Carolina de Mónaco nunca fue reina, ni princesa reinante, pero ha logrado acaparar más titulares y atenciones que la mayor parte de los miembros del resto de la realeza del mundo. Hija mayor del Príncipe Rainero III de Mónaco y de la actriz estadounidense Grace Kelly, después convertida en Princesa de Mónaco, Carolina ha sido siempre una mujer singular que ha luchado para vivir la vida que ha querido, aunque sin perder de vista y quién era y qué sitio le correspondía.
Nacida el 23 de enero de 1957, fue heredera al Trono de Mónaco desde el mismo momento de su nacimiento y hasta que llegó al mundo su hermano Alberto el 14 de marzo de 1958, que le desplazó al segundo lugar. Nació exactamente 9 meses después de que sus padres contrajeran matrimonio, y lo hizo en la biblioteca del Palacio Grimaldi, donde la Princesa Grace pidió que las paredes fueran forradas de tela verde en honor a una tradición irlandesa, de donde era originaria Kelly.
El 3 de marzo de ese mismo año fue bautizada en la catedral de San Nicolás de Mónaco, siendo apadrinada por el Príncipe Jorge Festetics de Tólna y por su prima Margaret Davies. Comenzaba así a vivir una mujer de rompe y rasga que a lo largo de su biografía se ha tenido que enfrentar a momentos muy alegres y otros muy tristes. Su ajetreada existencia le ha traído como mínimo 3 victorias y 3 derrotas.
Las derrotas
Caroline Louise Marguerite, nombre completo de la Princesa, ha tenido que hacer frente a 3 momentos y situaciones que le han hecho sufrir enormemente. Lo tenía todo para triunfar y ser la perfecta royal, solo que su carácter, y las circunstancias que le ha deparado el destino no han sido las más favorables en algunas ocasiones. Su relación familiar y su mala suerte sentimental han socavado la felicidad de esta Grimaldi que tardó poco tiempo en descubrir que los cuentos de hadas no existían en la vida real.
1 Tensas relaciones con su hermana y las tragedias de sus padres
Como todas las parejas, Rainiero y Grace pasaron por buenos y malos momentos. Los peores se los dieron las responsabilidades del cargo y la rebeldía de sus hijos, que pasaron una adolescencia y primera juventud muy dura. Los Príncipes de Mónaco querían para su primogénita un príncipe real que le hiciera subir escalafones y les diera nietos príncipes en vez de plebeyos. Así, su romance con Phillipe Junot que terminó en boda le hizo enfrentarse con sus padres.
Tras la reconciliación llegó el peor momento cuando Grace Kelly sufrió un accidente mortal acaecido el 13 de septiembre de 1982. La Primera Dama viajaba con su hija Estefanía, que resultó ilesa. El 14 de septiembre, Grace Kelly moría a los 52 años a causa de una hemorragia cerebral y vascular y llenaba de dolor a los Grimaldi y a todo el país. Se dice que quien conducía era la Princesa Estefanía, que en aquel momento tenía 17 años, algo que destruyó a la joven. De ser cierto, podría ser el germen de la enemistad entre Carolina y Estefanía, que siempre han tenido una relación tensa. Esa relación tan envenenada ha sido otros de los tormentos de Carolina, que nunca se ha entendido con su hermana pequeña pese a que en el fondo, son más parecidas de lo que creen.
Su padre también le ha hecho sufrir. Le dio grandes alegrías al empezar una nueva vida con Stefano Casiraghi, después lloró con ella cuando su gran amor se marchó para siempre, y volvió a alegrarse cuando su corazón volvió a latir. Sin embargo, mientras la Princesa Carolina florecía, su querido padre se iba marchitando poco a poco. El carácter de Rainiero se ensombreció a raíz de la muerte de Grace Kelly, y su salud fue por el mismo camino cuando entró en la vejez.
Sus últimos años fueron de idas y venidas al hospital por culpa de problemas broncopulmonares, cardiacos y renales. Jamás quiso abdicar, aunque el Príncipe Alberto terminó asumiento la regencia. Finalmente, el 6 de abril de 2005, Mónaco anunciaba la muerte de su Príncipe a los 81 años. Era el final de una era, y el comienzo de más tiempo de lágrimas para su primogénita.
2 Mala suerte en el amor
Carolina de Mónaco ha llegado a la madurez sin pareja. Ha aprendido a disfrutar de una soledad que de joven no le gustó nada, aunque con su belleza y posición, nunca le faltaron pretendientes. Uno de ellos, y posiblemente el peor, fue Phillipe Junot, un playboy francés 17 años mayor que ella del que se enamoró y con el que enterró la posibilidad de casarse con un príncipe real con aspiraciones al Trono.
La boda se celebró el 29 de junio de 1978 en el Palacio Grimaldi, y fue un disgusto para los Príncipes Rainiero y Grace, que terminaron aceptando el enlace en vista de que no había nada más que hacer. El matrimonio no duró mucho, y el 9 de octubre de 1980 se divorciaron. El Vaticano no quiso darles la anulación, provocando un conflicto entre el muy católico Mónaco y la Santa Sede.
Hubo otro marido, el millonario italiano Stefano Casiraghi, el gran amor de su vida, con el que se casó en 1983 y que le dio 3 preciosos hijos, Andrea, Carlota y Pierre. Ella era feliz, Stefano era feliz, Rainiero era feliz, y hasta Mónaco estaba encantado de que su princesa hubiera encontrado por fin el amor verdadero con un hombre que le amaba y que le había dado una familia.
Era todo felicidad hasta que el 3 de octubre de 1990, Casiraghi participó en el mundial de off-shore en aguas de Mónaco. Una ola maldita hizo volcar la embarcación y se lo llevó. Tenía 30 años y dejó desconsolada a Carolina Grimaldi, que se refugió con sus vástagos en la Provenza Francesa y se alejó de la corte monegasca.
En 1996 fue pillada junto a un entonces casi desconocido Príncipe Ernesto de Hannover, Jefe de esta histórica Casa Principesca y marido de una amiga de Carolina, Chantal Hochuli. El matrimonio del Príncipe de Hannover se fue al garete, y en enero de 1999, Grimaldi se casó embarazada con Ernesto Augusto. Su Alteza Serenísima la Princesa Carolina de Mónaco pasaba a ser Su Alteza Real la Princesa de Hannover, lo que elevó su rango dentro del Gotha. 6 meses más tarde nació su hija, la Princesa Alexandra de Hannover.
Todo parecía felicidad, hasta que los escándalos protagonizados por su marido, su horrible carácter y su afición por la bebida terminaron por cansar a una Carolina cada vez más harta. Hacia 2009, dejó al alemán y regresó a Mónaco con su hija Alexandra, aunque se negó a divorciarse de su marido para seguir siendo la Princesa de Hannover. Desde entonces sigue sola, y parece que sola se quedará a nivel sentimental, pero al menos muy tranquila y feliz.
3 El Trono que se le escapó
Carolina de Mónaco no pensó en el Trono cuando se casó con Junot, lo que prácticamente le inhabilitó para contraer matrimonio con un hombre de sangre real. Al final lo hizo, obtuvo un buen título y una de sus hijas es princesa real. Sin embargo, ella ha ejercido durante años de Primera Dama de Mónaco, y no perdió de vista que si su hermano Alberto no daba herederos legítimos al país, la Corona sería para ella y su descendencia directa.
En 2002, en vista de que el Príncipe Alberto seguía soltero y sin hijos legítimos, (es padre de una mujer llamada Jazmin Grace y de un varón que lleva el nombre Alexander, ambos excluidos de la sucesión), el Príncipe Rainiero firmó un tratado con Francia para que Mónaco no pasara a manos galas si el futuro Alberto II no daba un heredero, pudiendo heredar sus hermanas Carolina y Estefanía y los hijos de estas. La Corona podía terminar en manos de Carolina, y de ahí pasar a Andrea Casiraghi, que debería cambiar su apellido para no perder el nombre de la dinastía Grimaldi. Solo había que esperar... además, Alberto (que asumió el Trono en 2005 tras la muerte de su padre), adora a su hermana mayor y a sus sobrinos, por lo que de buena gana tendría como sucedor a Andrea.
En 2011, Carolina vivió una derrota con el matrimonio del Príncipe Alberto con la exnadadora sudafricana Charlene Wittstock, que de mano le despojó de su condición de Primera Dama de Mónaco. Si la pareja no tenía vástagos, aún había esperanza para los Casiraghi, pero no pudo ser.
En mayo de 2014, se anunció que los Príncipes de Mónaco serían padres a finales de 2014. El embarazo era de gemelos, bebés que nacieron el 10 de diciembre de 2014. Mónaco daba la bienvenida a dos nuevos príncipes: Jacques, Honoré, Rainier y Gabriella, Thèrése, Marie. La batalla estaba perdida, y con ella, la guerra.
Las victorias
Mucho es lo que ha sufrido Carolina de Mónaco, pero no se puede olvidar que tiene lo que otros querrían. Pese al paso del tiempo sigue siendo guapa, tiene una familia feliz y unida, es rica, toda una reina del glamour y aunque se ha llevado disgustos y ha sufrido grandes tragedias, puede hacer un balance positivo de su biografía.
1 Una feliz madre y abuela
Carolina Grimaldi no ha tenido suerte en el amor, pero sí con su descendencia. Ha sido bendecida con 4 hijos, dos niños y dos niñas. El 29 de diciembre de 1983, la Princesa se casó con el empresario italiano Stefano Casiraghi en el Palacio Grimaldi. La boda fue muy celebrada por el triste Rainiero, todavía de luto por la muerte de su esposa, y que veía en Casiraghi el hombre ideal para su primogénita.
De esta relación nacieron Andrea Alberto Pierre (8 de junio de 1984), Carlota María Pomeline (3 de agosto de 1986) y Pierre Rainiero Stefano (5 de septiembre de 1987). Fueron los mejores años para Carolina de Mónaco, que vivía con alegría las bondades de un matrimonio ideal, criaba a sus hijos y cumplía con sus funciones oficiales como Primera Dama de facto. Con la muerte de su marido con solo 30 años, su vida se fue al garete.
Tras recomponerse en La Provenza francesa y volver a casarse con Ernesto de Hannover, que le dio a la única hija con título y tratamiento regio. Se trata de Su Alteza Real la Princesa Alexandra de Hannover, nacida el 20 de julio de 1999. Su amor por el Príncipe Ernesto se apagó en 2009, pero su relación con sus 4 hijos es magnífica. Los 3 mayores viven su vida, pero se llevan a las mil maravillas con Carolina, que es una especie de gran matriarca siempre pendiente de los suyos. Además, en pocos años ha visto cómo crecía su estirpe con los matrimonios de sus hijos varones y los nacimientos de sus tres nietos, que le han convertido en una abuela feliz.
En marzo de 2013 nació su primer nieto cuando Andrea Casiraghi y Tatiana Santo Domingo dieron la bienvenida a su primogénito, Sasha, un varón rubio y serio por el que Carolina siente debilidad. Nació en Londres, donde residen sus padres, y en línea con la forma de actuar de los Grimaldi, lo hizo con sus padres solteros, lo que le convertía en ilegítimo y no apto para entrar en la línea de sucesión.
Dos fueron las bodas de Andrea Casiraghi y Tatiana Santo Domingo. El 31 de agosto de 2013 se dieron el 'sí, quiero' por lo civil en el Palacio Grimaldi. La religiosa tuvo lugar el 1 de febrero de 2014 en Gstaad, Suiza, lugar es el que Alexandre Andrea Stefano Casiraghi fue bautizado. El niño ocupó así el tercer lugar en la línea sucesoria hasta que 10 meses más tarde nacieron los Príncipes Jacques y Gabriella, que le relegaron al quinto puesto.
El matrimonio Casiraghi-Santo Domingo siguió ampliando la familia con el alumbramiento de una niña a la que pusieron India. La primera nieta mujer de la Princesa de Hannover nació el 12 de abril de 2015 en Londres, y permaneció fuera del ojo mediático hasta que fue presentada oficialmente en el Día Nacional de Mónaco 2016.
La gran sorpresa llegó de la mano de Carlota Casiraghi, de quien se informó que estaba embarazada al ser fotografiada con evidentes signos de que estaba en estado de gestación, algo que ella jamás confirmó. Finalmente, el 17 de diciembre de 2013, la Casa Principesca anunció el nacimiento del primer hijo de la amazona y el actor francés Gad Elmaleh. El niño fue llamado Raphaël, y bautizado el 22 de junio de 2014 en el Palacio Grimaldi. Al no estar sus padres casados (además rompieron en 2015), Raphaël no se encuentra en la línea de sucesión al Trono.
Por su parte, el más discreto de los hijos de la Princesa Carolina, y dicho sea de paso, el más trabajador, Pierre Casiraghi, encontró el amor de la mano de la periodista italiana Beatrice Borromeo, miembro de una casa nobiliaria del país transalpino. En julio de 2015, la pareja se casó por lo civil en el Palacio Grimaldi. Una semana más tarde, el 1 de agosto, Pierre Casiraghi y Beatrice Borromeo se casaron por la Iglesia en las islas borromeas, en una boda por todo lo alto en la que se vio todo el glamour de Mónaco. En 2017, le darán un cuarto nieto a Carolina de Mónaco, que enfila una madurez tranquila y serena.
2 Hijos legitimados y Princesa de Hannover
Carolina de Mónaco pidió la nulidad de su matrimonio con Phillipe Junot, que había sido disuelto legalmente el 1980. El Vaticano se lo tomó con calma, por lo que se casó con Stefano Casiraghi por lo civil en 1983 y sus tres hijos no pudieron entrar en la línea de sucesión al Trono, algo que corroía por dentro (y por fuera) a la Princesa, que luchó todo lo que pudo para poder casarse algún día con el padre de sus vástagos.
Desgraciadamente, enviudó murió antes de que la Santa Sede le diera la nulidad, lo que llegó el 1 de junio de 1992. Se dio como motivo que el consentimiento a la hora de casarse de Carolina de Mónaco fue insuficiente. El problema es que los niños ya no podían ser legitimados al no vivir ya Stefano, por lo que el Principado habló con El Vaticano para que diera una solución. Al final, en abril de 1993, el Papa Juan Pablo II firmó un decreto con el que Andrea, Carlota y Pierre eran reconocidos como legítimos, y por tanto entraban en la línea de sucesión al Trono de Mónaco. Carolina había ganado.
En enero de 1999, la Princesa Carolina subió un peldaño en el Gotha al convertirse en la Princesa de Hannover. De tener validez este título al margen de los usos de cortesía, sería la consorte de un histórico principado alemán que en el pasado tuvo importancia. Al menos, consiguió traer al mundo a una hija titulada, pasar de Alteza Serenísima y Alteza Real, y lo que es mejor, no se vio obligada a renunciar a ser miembro de la Familia Real de Mónaco, con todo lo que ello hubiera implicado.
El matrimonio de los Hannover fue un desastre, en buena parte por culpa de las salidas de tono y la disipada vida del primo de la Reina Sofía, que llevó a Carolina a perder la poca paciencia que le quedaba. Terminó yéndose de su lado para no volver, dejando una relación correcta por el bien de su hija Alexandra.
Se desconoce cómo quedó la cosa, pero parece que una de las cláusulas fue que no habría divorcio. La razón es que si el matrimonio se disolviera, ella dejaría de ser la Princesa de Hannover, algo a lo que no está dispuesta. A Carolina ese título ya no hay quien se lo quite, tan solo se conformará con ser princesa viuda de Hannover cuando llegue el momento.
3 Carolina, el icono
Es princesa por partida doble, pero jamás será reina al haber nacido y emparentado con principados. Pese a ello, es toda una reina del glamour, el estilo y la elegancia. Desde su nacimiento ha acaparado atenciones, flashes y portadas. Ser hija de una estrella de Hollywood como Grace Kelly no era fácil, pero ella heredó una gran belleza y logró convertirse en todo un icono, que terminó por superar a su inolvidable madre. No era la heredera, pero siempre fue más conocida y querida que su hermano Alberto. Además, su descendencia es considerada como la verdadera sucesora del glamour de Mónaco, tan necesario en un pequeño país que tiene que ser un escaparate para vivir.
A Mónaco le interesa que brille, y a Carolina de Mónaco todavía le gusta brillar. Ha tenido etapas de exilio por las pérdidas que ha sufrido, pero ella siempre vuelve, y más fuerte de lo que se marchó. La Primera Dama de Mónaco es otra, su cuñada Charlene, aunque s u estela siempre le marcará. Carolina es mucha Carolina, pase el tiempo que pase y ocurra lo que ocurra.