Galería: Funeral del Duque de Edimburgo
La Reina Isabel celebra 95 años el 21 de abril de 2021 teniendo la suerte de haber llegado a tan avanzada edad en perfecto estado de salud y manteniéndose al frente de la Jefatura del Estado de Reino Unido y del resto de países de los que es Reina. Sin embargo, es la primera vez en 73 años que no puede celebrar su cumpleaños con el Duque de Edimburgo, que además falleció menos de dos semanas antes de la efeméride.
La Monarca, triste y con un enorme vacío tras perder al que fue su marido y consorte real, ha optado por no celebrar nada porque siente que en estos momentos no tiene nada que festejar. Así, ni salvas desde la Torre de Londres, ni retrato oficial ni nada. Celebrar su cumpleaños no le ayuda a superar el dolor por la muerte del Príncipe Felipe, pero sí refugiarse en personal de su confianza, en sus corgis y también con las visitas familiares.
Se ha establecido una serie de turnos para que la Reina esté acompañada por miembros de la Familia Real Británica. En ellos participan la Duquesa de Cambridge, la Duquesa de Cornualles, la Condesa de Wessex y la Princesa Ana. Además, el Príncipe Harry, que había sacado un vuelo con vuelta abierta, optó por quedarse unos días más después del funeral del Príncipe Felipe para pasar con la Reina su 95 cumpleaños. Abuela y nieto mantienen una relación cercana a pesar de que a la Monarca le disgustó la entrevista de los Sussex a Oprah Winfrey. Ahora, le necesita más que nunca, así que el Duque de Sussex no ha dudado en esperar un poco más antes de regresar a California con Meghan Markle y Archie.
El Príncipe Carlos se refugia en Gales en solitario
En esos turnos rotativos no puede estar el Príncipe Carlos, que se ha marchado unos días tras perder a su padre. Si bien la relación entre el Duque de Edimburgo y el Príncipe Carlos nunca fue especialmente idílica, la muerte del Príncipe Felipe ha llenado de dolor al Príncipe de Gales. Echa de menos a su padre, a ese hombre con el que no siempre se entendió, pero al que quería y respetaba profundamente. Tras su muerte sigue sin ser el Rey ni el jefe de la dinastía, pero sí cobra mayor relevancia dentro de los Mountbatten-Windsor, tomando así cada vez más el control dentro de una Familia Real en la que la Reina va teniendo cada vez menos peso mientras lo asume el Príncipe Carlos.
Esa pena le ha llevado a refugiarse en Gales. El Príncipe Carlos se ha escapado a la nación que tan importante ha sido y es para él para intentar recuperarse del pesar que le ha provocado perder a su padre, al que ha tenido la suerte de tener junto a él durante 72 años. Como señala Daily Mail, en concreto, el heredero se instaló en Llwynywermod, en Llandovery, donde habría llegado poco después del funeral del Duque de Edimburgo, en el que se le vio profundamente afectado.
El Príncipe de Gales se marchó después de haber enterrado a su padre y de haber tenido un encuentro con sus dos hijos. Es su deseo reconciliarse con el Príncipe Harry, o al menos tener un acercamiento que no ha sido posible hasta que el Duque de Sussex ha vuelto a Reino Unido. Su charla se produjo además después de que se viera al Príncipe Harry hablando con Kate Middleton primero, después también con el Príncipe Guillermo y finalmente solo los dos hermanos. Ocurrió a la salida de la Capilla de St George una vez había finalizado el funeral de su abuelo.
El Príncipe de Gales quiso hablar con su benjamín, pero quiso también que estuviera su primogénito. No quería que nada se malinterpretara. Tampoco quería a nadie más cerca que pudiera filtrar la conversación. Eso sí, después de todo lo que ha pasado, y con todo el dolor y el resentimiento que hay entre las partes, esto ha sido un acercamiento, pero no una reconciliación absoluta.
Una cumbre sobre el futuro
Tras la charla, viajó a Gales. Lo hizo solo, sin Camilla Parker, que se quedó en Inglaterra. Allí puede pensar en soledad sobre el pasado, el presente y el futuro. En ese sentido, como señala The Telegraph, prepara una cumbre con la ayuda del Príncipe Guillermo en la que hablarán sobre el futuro de la Monarquía, que pasa tanto por uno como por el otro.
La muerte del Duque de Edimburgo deja vacantes. Si bien tras su retirada en 2017 no participaba en actos oficiales, sí intentaba mantenerse cerca de determinados patrocinios reales. Todo eso ha terminado. La salida del Príncipe Harry y Meghan Markle de la Casa Real Británica, así como la del Príncipe Andrés, que fue apartado oficiosamente y renunció de forma oficial, se reducen el número de miembros de alto nivel, de royals activos. Todo esto deja compromisos, causas y patrocinios sin nadie que los atienda. En ese sentido, padre e hijo tienen que decidir qué línea seguir, siempre consultando a la Reina. Las opciones son mantener el estilo mantenido durante el reinado de Isabel II, donde se ha contado con un buen número de miembros activos para abarcar ingentes causas y participar en muchos actos oficiales, o bien reducir a los royals al servicio de la Corona y contar con menos compromisos y patrocinios reales.
La idea del Príncipe Carlos pasa por una monarquía reducida. Contaba con su consorte, los Cambridge y los Sussex. En ese sentido, la edad de los Gloucester y los Kent provocaba que cuando Carlos subiera al Trono, pudieran retirarse sin problema después de una larga vida de servicio. En el caso de la Princesa Ana, sería lógico que siguiera sirviendo hasta que ella decidiera, lo mismo que los Condes de Wessex, que son un activo para la Corona.
El Duque de Cambridge apoya lo mismo, y muy probablemente quiera mantener el máximo tiempo posible a los Wessex, de los que aprecia su labor institucional, así como su vínculo personal. Sin embargo, tiene un enfoque distinto. El Príncipe Carlos quiere menos royals trabajadores, pero con muchos compromisos. Una especie de ruptura con el reinado anterior, pero a medias. Sin embargo, el Príncipe Guillermo aboga por reducir los compromisos y vinculaciones y centrarse más, lo que implicaría dejar a un lado determinadas causas y patrocinios que ya no contarían con un respaldo de la Corona. A cambio, se centrarían en temas más concretos a los que se les podría prestar más atención. De todos modos, cualquier cambio sería paulatino, y eso no quita para que en el presente los Cambridge estén más proyectados en menos causas y vayan ampliando a medida que pasan los años y adquieren mayor peso institucional.