El Rey Felipe está viviendo una etapa muy complicada. La celebración de la Fiesta Nacional ha sido un éxito, pero España atraviesa su mayor crisis constitucional desde el 23-F, y su discurso a todos los españoles le ha granjeado tantas alabanzas como críticas, lo que está repercutiendo negativamente en la Corona, que ahora más que nunca necesita el mayor apoyo posible como símbolo de la permanencia y unidad del Estado.
A todo ello se suma la muerte no solo de un empleado y colaborador, sino de un amigo íntimo al que tanto el Rey y la Reina, como el resto de la Familia Real, tenía un cariño infinito. Se trata de José María Corona, jefe de Seguridad de la Casa del Rey, que falleció el pasado martes 10 de octubre a causa de una larga enfermedad que no logró superar.
José María Corona, que era Coronel de la Guardia Civil, llevaba junto a Don Felipe desde 1982, cuando pasó a ser escolta. Después fue ascendiendo hasta llegar al cargo que desempeñó hasta que su dolencia le imposibilitó para ejercer su posición. Tanto el Rey como la Reina estaban muy unidos a Corona, de hecho él la ayudó cuando entró en la Familia Real, una Institución que no le recibió precisamente con los brazos abiertos.
Doña Letizia ha sentido mucho su muerte, y además estuvo pendiente de Corona cuando la enfermedad estaba ya causando graves estragos. De hecho, como señala El Español, solía visitarle algunas mañanas en su casa de Montecarmelo; otras veces iban a tomar un café por la zona.
Traición a la Casa Real
Y aquí llega la traición. Como toda la Casa Real, o al menos buena parte, los Reyes se despidieron de su gran amigo en el tanatorio de la Paz. El miércoles 11 de octubre por la mañana, Don Felipe y Doña Letizia aparecieron por allí para dar el pésame a la familia. Muchos periodistas sabían que iban a ir por allí, pero desde el departamento de Comunicación de la Casa del Rey se pidió que no se informara.
La razón es que no querían noticias personales de los Reyes en un momento tan delicado por el tema de Catalunya. Lo que finalmente ocurrió es que alguien no respetó la petición, hizo fotos y las vendió en exclusiva a ¡Hola!, lo que supuso un duro golpe para la Casa Real.