Se esperaba mucho de esa primera cena de Estado del reinado de Carlos III, y no defraudó. Además del discurso que el Monarca pronunció durante el banquete de Estado, donde mencionó la necesidad de Reino Unido de reconocer los errores del pasado y la cercana relación que existió entre la Reina Isabel II y Nelson Mandela, se vio un enorme esplendor entre las mujeres de la Familia Real Británica, que sacaron impresionantes joyas del joyero real para la ocasión.
Camilla, que debutada como Reina Consorte en una cena de Estado, deslumbró con la Tiara de Zafiros Belgas, joya que perteneció a la Princesa Luisa de Bélgica y que acabó en el joyero real al ser comprada en 1963 por la Reina Isabel para combinarla con un conjunto de collar y pendientes de zafiros azules que le había regalado su padre, el Rey Jorge VI. Además de por las joyas, impresionó con un vestido de gala azul klein que ya tenía en su armario.
La Condesa de Wessex, con un papel más secundario pero igual radiante, estrenó vestido. Sophie de Wessex apostó por un traje de Suzannah al que añadió la banda de la Real Orden Victoriana y la insignia de la Royal Family Order que le había concedido Isabel II, que tuvo en la esposa del Príncipe Eduardo una querida nuera y una servidora de la Corona excepcional.
Como joyas se colocó unos pendientes y un collar de diamantes y la tiara que reserva para las grandes ocasiones. Se trata de la conocida como Tiara de Aguamarina y Diamantes de Wessex, una joya que se colocó por primera vez en 2005 para la entronización del Príncipe Alberto II de Mónaco y que quiso llevar también para el primer banquete de Estado del reinado de Carlos III.
El 'debut' de Kate como Princesa de Gales
Y entre bandas y homenajes, no podía faltar Kate Middleton. La flamante Princesa de Gales estrenó un vestido firmado por Jenny Packham, su diseñadora de cabecera, que destaca por los detalles de joyería en los hombros y por el estilo capa. De su traje prendía la banda de la Real Orden Victoriana que le concedió la Reina Isabel, al igual que a Camilla y Sophie. También se colocó la insignia de la Royal Family Order.
Y si el traje y las bandas llamaron la atención, más lo hicieron las joyas. La Princesa Kate realizó un triple homenaje con la elección de los complementos que no pueden faltar en una cena de Estado. Para empezar, realizó un tributo a la Reina Isabel II al escoger un brazalete de perlas que fue propiedad de la fallecida Monarca y con la que quiso hacerle un discreto guiño.
Se acordó también de la Princesa Diana, a la que había honrado horas antes, así como a su título de Princesa de Gales, al escoger el broche de plumas Princesa de Gales que ya puede lucir. Su homenaje más personal a Lady Di fueron los pendientes de perlas que pertenecieron a la madre del Príncipe Guillermo, una forma de tener cerca a la mujer que llevó antes que ella la dignidad que ostenta desde la subida al trono de Carlos III.
Pero hubo más. Si hay una joya que acapara toda la atención es la tiara. Camilla apostó por un claro homenaje a Isabel II, mientras que Kate Middleton realizó un doble tributo al colocarse la Cambridge Lover's Knot Tiara. Si bien esta pieza fue un encargo de la Reina Mary, esposa del Rey Jorge V y abuela de Isabel II, se asocia más a la Princesa Diana, que la recibió de manos de Isabel II con ocasión de su boda con el entonces Príncipe Carlos.
Para Lady Di, esta tiara fue una de sus favoritas pese a los pesados diamantes y perlas que la componen, y la llevó hasta que tuvo que devolver la pieza debido a su divorcio. Se quedó en el joyero real hasta que fue rescatada por Kate Middleton, que se la colocó en diversas ocasiones como Duquesa de Cambridge, bien por gusto personal, por hacer un guiño a Lady Di, por llamarse Cambridge o por una suma de todo.
Ha querido por tanto no arriesgar en su primera cena de Estado como Princesa de Gales y realizar con la tiara un tributo a la Princesa Diana, a sí misma, a su propio pasado como Duquesa de Cambridge. Tiempo tiene para escoger otra de las muchas tiaras que se encuentran en el joyero real y que están a su disposición cuando la ocasión lo requiera.