudo entender perfectamente la liturgia después de una ardua tarea estudiando danés, un idioma muy complejo que empezó a estudiar en cuanto se trasladó a vivir a Copenhague una vez que su relación con el Príncipe Federico se hizo oficial. Le costó, y mucho, pero sabía que no le quedaba otro remedio, y después de mucho esfuerzo, logró dominar la lengua de Hans Christian Andersen.
Besos en público, caricias y mucha complicidad, los contrayentes eran las personas más felices del mundo, como lo serían Felipe y Letizia de España 8 días más tarde en su boda. Tras la ceremonia y el banquete, la luna de miel, y después comenzaría oficialmente el trabajo de Mary Donaldson como Princesa de Dinamarca. La tarea no ha sido fácil, pero ha logrado meterse en el bolsillo al país que la acogió al enamorar al futuro Rey.
3 La prematura muerte de su madre
Todo el mundo ha sufrido pérdidas, y si se cumple aquella frase que suele pronunciarse y que reza 'Es ley de vida', la gente termina enterrando a sus padres. Desgraciadamente, algunos deben despedirse de ellos antes de tiempo, como le ocurrió a Mary de Dinamarca. Henrietta Clark Donaldson, Etta, murió el 20 de noviembre de 1997 a causa de una enfermedad cardiovascular, dejando a su hija huérfana de madre a los 25 años. Nunca vio cómo se casaba con el amor de su vida, ni pudo estar en su vida, ni conoció a los cuatro hijos que ha traído al mundo, sus nietos.
Además de eso, la australiana confesó lo mal que lo pasó al perder a su progenitora: " Sentí que estaba sola en mi dolor, que nadie me entendía y que estaba inmóvil mientras todo el mundo a mi alrededor seguía adelante". Además, comentó que le hubiera gustado haber pasado más tiempo con ella. El tiempo curó sus heridas y le ayudó a sobreponerse, aunque su recuerdo le acompaña todos los días de su vida.
4 La maternidad
El 14 de mayo de 2004, Federico de Dinamarca y Mary Donaldson se convirtieron en marido y mujer. Exactamente ocho meses más tarde, la princesa se quedó embarazada del que sería su primer hijo. El 15 de octubre de 2005, la consorte dio a luz a los 33 años a su primogénito, un varón que aseguraba la línea sucesoria. Al nacer pesó 3,5 kg y midió 51 cm. Pese a haber llegado al mundo fuerte y sano, fue hospitalizado con seis días de vida por una ictericia de la que se recuperó rápidamente.
Fue bautizado el 21 de enero de 2006, día en el que se conoció que recibió los nombres de Christian Valdemar Enrique Juan, siendo conocido como el Príncipe Christian, de acuerdo a la tradición de la corte danesa por la que los reyes se alternan entre Federicos y Christian.
Feliz con su hijo mayor, pero con ganas de tener más por razones personales y dinásticas, Mary se quedó embarazada por segunda vez en verano de 2006. El 21 de abril de 2007, con 35 años, dio a luz a una niña, que recibió los nombres de Isabel Enriqueta Ingrid Margarita. Isabel se parece mucho a su madre.
Ya tenían la parejita, y con niños habían asegurado la sucesión, pero de forma inesperada o habiéndolo planeado, Federico y Mary de Dinamarca anunciaron que volverían a ser padres. Finalmente no fue un bebé, sino dos los que la consorte alumbró el 8 de enero de 2011, cuando le quedaba menos de un mes para cumplir 39 años. Primero nació el varón, Vicente Federico Minik Alejandro, y 26 minutos más tarde lo hizo Josefina Sofía Ivalo Matilde. Con cuatro hijos y un marido al que adora y que le adora, la Princesa Mary no puede pedir nada más a la vida, una existencia con una tragedia y numerosas alegrías, y con un futuro como Reina consorte de Dinamarca.