"Juro desempeñar fielmente mis funciones, guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes, y respetar los derechos de los ciudadanos y de las Comunidades Autónomas", pronunció Felipe VI ante las Cortes Generales durante el acto de su proclamación real. El propio texto constitucional que juraba guardar y hacer guardar le reconocÃa desde ese momento como "Jefe del Estado, sÃmbolo de su unidad y permanencia", estableciendo también que "su tÃtulo es el de Rey de España", cuyo origen se remonta al reinado de Amadeo I, que se desarrolló entre 1871 y 1873. Hasta entonces, los soberanos españoles eran reconocidos como Rey de las Españas o Hispaniarum rex, como asà se puede apreciar precisamente analizando la evolución de sus monedas, siendo el monarca de la Casa de Saboya el primero que utilizó este tratamiento. Posteriormente, también lo adoptó Alfonso XII, Alfonso XIII, Juan Carlos I y, ya en la actualidad, Felipe VI.
No obstante, el propio artÃculo 56.2 de la Constitución en el que se determina que el Jefe del Estado ostenta el tÃtulo de Rey de España añade también que "podrá utilizar los demás que correspondan a la Corona". Aunque la gran mayorÃa de las ocasiones pasa desapercibido, la Carta Magna reconoce con este precepto el largo pasado monárquico de España, otorgando al Monarca la gracia de ser reconocido por otros tÃtulos que a lo largo de los siglos ha ostentado y que, en definitiva, ha heredado de sus antepasados.
TÃtulos históricos vinculados a la Corona
La herencia leonesa y castellana de Felipe VI
A pesar de que Las Españas estaban conformadas por un conjunto de reinos con peculiaridades y caracterÃsticas propias, la Corona de Castilla y León contaba con mayor peso y protagonismos respecto de las demás, tanto a nivel poblacional, como también económico y polÃtico. En 1230, Fernando III 'El Santo' consiguió que un mismo monarca rigiera el destino de los reinos castellanos junto con los del legendario Reino de León, cuya historia habÃa caminado por separado hasta entonces, destacando también que progresivamente sus cortes se fueron reuniendo de manera conjunta. Gracias a esa unificación, surgió una potente entidad histórica que reunió bajo una misma corona buena parte de todo el territorio actual de España.
En 1492, la Corona de Castilla abanderó dos empresas trascendentales para la historia española: el viaje de Cristóbal Colón que llevó al descubrimiento de América y la conquista del Reino de Granada. Con estas dos acciones, incorporó nuevos reinos que todavÃa hoy tienen presencia en la titulación histórica de Felipe VI. Además de contar con los de Rey de Castilla, de León, de Toledo, de Sevilla, de Córdoba, de Murcia, de Jaén, de Algeciras, de Gibraltar y de las Islas de Canaria, y Señor de Vizcaya y Molina, desde aquel año los monarcas castellanos también eran reyes de Granada, de las Indias Orientales y Occidentales, y de las islas y Tierra firme del mar Océano, lo cual mantienen todavÃa los Reyes de España, aunque no hagan uso de ello. Cabe destacar especialmente el reino granadino, cuya trascendencia se aprecia en el entado del propio escudo nacional, donde se incluye una granada al natural.
Los tÃtulos de la Corona de Aragón
Junto con la Corona de Castilla, la de Aragón es el segundo pilar sobre el que se asienta la creación de España como Nación. En 1164, Alfonso II de Aragón heredó los territorios del Condado de Barcelona y del Reino de Aragón, siendo entonces cuando comienza a hablarse de la creación de una Corona como entidad polÃtica e histórica. Posteriormente, diversas conquistas fueron ampliando sus dominios, destacando la de los reinos de Valencia, de Mallorca, de Sicilia, de Córcega, de Cerdeña o de Nápoles. Aunque la unión dinástica de Castilla y Aragón gracias al matrimonio de los Reyes Católicos en 1469 provocó que el destino de ambas coronas comenzase a caminar de la mano, ambos mantuvieron su independencia y autonomÃa hasta que Felipe V, con los Decretos de Nueva Planta, acabó con estas diferencias, apostando por la convergencia.
A pesar de que se considera que con el primer Borbón que se sentó sobre el trono de los reinos españoles se produjo la desaparición de la Corona de Aragón como entidad polÃtica, ya que se desmantelaron sus instituciones y fueros propios, realmente se mantuvo como entidad histórica, ya que los Borbones continuaron titulándose como reyes de Aragón, de Valencia, de Mallorca, etc. Como ya hemos comentado anteriormente, desde tiempos de Amadeo I, y posteriormente de Alfonso XII, se optó por la fórmula simplificada de Rey de España, la cual reconoce la Constitución Española de 1978. De todos modos, Felipe VI también podrÃa ser presentado como monarca de los reinos históricos que compusieron la Corona de Aragón, que se representa en el tercer cuartel del escudo nacional.
Dentro de los tÃtulos aragoneses, cabe mencionar especialmente el de Conde de Barcelona, cuyo origen se remonta al siglo VIII. En el momento en el que el condado unió su historia a la de la Corona de Aragón, el tÃtulo soberano pasó a ostentarlo el monarca reinante en cada momento. Sin embargo, este nombramiento es especialmente conocido porque ha tenido un gran protagonismo en la historia reciente de España. El 8 de marzo de 1941, don Juan de Borbón, sucesor de Alfonso XIII y padre de Juan Carlos I, optó por el tÃtulo de Conde de Barcelona para convertirse en pretendiente al trono español. Con el ascenso al trono de su hijo, retuvo en su poder esta gracia, confirmada por Real Decreto en 1987. No obstante, y después de que se produjera su muerte en 1993, el tÃtulo se revirtió a la Corona de España, siendo ostentando actualmente por Felipe VI.
Felipe VIII de Navarra
El Reino de Navarra es uno de los reinos históricos de España, y asà queda demostrado precisamente en el cuarto cuartel del escudo nacional del paÃs, donde se representan las armas navarras sobre fondo rojo y formadas por "una cadena de oro, puesta en cruz, aspa y orla, cargada en el centro de una esmeralda de su color", como asà define la Ley 33/1981. Se fundó en 1162, sucediendo al Reino de Pamplona, y su territorio fue mermando con el paso de los siglos en favor de las vecinas Coronas de Castilla y Aragón. Además, los reyes que se sentaron en su trono siempre mantuvieron grandes lazos con el Reino de Francia, siendo varios los monarcas que llevaron el nombre de Felipe.
En 1512, Fernando II de Aragón comenzó la conquista del Reino de Navarra para su anexión al de Castilla. No obstante, consiguió mantener sus privilegios y cierta independencia como reino propio hasta 1841, momento en que pasó a ser considerada como una provincia foral. Por ello, mientras que el hijo de Carlos I era Felipe II de Castilla y I de Aragón, en territorio navarro era Felipe IV. En definitiva, de haberse mantenido la existencia del Reino en el tiempo, el actual Soberano español serÃa Felipe VI de Castilla, V de Aragón y VIII de Navarra. No obstante, como la numeración de los monarcas españoles sigue la lÃnea castellana, subió al trono como Felipe VI de España, además que todos estos reinos ya no existen como entidad polÃtica, siendo solamente reminiscencias históricas del Reino de España.
Felipe VI también es Rey de Jerusalén
Además de los tÃtulos procedentes de los reinos históricos que componen la actual España, Felipe VI es también Rey de Jerusalén. Por sorprendente que pueda parecer, el Soberano español mantiene esta gracia honorÃfica vinculada al titular de la Corona española. El Reino de Jerusalén se fundó tras llevarse a cabo la Primera Cruzada (1095-1099) y estuvo activo cerca de dos siglos. Tras recaer el nombramiento de rey de este territorio en el monarca que en cada momento se sentase en el trono de Nápoles, acabó en manos españolas después de que Fernando II de Aragón llevase a cabo la conquista de este reino italiano en 1504. Tras este acontecimiento, el tÃtulo de Rey de Jerusalén quedó ligado a la MonarquÃa española, en cuyo seno todavÃa hoy permanece aunque sea una mera formalidad.
Felipe VI ha visitado Israel en varias ocasiones, tanto en su etapa como PrÃncipe de Asturias como en la actual de Rey, siendo una de las más señaladas la que llevó a cabo en el V Foro Mundial del Holocausto, donde compartió espacio con cerca de cuarenta mendatarios internacionales a comienzos de 2020. Durante la cena de bienvenida, el Monarca español tomó la palabra en representación de todo el grupo allà reunido y clamó que "nunca más la humanidad volverá a sus horas más oscuras". Aquel dÃa, fue más Rey de Jerusalén que nunca, a pesar de que este tÃtulo sea meramente protocolario y un recuerdo del pasado que nunca ha utilizado oficialmente.
¿Y qué pasa con Gibraltar?
En la titulación histórica de Felipe VI recogida por la Casa Real también se incluye la de Rey de Gibraltar. Cabe recordar que esta lista ha sido recogida de la que se utilizaba en tiempos de Carlos IV, cuando hacÃa ya más de un siglo que el peñón habÃa pasado a formar parte de la Corona británica debido a la firma del Tratado de Utrecht (1713). Por tanto, en un principio no tendrÃa sentido que los soberanos españoles continuasen ostentando el tÃtulo de monarca gibraltareño. Esta distinción se remonta al reinado de Enrique IV de Castilla, cuando en 1462 recuperó la plaza y se la arrebató a los musulmanes; de hecho, en una carta de Isabel I de Castilla 'La Católica', dada en Trujillo el 12 de julio de 1479, la soberana pedÃa que se refirieran a ella como Reina de Gibraltar antes que como Señora de Vizcaya.
El artÃculo X del Tratado de Utrecht estableció que "El Rey Católico, por sà y por sus herederos y sucesores, cede por este Tratado a la Corona de la Gran Bretaña la plena y entera propiedad de la ciudad y castillos de Gibraltar", no determinando en el clausulado nada relativo al tÃtulo de 'Rey de Gibraltar'. Esto podrÃa explicar que los monarcas españoles decidieran seguir conservando esta gracia. Sin embargo, y a todos los efectos, es un territorio perteneciente a Reino Unido y, por tanto, corresponde al Monarca británico reinante en cada momento ejercer de Rey en este territorio, aunque por mera formalidad histórica el tÃtulo haya permanecido en el seno de la Corona de España. En cualquier caso, y dado que el caso gibraltareño es el talón de Aquiles de las relaciones diplomáticas entre ambos paÃses, la utilización del mismo por parte de Felipe VI nunca se producirá para evitar desencuentros que aviven crisis pasadas.
Su Católica Majestad, el Rey Felipe VI de España
Pese a que la Constitución de 1978 otorga a Felipe VI la posibilidad de utilizar los tÃtulos históricamente vinculados a la Corona, el artÃculo 16.3 de la misma Carta Magna establece que "ninguna confesión tendrá carácter estatal". Si bien es cierto que España es de tradición católica y no se reconoce ninguna religión oficial, una de las distinciones que precisamente conserva Felipe VI es la de Rey Católico. Esta gracia se remonta al reinado de Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, quienes fueron elevados por encima del resto de monarcas europeos con la declaración de 'Reyes Católicos de las Españas' por parte del Papa Alejandro VI en la bula Si convenit de 1496.
El tÃtulo fue otorgado a los monarcas de Castilla y Aragón por los esfuerzos realizados en la pacificación de sus reinos, la recuperación del Reino de Granada en 1492 o la extensión de la Fe católica al Nuevo Mundo, entre otros motivos. Un año después de la muerte de Fernando II de Aragón, acontecida en 1516, el Papa León X, a través de la bula Pacificus et aeternum, renovó este tÃtulo y lo concedió también a Carlos I de España, siendo entonces cuando se incorporó al uso protocolario. Desde entonces, y hasta Alfonso XIII, cuyo reinado se extendió entre 1886-1931, los reyes españoles fueron tratados como Su Católica Majestad. Ni Juan Carlos I ni Felipe VI han hecho uso nunca de esta prerrogativa que se remonta a finales del siglo XV, aunque forma parte también de su histórica titulación que la actual Constitución le permitirÃa utilizar.
Otros tÃtulos que Felipe VI también ostenta
Junto con los tÃtulos ligados a los reinos históricos de España, Felipe VI también conserva como mera formalidad distinciones sobre territorios que un dÃa estuvieron bajo dominio español. Entre ellos, es posible destacar el de Rey de Sicilia, de Córcega, de Cerdeña o de Nápoles, en el espectro mediterráneo, o Rey de los Algarbes, dentro de la propia penÃnsula Ibérica, el cual compartÃan con los ya inexistentes soberanos portugueses. Igualmente, en el seno de la Corona española permanece también el tÃtulo de Emperador del Imperio Romano de Oriente, es decir, del Imperio Bizantino, después de que su último titular se lo vendiera a los Reyes Católicos en 1502. Sin embargo, este tÃtulo, al igual que otros muchos, no lo utilizan los Soberanos españoles, que se limitan a usar el oficial de Rey de España, un tÃtulo con una intrahistoria digna de conocer.