No corren buenos tiempos para el Rey Felipe, a quien los 50 años no le están trayendo demasiadas alegrías. Ha consolidado su reinado, pero el riesgo que supone el procés sigue ahí, y en Catalunya se le sigue afeando por casi todos los flancos el discurso del 3 de octubre de 2017 en el que fue firme y no realizó ninguna apelación al diálogo.
Por si fuera poco, la Reina Letizia y la Reina Sofía tuvieron una disputa en público cuando Doña Sofía se saltó el protocolo y se mostró demasiado insistente en hacerse una foto con la Princesa Leonor y la Infanta Sofía. Doña Letizia no solo boicoteó la fotografía, sino que dejó en evidencia la tensa relación que mantiene con su suegra.
El bochorno público siempre estará ahí, pero al menos se produjo una reconciliación pública más o menos teatralizada con la que Casa Real en general y el Rey Felipe en particular quiso que Doña Letizia pidiera perdón no ya a la Reina Sofía, sino a toda España. Faltaba por conocer el efecto que provocaría el desplante de la consorte a la madre del Monarca, y parece que ya se está viendo.
El Rey Felipe ama a su mujer, pero también adora a su madre, y le ha molestado el numerito que montaron a la vista de todo el mundo. Aunque Doña Sofía se saltó el protocolo, la reacción de Doña Letizia fue desproporcionada y ha hecho daño a la Corona, y la Corona es Felipe VI.
Desde el desplante se han dejado ver en público visitando al Rey Juan Carlos en el hospital, escenario de la reconciliación oficial, y después en la entrega de las becas 'La Caixa' en el CaixaForum Madrid el pasado 10 de abril. Fue precisamente ahí donde hubo quien se dio cuenta de que las cosas no van tan bien como de costumbre.
Frialdad tras la complicidad ante las cámaras
En algunos actos oficiales suele haber un cóctel posterior en el que los Reyes Felipe y Letizia se reparten para ir charlando con los invitados. Así ocurrió en la entrega de becas, donde como señala El Mundo, a algunos de los asistentes les llamó la atención lo distanciados que se les veía y los pocos gestos espontáneos que hubo entre ellos. Lo suyo es que se repartan la tarea y no coincidan, pero al parecer había más frialdad que de costumbre.
Esos testimonios contrastan con las imágenes que se tomaron del acto, donde los Reyes Felipe y Letizia supieron ejercer su papel a la perfección. Llegaron del brazo, estuvieron sonrientes e incluso cómplices, pero cuando las cámaras se van, no es todo tan bonito.