Una boda que no pasó desapercibida
La ceremonia ha congregado a amigos allegados y familiares, 25 según estimaciones, en torno a las siete de la tarde. María Dolores Corral lucía un vestido en color malva, un semirrecogido y un sencillo ramo. La novia prefirió no vestir el color blanco que marca la tradición, pues también está divorciada y tiene dos hijas mayores de edad. Según ha publicado Vanitatis, algunas de las personas presentes han comentado que hubo momentos incómodos entre la pareja y la prensa, que intentaba rehuir las capturas de los fotógrafos. No obstante, conscientes de que era inevitable, finalmente entraron y salieron por la puerta principal siendo objetivo de los flashes.
Al finalizar el acto, acudieron a un comedor de la localidad extremeña de Azuaga, de donde es natural la novia, y sirvieron de platos principales cordero lechal, dorada o rodaballo. Para terminar la comida, los novios escogieron una tarta de queso con almendras. Para culminar la jornada nupcial, el matrimonio se hospedó en el Hotel Espronceda.
Ahora Alonso Guerrero planea mudarse de Madrid a Badajoz y crear un hogar junto a su mujer, por lo que ya ha pedido el traslado del Ramiro de Maeztu de Madrid al instituto de María Dolores Corral. Un amor que comenzó en la infancia y que, tras separase sus caminos, se ha vuelto a consolidar.