Hay royals especialmente simpáticas y otras que no lo son tanto. La Princesa Charlene de Mónaco destaca por ser alegre no sonriente, y habitualmente tiene un rictus que denota que no lo pasa demasiado bien en los actos públicos.
Pero hay algo más. Casada desde julio de 2011, Mónaco se preguntaba cuándo se quedaría embarazada para dar un heredero al Trono, un sucesor para el actual Soberano, el Príncipe Alberto II. Finalmente, tras muchas especulaciones y rumores, a finales de mayo de 2014 se anunció que la saga Grimaldi iba a crecer.
Su peor momento
El 10 de diciembre de 2014, Alberto y Charlene de Mónaco se convirtieron en padres por partida doble con el nacimiento del Príncipe Jacques y de la Princesa Gabriella. Fue un final feliz, pero estuvo a punto de no ocurrir.
Christa Mayhofer-Dukor, prima de la Princesa de Mónaco, ha contado en una entrevista en GlucksPost que Charlene sufrió un aborto espontáneo : "Sé que fue un momento muy difícil para ella y para Alberto, sufrieron mucho por ese tema". Lo peor es que el aborto pudo haber tenido consecuencias irreparables que habrían puesto en peligro la sucesión:
"Debido a esto estaba siempre con la mirada perdida, triste e incluso llegaron a pensar que nunca más se quedaría embarazada y no podrían dar un heredero al Principado".
Es por esto, y no por los rumores que señalan que su matrimonio no es más que fachada, por el que la Princesa de Mónaco se sometió a una fecundación in vitro, que funcionó a la perfección.